Como si de eso dependiera su libertad, Anastasia guarda silencio y mantiene la mirada al frente. Difícilmente parpadea, su cuerpo está totalmente erguido y si es que olvida la pose, es para limpiarse las lágrimas o para rascarse el cuello y la rubia cabellera. Para sentarse, sus movimientos son tan estrictos que las únicas articulaciones que dobla son las rodillas, se pone de pie al instante en cuanto la juez se lo pide. Recta como una estatua. Viste el uniforme de cualquier reo (traje deportivo gris), trae la cara lavada y lleva atado del cabello. Por momentos camina de un lado a otro. Así luce Anastasia en las últimas audiencias de su proceso judicial, que el jueves 25 de junio terminó fallando en su contra con un “auto de formal prisión por Homicidio Agravado por Razón de Parentesco Consanguíneo”. La Segunda Secretaría del Juzgado Quinto Penal, a cargo de Ruth Cruz Cota -por las vacaciones de la titular Ana Plasencia Flores-, estaba lista ese miércoles 24 de junio, ahí dentro también se encontraba el abogado defensor Gabriel González Celestino, la defensa de la Procuraduría General de Justicia del Estado (PGJE) y otros observadores. Al fondo, pasando las pilas de expedientes, las computadoras, los muebles y detrás de una reja metálica blanca, está Anastasia Lechtchenko, que con la determinación del Juzgado, está más cerca de una sentencia que rebasaría tranquilamente los 50 años de cárcel, según el Código Penal. Los dos homicidios y el modo en que fueron cometidos, alcanzarían para la pena máxima, el parentesco consanguíneo le agregaría otros años más. Ese día, cuando le tocó hablar, Anastasia, con su voz nasal, todavía de adolescente y un ritmo pausado, insistió en cambiar la versión que presentó la Procuraduría General de Justicia del Estado (PGJE). Frente a la juez reiteró que la declaración ministerial en la que confiesa con detalles el asesinato de Yuliya -su madre- y Valeria -su hermana- fue fabricada, y ella, obligada a firmarla. Su defensor, un abogado titulado en el año 2012 con respaldo del Centro Universitario de Tijuana (CUT), que trabajó en la Dirección de Desarrollo Social Municipal de 2009 a 2010 y en el Sistema de Justicia Alternativa de 2011 a 2012, presentó a su favor un dictamen médico legal y otro psicológico, los dos elaborados por peritos del Tribunal Superior de Justicia del Estado. El psicológico fue el único que ZETA pudo ver parcialmente, donde resaltan varias declaraciones de la joven, situaciones posteriores a la primera detención, el 11 de junio. Relata que los policías ministeriales nunca la dejaron libre, a pesar de que la juez había negado la orden de aprehensión. Que durante esos ocho días (del 11 al 19 de junio, cuando la aprehendieron) fue trasladada a distintos lugares donde la golpearon y abusaron de ella por vía anal, vaginal y oral. Y que la entrevista en la playa que fue publicada por el diario El Mexicano -como espontánea-, fue preparada por los agentes. La perito Estela Nayeli Cota Arredondo, del TSJBC, manifiesta en el dictamen que Anastasia está “consciente, orientada en todos los ámbitos, en ocasiones dispersa y con dificultades para concentrarse”. La juez Ruth Cruz tomó en cuenta también que para el miércoles 24 de junio ya se habían cancelado cinco audiencias de ocho programadas: la de los dictámenes de álbum fotográfico, de identificación criminal y de dactiloscopia; así como en las que declararían Igor Lechtchenko, padre de Anastasia, y su amiga Yesenia Estrada. La apuesta del abogado fue desde el principio anular la confesión por un abuso de los ministeriales en el proceso. No obstante, el único dictamen que respaldó un daño fue el psicológico, en el médico no hubo registro. “Para que se acredite la tortura se tiene que hacer un dictamen psicológico, así como un dictamen médico, ambos son necesarios. Independientemente de que el médico especifique que no tiene lesiones visibles, pero el psicológico determina que sí hay afectación. La declaración fue a base de tortura, la Ley establece que por eso debe quedar nula”, comentó el abogado minutos antes del fallo. La penúltima audiencia Eran las 12:30 pm del miércoles 24, el turno en audiencia para los agentes ministeriales Juan Francisco Martínez Camarena y Gerardo René Vargas Meza, quienes el jueves 11 de junio, cuando se encontraron los cuerpos, ejecutaron la orden de investigación e interrogaron a Anastasia. Por procedimiento legal, la juez dio lectura al reporte de hechos que elaboraron, así como a la declaración preparatoria que rindió Anastasia, donde se dijo inocente. Anastasia aún no podía hablar, escuchaba como todos los demás la declaración que hizo al Ministerio Público una de sus amigas. Después del crimen iba a suicidarse Yesenia Estrada Ávila, edecán promotora de 20 años, fue clave para la localización de Anastasia el jueves 11 de junio, según la investigación ministerial. Aunque tenían más de cinco años de amistad, decidió alejarse porque las personas que Anastasia frecuentaba acostumbraban consumir drogas y ella “no estaba de acuerdo con eso”. Pero cuatro días antes de ese jueves, Yesenia marcó al teléfono de Yuliya como antes solía hacerlo porque Anastasia difícilmente atendía el suyo. Le comentó que su madre estaba de vacaciones y por eso contestó su celular, que en ese momento estaba con un amigo, pero quedaron de verse el miércoles 10 en la calle Revolución del Centro de Tijuana, frente al centro de espectáculos Las Pulgas. Yesenia llegó a la cita en su carro, en el lugar ya la esperaba Anastasia en compañía de un joven llamado Eduardo, quien las dejó solas y Anastasia subió al automóvil. Confesó el crimen a su amiga y además le pidió conseguir una “troca”, pues la intención era tirar los cuerpos de Valeria y Yuliya en un cerro para quemarlos, después, Anastasia se suicidaría. Yesenia decidió hacerle “como que le creía” y la llevó su casa, al domicilio 2311 del fraccionamiento Jardines del Sol de Playas de Tijuana. Ingresaron por el pasillo que está entre un taller de televisiones y un expendio de agua para entrar a la casa. Ahí observó manchas de color rojo oscuro. Mientras Anastasia buscaba más bolsas negras para depositar los cuerpos, ella avanzó hasta el patio trasero. Relató que olía mal, vio una cobija color verde, la levantó y encontró un cuerpo sin cabeza. Por el tamaño supuso que era el de Valeria. Yesenia salió de la casa y tras ella fue Anastasia, subieron al carro y se dirigieron a la colonia Obrera, donde otras amigas de nombre Estefany y Alejandra Becerra estaban con otras personas. Después de que Yesenia salió de lugar, envió un mensaje por WhatsApp a Alejandra, en el que le pedía esconder los cuchillos y que tuvieran mucho cuidado, las había dejado con una asesina. Cuando estaba con la joven de ascendencia rusa buscó el momento para avisar a las autoridades, pero fue cuando se quedó sola que Yesenia terminó por hacerlo. Hasta ahí llegó su declaración ante la PGJE, pero como se supo, cuando Anastasia presentó la declaración preparatoria en el Juzgado Quinto, la versión cambió y contradijo la de su amiga. La otra versión de Anastasia: después de encontrar los cuerpos, se fue a comer al Centro Ante la juez, Anastasia dijo que el sábado 6 de junio -un día antes de encontrar los cuerpos- su mamá la vio “muy irritada”. El domingo 7, cuando se dio cuenta de que Valeria y Yuliya estaban muertas y mutiladas, no avisó a la Policía, pero sí a Yesenia porque no quería tener más problemas. Su temor era que la inculparan porque apenas el 1 de junio acababa de salir de un centro de rehabilitación. De acuerdo con su dicho, iba a regar las plantas cuando empezó a percibir un olor como a “gato muerto”. Los restos, dijo haberlos encontrado dentro de una caja de aluminio, primero vio los de Valeria. De ahí subieron al automóvil de Yesenia y fueron a comer al Centro de la ciudad para después ir a la casa en la colonia Obrera, adonde llegó la Policía. En los días posteriores, Anastasia dice haber sido maltratada y abusada sexualmente, que nunca recuperó su libertad y la declaración fue un invento de los ministeriales. “Hasta te compré dos burritos”: ministerial a Anastasia Ahora sí, Anastasia tiene que carearse con los policías después de haber escuchado todas las versiones. Se mantiene erguida y José Francisco Martínez Camarena se para frente a ella. Los separa la reja metálica blanca. La juez se convierte en una especie de árbitro que busca de ambos un diálogo ofensivo. “¿Qué respondes a eso?”, cuestiona continuamente a inculpada y entrevistado. “Estás mintiendo, en ningún momento se te maltrató, todo lo que dijiste está en el informe, nos diste muchos detalles de cómo habían sucedido las cosas”, inicia Martínez Camarena. “Usted fue el que me pegó la cachetada en el carro, la patrulla. Me dijeron que si me inculpaba, iba a salir antes. Cuando llegamos al hotel me dijo otro al oído que si teníamos relaciones iba a salir antes. El otro es alto y blanco, y el otro tiene la misma tez que este caballero”, respondió Anastasia, directa, así como se lee el relato. Continuó que “la obligaron a mamar pito” y que el mismo día que la dejaron “en libertad” en el parque, minutos después, otros agentes la subieron a otra patrulla, el día de su aprehensión oficial el viernes 19 de julio. El agente ministerial insistió en que el dicho de Anastasia era una mentira inventada con la intención de “evadir la responsabilidad”, y que después del interrogatorio el jueves 11 de junio, ya no la volvieron a ver. A César René Vargas Meza dijo no recordarlo, pero el ministerial insistió en que él mismo tomó nota y después del interrogatorio hasta le compró dos burritos. “En ningún momento te tocamos, hija, tienes que decir la verdad. Deja que tu madre y hermana descansen. Yo tengo hijas y sería incapaz de faltarte al respeto. Una mentira te lleva a otra y es el momento para que digas la verdad”, le insistió. “No recuerdo si él me entrevistó o no, pero yo estoy diciendo de una culpabilidad que no es. Soy inocente, fui maltratada para dar el testimonio”, refutó Anastasia.