Entre aplausos y vítores, risas y abrazos, fue merecidamente homenajeado el poeta Francisco Morales el domingo 21 de junio durante la XXXIII Feria del Libro de Tijuana. Con la participación de Vianett Medina, presidenta de la Unión de Libreros de Tijuana, y Jesús Flores Campbell, Pancho Morales fue distinguido en la Sala Federico Campbell ante la presencia de más de ciento cincuenta personas entre escritores, pintores, lectores y amigos que respondieron a la convocatoria para agasajar al bastante estimado poeta. “Lo más maravilloso que se ha inventado es la palabra”, citó Francisco Morales para inmediatamente dar lectura a algunos fragmentos de uno de sus poemarios más celebrados, “La ciudad que recorro”: “La ciudad que recorro, / la aprendida, / falsa sonrisa exhibe, / prisionera: / detrás del maquillaje / sus ojeras explican patetismos, / áridas ilusiones… / decadencia”. El breve pero festivo homenaje también incluyó la presentación de “La palabra desalmada”, antología poética editada por el Instituto de Cultura de Baja California (ICBC), Fondo Regional para la Cultura y las Artes del Noroeste (FORCA) y el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (CONACULTA), bajo la selección y coordinación de Julieta González Irigoyen y Óscar Contreras Montellano. Obviamente, el querido autor fue asediado por sus lectores que le acercaban algunos títulos para su firma como “La muerte al lado, adentro… conmigo” (1985), “La ciudad que recorro” (1986), “Desolado amor” (1999), “Desencuentros del blues, de los amores” (1991), “Amanecida” (1994), “San Ysidro Zone” (Premio Nacional de Poesía Tijuana 1999), “Tijuana Tango” (2004), “Vasta, informal manera de decir Acteal” (2007), “Cirrus. –nimbus, cumŭlus, strãtus-” (2012) y “Roho”, este último dedicado a Rocío Hoffman. Por cierto, una entrevista realizada por Semanario ZETA a Francisco Morales a propósito de su homenaje puede consultarse en http://zetatijuana.com/noticias/cultura/21421/homenaje-a-francisco-morales Al final del tributo y la presentación editorial, no pudieron faltar las selfies y fotografías que le solicitaban los asistentes, por supuesto el poeta aceptaba con la sencillez y amabilidad que lo caracteriza. “Ha sido para mí una tarde inolvidable”, reconoció Francisco Morales al final de su merecido homenaje.