La ligereza, evidente a partir de su comportamiento público y la ausencia de estrategias exitosas para contener la violencia cada vez más frecuente en Tijuana, hace ver a Alejandro Lares Valladares, quizá falto de preparación, capacidad y talante para en estos momentos, encabezar la Secretaría de Seguridad Pública de Tijuana. Al respecto, hace unos días me comentaban algunos interlocutores: “Pero qué prefieres, una persona como Lares o alguien como Santillana”, en referencia a la desafortunada comparación al primer secretario de Seguridad en el trienio de Jorge Hank, Ernesto Santillana, ciertamente una persona que se manejó bajo la sospecha de la criminalidad y el auge de los comandos negros durante su administración. Realmente las comparaciones sobran. Se puede decir que en materia de secretarios de Seguridad Pública en Tijuana, ha habido de todo. Desde aquellos que como Santillana representaban a su patrón, o como en el mismo trienio Javier Algorri, que hizo intentos por contener la criminalidad en la misma Policía Municipal. Ha habido también secretarios que en el contexto en que les tocó hacer frente desde la institución a los cárteles de la droga, los narcomenudistas y los rateros y asaltantes, dieron lo que pudieron. Cada uno ha aportado, pues, algo a la corporación que ahora se ve atacada y sobrepasada no solo por los criminales organizados, sino por la delincuencia común. Cuando Alberto Capella Ibarra tituló por primera vez la Secretaría de Seguridad Pública Municipal, hizo una labor en beneficio de una clase poderosa que se había visto amenazada y vulnerada por las células del Cártel Arellano Félix. Los empresarios tuvieron con Capella actos de agradecimiento. Luego llegó el Teniente Coronel Julián Leyzaola, quien en coordinación con el Ejército Mexicano al que pertenece aun en el retiro, se organizaron para depurar -incluso con malos resultados a la larga- la corporación policíaca e ir desmantelando las bandas del CAF. Otra vez Capella, con otra actitud, quizá más protagonismo pero igual el reto de unir a los elementos policíacos desunidos entre detenciones, sospechas de corrupción y falta de credibilidad. Siguió la organización de Leyzaola en los distritos de seguridad, le dio facultades a los mandos medios, presencia y compromiso. Y luego llegó Lares, que si hace Usted la desafortunada comparación, pues no le ha puesto un sello de su personalidad a la Policía Municipal de Tijuana. Cosa contraria, de la mano de su directora de Policía, Patricia Sida, han navegado en el mar de dejar hacer, dejar pasar tanto en denuncias contra sus policías, como en denuncias ciudadanas que no son atendidas. Se nota la ausencia de una estrategia clara, precisa y contundente de combate a la inseguridad, cuando cada vez más en las calles de Tijuana suceden asaltos, robos, extorsiones, homicidios, que están haciendo caer incluso a personas inocentes y menores vulnerados. Al Semanario ZETA, por ejemplo, cada semana lectores y residentes de esta ciudad nos hacen llegar sus inquietudes y denuncias ciudadanas anónimas. Lo más frecuente es que se quejen de la presencia de vendedores de drogas en las colonias de Tijuana, a los que ven impunemente continuar con su ilícita actividad, y ser frecuentados esos lugares por elementos de la Policía Municipal en claros actos de corrupción, protección de criminales y ordeña de recursos ilícitos, mordidas, pues, a los criminales. Este escenario de dejar hacer, dejar pasar la corrupción al interior de la corporación y la falta de estrategias exitosas -porque es obligatorio que tenga estrategias, solo que es evidente, no dan resultados-, nos llevan a una escala de violencia. Va: Un delincuente empieza cometiendo delitos menores y aprende a burlar la Ley, a conocer el entorno policíaco y jurídico para, de manera sistemática, ser detenido y obtener su libertad en un círculo vicioso oficial que abona al crecimiento del nivel de los delitos cometidos. Ya en una ocasión, publicamos un reportaje de Isaí Lara donde daba cuenta de rateros que en este sistema escalaron hasta convertirse en homicidas o vendedores de droga. Con 54 ejecuciones tan solo en los primeros 21 días del mes de mayo, Tijuana se va colocando en los primeros sitios de ciudades -otra vez- peligrosas. Ello significa que más de dos personas han sido asesinadas cada día de mayo de 2015. En total, en los primeros cinco meses de este año se han contabilizado 210 asesinatos violentos, con consecuencias fatales para inocentes que caen como víctimas colaterales. No se trata, pues, de decir si Alejandro Lares debe irse o quedarse en la corporación, tampoco pensar si es menos peor que algunos de quienes le antecedieron en la Secretaría de Seguridad, pero sí decir que de acuerdo a los niveles de inseguridad en Tijuana que van en incremento alarmante, podría no tener la capacidad para contenerlo. Otra persona se hacía la difícil pregunta: ¿Y a quién ponemos? Es decir, si Lares se va, ¿a quién ponemos? Esa es una cuestión que corresponde exclusivamente al alcalde de Tijuana, Jorge Astiazarán Orcí, y a su equipo de asesores y nadie más -aunque se presume la autoridad norteamericana debe avalar el nombramiento-, y no es cualquier compromiso. En prenda va el prestigio propio del presidente municipal y la seguridad de los tijuanenses todos. Hace unos días, un lector ya cansado de la impune situación, escribió esto a ZETA: “Nuestra comunidad Urbi Villas del Prado 2a sección es un caos en cuanto a inseguridad, vandalismo de los jóvenes, venta de drogas y gente que vive en las casas abandonadas pero que roba a los vecinos. En particular la privada Canarias frente al kinder lo grafitean a cada rato e incluso se han metido a grafitearlo. En esta privada hay venta de droga en varias casas, un muchacho es el halcón trae su radio para avisar los movimientos… hay una señora que se cree la dueña de las casas solas, mete a los viciosos y les cobra renta, es la que tiene la desfachatez de gritar a la hora que sea que se siente muy protegida dice que su hermano es municipal y otro ministerial. Cosa que creemos pues la Policía no se aparece en esta privada y algunos dicen que sí la protegen. Ya estamos hartos y con temor de que en algún momento vayan a cometer una cosa bárbara. Algunos vecinos se han ido por este motivo y otros están optando por armarse pues dicen o ellos o nosotros, cómo podemos hacer que los encierren o correrlos de aquí, nosotros nos embarcamos con estas casas y no es justo irnos y perder nuestro patrimonio. ¿Con quién podemos acudir? Ayúdenos por favor”. En contraste, un residente de otra zona de Tijuana, escribió a ZETA para informar lo que ha visto: “Alejandro Lares pasa por lo regular todas las tardes en Verona Residencial, mientras su grupo de escoltas espera hasta entrada la noche. Por el tiempo que está ahí, se ve que el secretario trabaja de lunes a viernes y hasta las 6 de la tarde”. Los comentarios que nos llegan a nuestra página electrónica www.zetatijuana.com, a nuestros correos electrónicos, por la vía postal a nuestras oficinas y en nuestras redes sociales, refieren un hartazgo social de las condiciones en que se encuentra la Policía Municipal y cómo no están actuando a favor del ciudadano, ni en prevención, ni en atención. Lares dice a los suyos que trabaja mucho, que se coordina y anda en retenes, que trae un equipazo de inteligencia, que va de aquí para allá, pero es evidente, en la realidad de las cifras, en las calles de la ciudad y en el sentir ciudadano, que eso, en el actual contexto de inseguridad y violencia entre varios cárteles de las drogas en la zona, no es suficiente. Aguas.