Una abuelita habla por teléfono al hospital y pregunta tímidamente: “¿Sería posible que alguien me informara cómo está una paciente?”. La operadora contesta: “Encantada de ayudarla, ¿cómo se llama la paciente y en qué cuarto está? Permítame ponerla en espera, mientras hablo con la enfermera del piso para poder informarle”. Después de dos minutos, le informa: “Tengo buenas noticias, la enfermera que en este momento está con ella me dice que Nora va muy bien, su presión arterial y su glucosa ya están en su curso normal, y su doctor, que la vio esta mañana, dice que la darán de alta el martes”. La abuelita replica: “¡Que alegría!, ya estaba preocupada, Dios la bendiga, señorita, por las buenas noticias”. La operadora dice: “Fue un placer ayudarla, pero perdón por la pregunta, ¿Nora es su hija?”. La abuelita le contesta: “No, Nora soy yo, la de la habitación 302, lo que pasa es que no tuve otra opción que internarme aquí en el IMSS y, como a nadie le importa el maldito timbrecito ese, no me daban medicamentos, no me daban comida, la enfermera no iba a verme y el médico hace cuatro días que no aparece, entonces desde antier me vine a mi casa. ¡Estoy llamando para saber si ya estoy bien, y si en ese hospital de pacotilla alguien se dio cuenta que ya me fui!”. Autor: Anónimo del ISSSTE…CALI.
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