Se viene ya la elección del bueno, el malo y el feo, palabra que no les creo que abriguen buena intención. Porque siempre nos prometen las peras y las manzanas, nos quedamos con las ganas que cumplan con lo que ofrecen. Yo ya cargo muchos años, setenta más seis corridos, los cuales los he vivido cargado de desengaños. Siempre he escuchado promesas de las nuevas elecciones, pelean por sus posiciones, lanzándose mil ofensas. Entre ellos sacan su ropa a lavar al lavadero, aceptando el quemadero que le hace su misma tropa. Pero todos son tramposos, pelan los huesos más gruesos, jugosos, grandes y tiesos, con tuétanos muy jugosos. Y mientras se van y vienen de colores a color y también del astro sol se tiran con lo que tienen. Poseen riqueza a raudales y la tienen escondida, se dice que es mal habida, los critican de vivales. Y no sé de cuándo acá quieren que den pormenores de sus bienes y amores, pues viven cual Mustafá. No tienen necesidad del puesto para robar, solo quieren ayudar a darnos prosperidad. Mientras tanto ahí van mis bienes en franca declaración para que vea mi nación, mi verdad aquí la tienes. Declaro veinte millones que tengo en el extranjero por temor de que algún ratero me deje hasta sin calzones. Casa grande, otra chiquita, las tengo en El Pedregal, la grande es mi catedral, la otra mi capillita. Ya ven que soy transparente como el agua cristalina, vengo de familia fina, yo no le miento a la gente. Elíjanme pues a mí, que pierda el bueno y el malo, que el feo levante la mano y exclame: ¡Triunfé por ti! Por eso, buen mexicano, no te abstengas de votar, las urnas ve a embarazar, a ver si así yo les gano. Alberto Torres Barragán
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