Tras los hechos violentos ocurridos durante y después del partido de fútbol entre el Atlas y las Chivas y que dejó saldo de nueve lesionados y 10 personas detenidas la tarde del domingo, el Estadio Jalisco fue clausurado por el Ayuntamiento de Guadalajara. La invasión de la cancha por parte de más de medio centenar de aficionados de la Barra 51 del Atlas desató una serie de riñas e intentos de agresión a algunos jugadores, principalmente al técnico de los rojinegros, Tomás Boy. Durante el segundo tiempo el partido fue interrumpido durante unos 15 minutos, tiempo en el que la Policía Municipal de Guadalajara y otras corporaciones policiales pudieron controlar y sacar a los barristas del terreno de juego. Afortunadamente para este encuentro de cuartos de final de la Liga Mx el Ayuntamiento tapatío había solicitado el apoyo de policías de los municipios de Zapopan, Tlaquepaque, Tonalá y Tlajomulco de Zúñiga, quienes tuvieron que intervenir para contener a los vándalos. José Ángel Campa Molina, secretario de Seguridad Ciudadana de Guadalajara, ordenó la entrega de las personas detenidas al Ministerio Público para que se realicen las investigaciones del caso y se deslinde su probable responsabilidad en hechos delictivos. Autoridades municipales informaron que en la trifulca resultaron lesionados tres aficionados ajenos al conflicto, tres elementos de seguridad privada dependientes de Clubes Unidos de Jalisco A.C. y tres de los barristas que participaban en los disturbios. Luego de la derrota de 1-4 ante Chivas y la violenta reacción de un sector de la afición rojinegra, el presidente del Atlas, Gustavo Guzmán, aseguró que habrá cero tolerancia y que de manera indefinida se prohíbe la entrada de los barristas al Estadio Jalisco.