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domingo, octubre 13, 2024
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Presidente Embajador

En la búsqueda de Internet aparece una página donde se van recopilando, exclusivamente, los viajes del Presidente Enrique Peña Nieto. En total, si esta información en línea tiene credibilidad –que es harto similar a la publicada en la página de la Presidencia de la República– el ocupante sexenal de la Silla del Águila ha realizado 28 viajes al extranjero en 27 meses de gobierno. Lo que indica que en promedio –así como gustan los políticos de promediar las casas construidas cada día de su gobierno– Peña ha viajado todos los meses fuera del País. Cuando eso sucede, los mexicanos podemos ver en televisión nacional, dado que esos medios son los que “cubren” las giras presidenciales por el extranjero, a un Presidente feliz, regocijante, atento, vestido de gala, a veces a la usanza, brindando, paseándose, y en los viajes que implican realeza –política, monárquica, religiosa– se le ve pleno a Peña acompañado de su familia en indistintos besamanos. En el extranjero el presidente sonríe. Se divierte, y de paso, quizá hasta en reuniones cerradas y en corto, promueva a México. Públicamente se le escucha hablar de su tema (¿se ha dado Usted cuenta que el Presidente es monotemático?), ya sabe, sus reformas estructurales que –según dice, tal vez hasta lo crea– con suerte algún día sacarán al País de la monserga en la que se encuentra en términos económicos, políticos, de desarrollo urbano, sociales y de inseguridad. Cuando está en México, al Presidente se le ve otro semblante. Demacrado, acorralado, perdido, enfermo y molesto; en una ocasión incluso y a propósito del caso Ayotzinapa y la revelación de la existencia de la costosísima Casa Blanca a nombre de su esposa, se le vio enojado, y al micrófono, a gritos, indignado, ante quienes él y solo él, señaló de “desestabilizadores”, sin dar razón, ni señal, ni nombres ni filiaciones. Pocas entrevistas concede en México a medios nacionales o locales. A no ser que sean aquellos que bien le acomodan a su proyecto de nación, o en bola como aquella notoria y poco célebre que organizó –asegún– el Fondo de Cultura con José Carreño Carlón como el moderador. Pero cuando está en el extranjero, Peña Nieto da entrevistas a medios internacionales, no solo él, su alfil Aurelio Nuño ha dado perlas de frases sobre lo que ellos ven como idiosincrasia del mexicano. Peña ha hablado tranquilamente con periódicos de Inglaterra, de España, de los Estados Unidos, igual con cadenas internacionales de televisión para escuchas sajones y para escuchas hispanos. Allende las fronteras, allende los mares, el Presidente de México se ve bien, se ve que se siente bien, alejado de los problemas que aquejan a los mexicanos. Como si estuviera de vacaciones, pues. Mire, mientras en México vivimos una recesión económica que solamente afecta a este país, pero que no se reconoce por nuestras autoridades, el Presidente y su familia, su esposa, sus hijas e hijastras, su hermana, su cuñada, y demás invitados, convivieron con la realeza inglesa y visitaron los sitios turísticos de Londres de la mano de un privilegiado estatus de “La Primera Familia de México”. Se vistieron con ropas lujosas y se calzaron de igual manera. El presidente ya había dicho en una ocasión, que él no era un mexicano rico, igual su esposa pues prácticamente se gastó la fortuna que le pagaban en Televisa, en una sola casa, pero la vida de los Peña (y la familia ampliada) sigue aderezada de pompas. Durante el segundo trienio de los seis años del Presidente Felipe Calderón Hinojosa, México sucumbió a una recesión internacional que afectó sobremanera a la economía de los Estados Unidos y por lo tanto a la mexicana tan ligada a ella. Eso fue de 2008 a 2010, años difíciles aquellos. Pero la recesión que hoy vivimos, la de 2013-2014 (y lo que venga), es una crisis que no afecta a nadie, solo a nosotros. Mientras el peso mexicano se sitúa a los 15.95 por dólar americano, el euro está prácticamente al uno por uno con el dólar cuando en 2008 comprar un euro costaba a los norteamericanos más de 1.25 de dólar. La diferencia pues, entre esta crisis y la del 2008 es que ésta nos afecta a los mexicanos.</p> Pero eso el Presidente no lo dice en el extranjero, al menos no en las entrevistas que concede o en las apariciones públicas que destacan de él. Tampoco habla de la crisis de inseguridad, del caso de los 43 normalistas desaparecidos –y presuntamente ejecutados– a seis meses de sucedidos los hechos. No toca el tema de los políticos encarcelados, de los políticos y gobernantes que son víctimas de balaceras, persecuciones. Menos de los miles de ejecutados. No le hemos escuchado en el extranjero a Peña aclarar cómo es que quiere manipular en el Poder Judicial al proponer como Ministros –ya van dos ocasiones– a políticos de partido sin experiencia en materia judicial, pero con antecedentes de amistad, intereses y labores hacia su persona. De todo eso que afecta a los mexicanos, el Presidente no dice ni pío en el extranjero, vende sus reformas, las polémicas reformas como la energética –ahora la frenada privatización del agua–, la fiscal que ha sumido a los mexicanos en la pobreza, la informalidad y los va convirtiendo poco a poco en defraudadores fiscales. Que en los medios nos reporten, sin haberlo escuchado de viva voz, que la Reina de Inglaterra Isabel II, dijo estar de acuerdo con las reformas de Peña, es de plano darle una bofetada al sentido común de los mexicanos, y confirmar la internacionalización de los bienes y los recursos de la patria. Feliz, pues, el Presidente en el extranjero, iracundo, distraído y repetitivo en México. A Peña el papel de Embajador le va muy bien. Demasiado… 

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