Ingresando por el Paseo Playas, la obra luce majestuosa. Tupidamente iluminado de extremo a extremo, el túnel de 439 metros de longitud, con 12 metros de ancho y 10 de alto, constituye una obra única en la región, todo “un reto para la ingeniería”, asentaron en la Secretaría de Comunicaciones y Transportes (SCT) sobre el Segundo acceso a Playas. Ocho años tuvieron que esperar los habitantes de la delegación Playas de Tijuana para ver concluida su segunda opción para ingresar o salir a la demarcación. La obra consta de un túnel falso y un puente vehicular que cruza la carretera escénica, permite conectar la zona de Costa Azul con el Libramiento Rosas Magallón, a través del Bulevar Salvatierra; pero es en esta vialidad de enlace donde surgen los peros que motivan la inconformidad de los residentes. Carente de iluminación en cuando menos siete kilómetros de longitud, sin señalamientos viales ni nomenclatura, sin antirreflejante, sin línea de separación de carriles o sin indicadores de alineamiento (comúnmente conocidos como fantasmas) -herramientas preventivas necesarias en toda vialidad-, el Bulevar Salvatierra asemeja una boca de lobo que vuelve inseguro su tránsito al caer la noche. Atravesando el túnel falso, acaso medio kilómetro de la vialidad se ilumina con las cinco lámparas colocadas por la SCT a cada lado, hasta ahí llegan los 4.5 kilómetros de rodamientos construidos por la dependencia federal, tramo por el cual se responsabiliza. Improvisada apertura
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