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lunes, octubre 21, 2024
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La oportunidad de Melba

La llegada de la comunicóloga Melba Adriana Olvera Rodríguez a la Comisión Estatal de Derechos Humanos de Baja California, antes Procuraduría de los Derechos Humanos, podría, y solamente podría, hacer renacer esa institución que con viejo o nuevo membrete, ha sido utilizada como moneda de cambio en las negociaciones entre partidos. Particularmente tres: el PRI, el PAN y el PRD, a través de sus representaciones en el Congreso del Estado de Baja California, han llevado a la institución de defensa de los Derechos Humanos a convertirla más en una agencia de colocaciones, que en un espacio real de atención a los ciudadanos. Ya hemos escrito mucho de cómo la titularidad de la ahora CEDH pasó primero a la izquierda del PRD, luego a la derecha panista y, desde hace unos ocho años, al dinosaurio del PRI. La designación de Melba no es la excepción. Sin desacreditar la capacidad que pueda tener la joven, su nombramiento es producto de una negociación donde el Partido Revolucionario Institucional, para no perder la posición que Fernando Castro Trenti ganó para su partido en el sexenio pasado, le apostó a la cuota de género. En el colmo de la grosería y las decisiones políticamente incorrectas, el líder de los diputados priistas, René Mendívil, utilizó a los partidos satélite en el Congreso para promover a Olvera con una terrible premisa, como lo describe nuestra colaboradora Luz Elena Picos en la página 3A de la sección B de esta edición de ZETA: “Es joven, es mujer y es discapacitada”. Obviando la dignidad de la persona y ponderando las diferencias físicas, los diputados -al menos los 24 presentes- se unieron a la propuesta tricolor, luego de negociaciones que nos son desconocidas a los electores, pero que poco a poco habremos de ir descubriendo. Por ejemplo, ya harto de la extorsión política y las denuncias, Arnulfo de León Lavenant, el saliente titular de los Derechos Humanos, denunció cómo del PRI y los cercanos a Castro Trenti, le habían obligado a darles plazas y salarios para los suyos. En la integración del equipo de Melba Olvera, se verá el tamaño de la negociación que la precede. Por ejemplo, si permanecen personas ligadas a ese PRI, como la propia madre de René Mendívil, la señora Olga Contreras, el hermano de Fernando Castro Trenti, entre otros. Ella, y solo ella, Melba Olvera, tiene la oportunidad de romper con la negociación de la que es producto, y darle, entonces sí, y dejando de lado su posición de mujer o sus capacidades diferentes, un rumbo ciudadano y de defensa real de los Derechos Humanos. La pelota, vaya, está en su cancha. Una cancha por cierto muy sucia. El jueves 28 de mayo, un día antes de recibir Olvera la institución por parte de Arnulfo de León, lo que sucedía en las oficinas de la hasta hace poco PDH, era un herradero político por los cargos, las plazas y los salarios. Francisco Castro Trenti y el propio De León Lavenant hicieron de ese día el de su transición. En ZETA está una carta que apresuradamente Castro redactó, solicitando información sobre el personal. Explicaron a este Semanario los aún empleados de la Comisión de Derechos Humanos sobre lo sucedido el jueves 28: “…están despidiendo gente injustificadamente para acomodar a sus aviadores en esas plazas. Francisco Castro está intimidando gente, calificando perfiles para ver quién se queda y quién se va. Se autoproclamó operador de la transición”. Abundaron en tres casos específicos: Miguel Audelo, a quien Arnulfo de León tenía como empleado en su casa, pero cobrando en la Procuraduría de los Derechos Humanos; igual condición en la que estaban Max Caballero y su hijo, cobraban, pero no laboraban en la institución. Pues el jueves, los metieron a las oficinas y los pusieron a trabajar en calidad de visitadores adjuntos, para cuando llegue Melba Olvera, los reconozca como tal, y si los despide, que éstos puedan demandar. Corrieron a otra empleada de trabajo y experiencia para ubicar en su lugar a Carlos Luna, hijo del subprocurador de zona. Además, intentaron despedir al coordinador de la Secretaría Técnica, pero éste, sabiendo cómo se juegan las posiciones, previamente solicitó una ausencia justificada para no prestarse al despido injustificado por parte de Castro o de De León. Quienes ya se van de lo que fue la PDH, quienes encabezados por Arnulfo de León Lavenant, introdujeron a la institución en su peor época, pelean hasta el último minuto los cargos, las plazas, los dineros. Se reparten y despiden trabajadores. Regresan a los aviadores y justifican pagos. De estas irregularidades en la nómina, en las plazas, en los gastos y en las áreas financieras, deberá enterarse Melba Olvera, y decidir si ignora todos los abusos con el pretexto de ver para adelante, y contribuye con ello a la corrupción y la impunidad; o si se corta el cordón umbilical de la negociación política, y se convierte ella, junto con la institución, en un organismo ciudadano, autónomo en sus decisiones, investigaciones y recomendaciones. La oportunidad la tiene Melba. Habrá que esperar un poco para ver hacia dónde se inclina.

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