Un Sol eclipsado

La accidentada gira de Luis Miguel por la República Mexicana ha puesto de nuevo en el ojo del huracán al cantante mexicano, ahora ante la serie de cancelaciones, demandas y multas que se han dado en lo que va del año. Primero fue la cancelación en Mérida, Yucatán, argumentando que el helicóptero que lo llevaría a la cita con sus fans tenía fallas mecánicas, y después, el recital que ofrecería en Sinaloa, donde el promotor de la gira informó que “El Sol” no actuaría por problemas de logística y no por las bajas ventas registradas. A estos hechos se suma la reciente multa que “LuisMi” recibió por parte de la administración del Auditorio Nacional por un millón de pesos, a raíz de los retrasos de una hora en los 12 conciertos que ofreció en la Ciudad de México de enero a marzo de este año. Por si eso no fuera poco, el cantante pasa por una mala racha donde la palabra éxito se ha visto minimizada, además de las constantes burlas por su sobrepeso y lo avejentado que luce su rostro. Además, las críticas por parte de sus seguidores sugieren que les queda debiendo al termino del espectáculo, puesto que ofrece un show demasiado corto y con los temas de siempre, creando con ello polémica y malestar entre el público que ha asistido a sus últimas presentaciones. “Me queda debiendo primero por no tener un disco nuevo, luego del último disco de 2010 no lo promovió, había canciones muy buenas y nunca salieron en la radio. El show no cambia nada desde ‘México en la Piel’, que incorporó el mariachi; no se cambia de ropa, su vestuario es anticuado, podría ser conservador y elegante como Michael Bublé, pero no. No me gusto que cantara en palenques, eso demeritó su show y lo hizo uno más, sin ofender a quienes cantan ahí (palenques). Luis Miguel era único y sus shows eran de primer nivel, con grandes músicos y tecnología de primera”, declaró a ZETA Óscar López, uno de sus seguidores. Pese al viento en contra en su carrera, la presentación de Luis Miguel en Tijuana, el sábado 28 de marzo, se vivió diferente. La gente se rindió a sus encantos, aun cuando también cantó muy poco (33 temas entre popurrís y mariachi en hora y media de concierto), enganchando a los más de 8 mil 500 asistentes, haciéndolos vibrar de emoción en cada tema interpretado, en una Plaza Monumental donde demostró su extraordinario poder escénico. Luciendo un traje en tonos oscuros, el intérprete apareció en el escenario a las 9:28 pm, al sonar del tema “Quién Será”, el cual arrancó los aplausos y suspiros de los tijuanenses que, dispuestos a pasar una noche encantada, se dejaron seducir por la voz del mexicano. “Cómo va Tijuana. Eso, eso, eso, eso… Muy buenas noches, arriba conmigo, ¡arriba conmigooo!””, gritó Luis Miguel en el único momento que dedicó para dirigirse a sus fans, para luego solo interpretar tema tras tema en una simbiosis entre músicos, artista y público. En el escenario se vio a un Luis Miguel despreocupado, sonriente, a veces divertido, que más allá de molestarse porque caía agua del techo del escenario por la brisa de esa noche, bromeó ante lo sucedido, volteaba con el público, se reía, miraba hacia arriba y volvía a reír; se limpiaba el rostro y seguía cantando, mientras alguien de su staff  limpiaba el piso y colocaba una alfombra, para prevenir una caída. “Tan Solo Tú”, “Dame tu Amor”, “Suave”, “Amor, Amor, Amor” y “Sol Arena y Mar”, iniciaron el viaje musical acompañado por una excelsa orquesta y una corista que se robó las miradas de algunos y la admiración de otros, haciendo buena mancuerna con el artista. Un escenario en el que una gigantesca pantalla de luces led funcionó para mostrar la imagen del cantante que pudo ser apreciado hasta el último lugar de la “Monumental”, sirvió también para que los presentes pudieran fotografiarlo desde cualquier lugar. El ambiente se tornó de romance cuando “Micky” dio paso a “Todo o Nada”, “Sabor a Mí”, “Sin Ti”, “Hoy el Aire Huele a Ti”, entre otras, mientras la gente se rindió en aplausos. Alcanzando tonos que hacían vibrar de emoción, se dio paso a la música mexicana, que junto a la complicidad del mariachi, ejecutaron a la perfección las emblemáticas y nunca olvidadas canciones “El Son de la Negra”, “Viajero”, “La Bikina”, “Échame a Mí la Culpa”, “Sabes una Cosa”, “Cielito Lindo”, cerrando el bloque con “Qué Bonita es mi Tierra”. Orgulloso de sus raíces, matizando cada tema y unido en la pasión que significa interpretarlos, el público también participó del mexicanísimo fragmento que esa noche regaló Luis Miguel, quien por momentos dejaba de cantar para escuchar el gigantesco coro que le mostraba su admiración y cariño. A cambio, él les regalaba una gran sonrisa. Con sus pasos característicos y sus movimientos encantadores, los gritos y piropos no se hicieron esperar, con más fuerza cuando llegaron las canciones del recuerdo: “Separados”, “1+1: a 2 Enamorados” y “Directo al Corazón”, momentos de disfrute y de entrega total, para cerrar su presentación con el tema que le da título a su gira “Deja Vu” y “Labios de Miel”, dejando el escenario al que no regresó para interpretar la clásica “otra”, ante la insistencia del público. La de Tijuana fue la segunda cita de 2015 para el cantante en Baja California, el recorrido inició el viernes 27 de marzo en la Plaza Calafia de Mexicali, la cual lució sin abarrotar (solo convocó a 3 mil 500 personas).   Renovarse o morir   La poca convocatoria que Luis Miguel ha logrado en “Deja Vu”, su más reciente gira por la República Mexicana, es consecuencia del hartazgo de sus fanáticos, que ven en el repertorio del astro mexicano más de lo mismo. Un show predictivo, sin cambios significativos desde su gira “Grandes Éxitos” (2010), en el cual presentó su sencillo “Labios de Miel”, cuyo disco salió al mercado ese mismo año; dicho tema sigue cerrando sus conciertos en 2015. Asimismo, sus constantes pleitos con Warner lo tienen congelado para lanzar un álbum que lo renueve. El artista tiene pendiente un homenaje a Agustín Lara, pero mientras no llegue a un arreglo con su casa discográfica, seguirá cantando las mismas historias, sin ofrecer ese plus necesario para volver a brillar en el escenario.