Danzando cual odaliscas las tengo aquí en mi ventana desde la hora más temprana, me dicen estamos listas. Son cuatro hermosas mujeres con su cuerpo angelical, que en la hora matinal disfruto de sus placeres. Contornean sensual su cuerpo al son de la melodía que el viento toca de día cual más hermoso concierto. Lucen hermoso corpiño que no se quieren quitar, no me quieren excitar, que no se acabe el cariño. No sé de qué tela son los vestidos que ahora lucen y que sus formas traslucen al compás de una canción. Con su cintura de avispa, de fino reloj de arena, la mirada muy serena a mi corazón conquista. Y ahí las miro esperando que me decida por cuál si a las cuatro miro igual, mi mente está divagando. Yo las invito a pasar a mi cama una por una, que al cabo entre la penumbra nadie nos puede mirar. Las jalo y vuelvo a jalar con deseos de seducirlas <p>y después introducirlas a mi lecho conyugal. Pero no logro mi intento por más que las jaloneo, aunque es fuerte mi deseo de sexo me quedo hambriento. Tapado entre las cobijas le doy rienda suelta a mis temores pensando que son mejores los juegos con mis canicas. Alberto Torres Barragán Tijuana, B. C.