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sábado, octubre 12, 2024
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Crímenes por encargo

En la narcoguerra entre células delictivas del Cártel de Sinaloa por el control de la plaza del narcomenudeo de La Paz, Baja California Sur, los cabecillas y responsables de la ola de violencia, recurren ahora hasta crímenes de sus víctimas, bajo tortura, asfixia y golpes contundentes con palos, piedras y fierros. El objetivo –según las primeras evidencias– es confundir a peritos, criminalistas y agentes de investigación de la Procuraduría General de Justicia del Estado (PGJE) y lograr que un asesinato no sea clasificado como “ejecución”, sino como un simple “crimen pasional” y evitar que cuando menos en las estadísticas oficiales el número de muertos por delincuencia organizada no vaya al alza en esta lucha a muerte entre los siguientes: 1.- Jorge Alberto, Felipe Eduardo y Carlos Guajardo García “Los 28”, quienes –según el último mapa delictivo elaborado por autoridades federales y militares— pelean la Zona Sur y la Zona Norte de La Paz y planean entrar a Los Cabos. 2.- José Fernando Torres Montenegro y/o José Francisco Ojeda Torres “El Pepillo”, jefe de la plaza de la Zona Sur de La Paz. 3.- Luis Antonio Montoya Beltrán “Don Carlos” o “El Artista”, nuevo jefe de la plaza de la Zona Norte de La Paz, y sucesor de Rolando González Moreno “El Compadrón”, capturado el 29 de enero pasado por el Ejército Mexicano y la Procuraduría General de la República (PGR). Aun cuando –según un integrante del Grupo de Coordinación de Seguridad Pública de Baja California Sur— “la mayoría de crímenes todavía son perpetrados con pistolas y armas largas en esta guerra”, los primeros casos detectados hasta este momento han sido cometidos por viciosos, ladrones, prostitutas y asaltantes, quienes, mataron por encargo a narcomenudistas hasta por un pago de mil pesos en efectivo. Un caso documentado por Investigaciones ZETA, es el de Elsa Tomasa Cervantes Ancheta, quien fue golpeada y asesinada con una cruceta de llanta la tarde del pasado 5 de mayo en el kilómetro 2.5 sobre el camino vecinal que conduce a la colonia Maurel al sur de La Paz. La joven de 26 años –según la averiguación previa LPZ/069/HOM/2015— fue llevada bajo engaños a un terreno baldío por sus tres victimarios al servicio de la célula de “El Pollo”, y operador de “Los 28”, y muerta a golpes en la cabeza, cuello y cara. La tarde del homicidio, la PGJE encontró una escena de “crimen pasional”, porque –de acuerdo a la experiencia de peritos y criminalistas— “no había evidencias que de entrada hicieran suponer el asesinato por encargo del crimen organizado, en virtud de que no había disparos de arma de fuego en el cuerpo o en la sien de la víctima”. Lo que tenían a simple vista –según uno de los peritos— era “el cuerpo de una mujer delgada tendida sobre el piso de tierra, boca abajo, de aproximadamente de 25 a 30 años, cabello lacio, teñido rubio, frente regular, ojos color café, nariz ancha y labios delgados y con signos de haber peleado”. Los peritos detectaron “huellas de violencia en el cuerpo provocadas por golpes”, y la cual vestía blusa de color azul sin mangas, pantalón de mezclilla y calcetas de color blanco. En la escena del crimen –y según informe— los peritos de la PGJE, encontraron cinco indicios. 1.- Un encendedor de color amarillo marca “Bic”. 2.- Tierra removida en la zona de violencia o forcejeo de forma irregular en un radio de 5.00 x 3.30 metros. 3.- Un calzado tipo tenis perteneciente al pie izquierdo de la víctima de color blanco y marca “Reebok”. 4.- Una pulsera de color blanco. 5.- Un calzado tipo tenis perteneciente al pie derecho de la víctima de color blanco, el cual estaba a 50 centímetros del cuerpo. En el anfiteatro, y tras practicar la autopsia de Ley, el médico legista de la PGJE, dictaminaron que la causa de muerte de la víctima fue por “asfixia por lesiones de golpes contundentes y cortantes en cara y cuello”.   El crimen de Elsa Cervantes   La joven Elsa Tomasa Cervantes Ancheta era originaria de La Paz y vivía en unión libre con un hombre identificado como “Raúl” en un departamento de la avenida Luis Donaldo Colosio esquina Aquiles Serdán en la populosa colonia de “Solidaridad”. La última vez que fue vista con vida por sus padres fue el 20 de abril, cuando celebró su cumpleaños número 26, quien festejó, cenó y se despidió y no volvieron a saber de ella, hasta el 3 de mayo pasado, es decir, 13 días después, y la cual llamó por celular para reportarse y decir que “todo estaba bien”. Las primeras indagatorias de la PGJE arrojaron que la víctima recurría comúnmente a un “picadero”, localizado en la calle Juan Encinas No. 226 en la colonia Ayuntamiento, y la cual es la casa de su amiga Betzabeth González Manríquez “La Betza”. En el punto de encuentro de drogadictos, todo lo acontecido en el bajo mundo, corría rápidamente, porque se encontraban viciosos, ladrones, asaltantes, prostitutas y sicarios, y fue en ese lugar donde se supo que los responsables del crimen de la narcomenudista habían sido las siguientes personas: 1.- Manuel Joel Castro Zavala “El Taxista” 2.- Jesús Cirilo Almanza Cordero “El Grande”. 3.- Wendy Nayeli Geraldo Espinoza “La Wendy”. El día 7 de mayo, es decir, dos días después del crimen, “El Taxista” y “El Grande”, estuvieron en el picadero platicando sobre el crimen de la joven de 26 años, y detallaron que mientras “El Grande” golpeaba a la víctima, “La Wendy” y “El Taxista”, la habían agarrado y sostenido de los brazos. “Lloraba y suplicaba que no la matáramos”, describió Jesús Cirilo Almanza Cordero “El Grande”, después de presumir que era “sicario por encargo” y pertenecía a la célula de “El Pollo” y sus jefes eran “Los 28”. Los viciosos obviamente no creyeron la versión, porque –según testigos— “nunca portaban armas y mucho menos tenían vehículo propio”, sino se desplazaban a bordo del taxi del papá de Manuel Joel Castro Zavala. No obstante, y según las investigaciones de la PGJE, regresaron al día siguiente al “picadero” alrededor de las 5 de la tarde, quienes, llegaron cargados de mucha cerveza y droga conocida como cristal, los cuales estuvieron en el lugar hasta el día siguiente, cuando llegó “La Wendy”, donde se repartieron cinco mil pesos por el crimen de la joven, distribuyendo el dinero de la siguiente manera. 1.- Dos mil pesos para Manuel Joel Castro Zavala “El Taxista”. 2.- Dos mil pesos para Jesús Cirilo Almanza Cordero “El Grande”. 3.- Mil pesos para Wendy Nayeli Geraldo Espinoza “La Wendy”.   La captura   El primero en ser detenido fue Manuel Joel Castro Zavala “El Taxista” en la ciudad de La Paz. Cuando los agentes de investigación de la PGJE, lo capturaron, de inmediato fue sometido a un escrupuloso interrogatorio, y revisaron todas sus pertenencias. En el chequeo de su teléfono celular, los agentes encontraron algunas fotografías de una persona torturada y enterrada en una fosa clandestina, quienes, sorprendidos preguntaron a “El Taxista” sobre el origen de las gráficas. El sicario respondió “soy yo”, por lo que comenzaron a revisar y analizar detenidamente las fotografías y confirmaron que efectivamente se trataba de él, por lo que mayormente intrigados, lo cuestionaron. Durante el interrogatorio, Manuel Joel Castro Zavala, terminó por confesar que “había fingido su muerte”, porque “Los 28 me mandaron asesinar, tras enterarse de que la policía ya sabía que yo, El Grande y La Wendy, matamos a Elsa, y no querían dejar testigos vivos que pudieran involucrarlos en el crimen”. El matón explicó que los sicarios que iban a matarlo “eran mis amigos”, y después de recibir la orden “fueron y me buscaron y me dijeron que la única manera de perdonarme la vida era que me golpearan fuertemente y fingieran mi muerte y enviarle las fotografías a Los 28 y decirles que el jale estaba hecho”. Entonces –según testificó— “me pegaron unos putazos en la cara hasta que se me hinchara, enseguida me amarraron y me tomaron fotografías, luego fuimos a un terreno y cavamos una fosa clandestina y me metieron ahí y me pusieron una venda en la boca y puse los ojos como si estuviera muerto y me tomaron otra fotografía y entonces me sacaron y tapamos el hoyo, y me dijeron vete de aquí porque si te ven ahora sí te matan, y ya estaba planeando irme cuando me agarraron”. El sicario dijo que sus presuntos victimarios le habían perdonado la vida, porque –entre otras cosas— “yo saqué a La China, a La Gaby, y tres personas más, dos morras y un bato, de la casa de seguridad de la colonia Solidaridad, cuando la Secretaría de Marina y el Ejército Mexicano, reventaron la vivienda tras el enfrentamiento que tuvieron la noche del 11 de marzo desde la playa Eréndira hasta cerca del Santuario”. El delincuente dijo que “si yo no hubiera llegado esa noche, todos hubieran caído, y el menor riesgo era que huyeran en un taxi, y por eso, fui y me los lleve a otra casa de seguridad, donde incluso por las prisas hasta su bolsa de mano se le olvidó a La China y sus teléfonos celulares”. Ya “encarrerado”, “El Taxista”, dijo a sus captores que “los sicarios que iban a matarme, y con quienes me aventé algunos jales, andaban encabronados por las órdenes de Los 28, porque decían que no era justo que estuvieran matando a la gente que había jalado con ellos por desconfianza o quitarse una bronca más, cuando uno estaba arriesgando el pellejo y había dado todo, incluso me comentaron que así como querían darme piso a mí, al rato iba a pasar exactamente lo mismo con ellos, y con otros compañeros, y por eso ya muchos no querían jalar con ese grupo”. Después del interrogatorio, “El Taxista”, ofreció el domicilio particular de “El Grande” y “La Wendy”. El primero de ellos fue ubicado y detenido, y la segunda –al cierre de esta edición— fue declarada prófuga de la justicia.   Las confesiones   Durante el interrogatorio, Manuel Joel Castro Zavala “El Taxista”, confirmó su participación en el crimen de Elsa Tomasa Cervantes Ancheta, quien expuso que el 4 de mayo citó a la víctima alrededor de las 4 de la tarde en una tienda Oxxo, localizada en la calle Salmón en el fraccionamiento “Camino Real”. El delincuente dijo que de ahí se dirigieron a su domicilio particular, donde agarró el taxi propiedad de su padre, color rojo con azul, cuatro puertas, modelo 1999, línea Breeze y marca Plymouth. Acto seguido –según el sicario— se fueron a un domicilio particular de un amigo de nombre “Joel” en la colonia Olas Altas, y justamente en ese momento, recibe una llamada del jefe de la célula de sicarios, identificado como “El Pollo”, quien ordena matar a Elsa por instrucciones de “Los 28”. El argumento –de acuerdo a su testimonio— es que “se habían enterado de que Elsa andaba chapulineando, es decir, vendiendo droga en la zona de ellos para la gente de El Pepillo, ofreciéndome que me pagarían 5 mil pesos por el jale”. El matón dijo que sin que la víctima sospechara nada, y tras salir del lugar, fue a la casa de Jesús Cirilo Almanza Cordero “El Grande”, y una vez, estando en el domicilio se bajó y le preguntó textualmente: ¿necesitas dinero?, a lo que como respuesta, recibió un “Sí”, por lo que lo convidó a matar a la joven, el cual rápidamente abordó el taxi. En el trayecto, los dos deciden invitar a Wendy Nayeli Geraldo Espinoza “La Wendy”, quienes tras contactarla por celular, regresan a la casa de “El Grande”, y mientras uno se baja y platica con ella, el otro entretiene a Elsa, y entonces, convencida se sube al taxi y enfilan hacia la carretera al sur. La unidad automotriz avanzó alrededor de 2.5 kilómetros, y entonces se mete por una brecha que conduce a la colonia Maurel, y en el trayecto, se bajan para supuestamente “sacar un clavo de droga” que habían dejado en el lugar y pegarse “una loqueada”. El primero en bajar es “El Taxista” y enseguida “Elsa”, a quien ya abajo, comienza a interrogarla y preguntarle textualmente ¿A quién le estás vendiendo droga?, por lo que Elsa, responde que a nadie, y entonces comienza a jalonearla y pegarle, por lo que comienzan a discutir. Entonces –según el delincuente— “La Wendy” desciende del vehículo y se lanza sobre “Elsa” a golpes, por lo que no se deja y empiezan a golpearse entre ellas a trancazos, patadas y jalones de greñas, y es cuando en un jalón, las dos caen al suelo y forcejean. Durante el forcejeo, “El Taxista” observa en desventaja a “La Wendy”, por lo que instruye a “El Grande”, aventarse “el jale” de una vez, porque es el momento oportuno, por lo que abre la cajuela del taxi y saca una cruceta de metal, con la cual comienza a golpear en la cabeza a Elsa, y como no soltaba a “La Wendy”, entonces se abalanza hacia la cara. La víctima opuso férrea resistencia, a tal grado que entre “La Wendy” y “El Taxista” prácticamente tienen que agarrarla de ambos lados, por lo que “El Grande”, comienza a golpearla con la punta de la cruceta de llantas en la cara y varias partes del cuerpo, hasta que la debilita, y textualmente exclama: ¿Por qué me hacen esto?, y entonces recibe un brutal golpe en el cuello y comienza a convulsionarse. Los tres asesinos –según “El Taxista”— la observan hasta que deja de respirar y moverse y la voltean boca abajo, por lo que limpia la cruceta, abordan el taxi y se van. Terminado el crimen, primeramente dejan en su casa a “La Wendy” en la colonia La Pasión, y después se van en dirección a la casa de otro amigo de nombre Manuel Mendoza Mendoza “El Chapo”, y a quien pidieron permiso para bañarse y “les prestara una ropa, porque se habían aventado un jale”, por lo que se negó y se marcharon, cayendo en la casa de Guadalupe Vargas Navarro “El Vargas”, a quien pretendieron vender la cruceta metálica, y “deshacerse del arma criminal”, pero en ésas estaban, cuando repentinamente aparece el padre de “El Taxista”, y pide la entrega del vehículo, y se va dejándolos a pie. En su declaración, Jesús Cirilo Almanza Cordero “El Grande”, confirmó la versión de “El Taxista”, y dijo que “El Vargas” se negó a comprar la cruceta metálica, porque “no sabía de dónde la habían sacado”. Finalmente, terminó por aceptar que el crimen que cometieron es “una nueva modalidad que están utilizando los sicarios para no dejar huellas de armas de fuego y confundir a las autoridades sobre si es un crimen pasional o un delito del crimen organizado, donde inclusive la gente que están contratando ya es de un perfil mucho más bajo, como viciosos, ladrones, asaltantes y hasta prostitutas que están contribuyendo en esta guerra por la plaza”.     Los últimos asesinatos   Fecha Víctima Apodo Lugar 21 de Mayo Víctor Manuel Alvarado   Fue ejecutado en estacionamiento de Casino Fortune en avenida Forjadores y El Triunfo en fraccionamiento Bellavista en La Paz 22 de Mayo José Ramón Cruz El Moncho Fue ejecutado en calle San Gregorio y San Ernesto en colonia San Miguel II en La Paz 22 de Mayo José Arturo Madrid Félix El Güero de Sinaloa Fue ejecutado en San Gregorio y San Ernesto en colonia San Miguel II en La Paz 24 de Mayo Fabiola Patricia Estrada Zazueta   Fue ejecutada en calle San Martín y Santa Bárbara en Santa Fe en La Paz 24 de Mayo Valerio Ramírez Ruiz   Fue ejecutado en calle San Martín y Santa Bárbara en Santa Fe en La Paz   Fuente: Investigaciones ZETA  

Autor(a)

Redacción Zeta
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Redacción de www.zetatijuana.com
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