Una vez más los billetes serán la discordia. Y nada menos que en la clase empresarial. Luego que el nuevo dirigente del Consejo Coordinador Empresarial de Mexicali, Don Mario García Franco, se declarara -como buen empresario y buen mexicano- contra el Impuesto sobre Nómina que cobra el Gobierno de Baja California a las empresas por cada uno de los trabajadores que tienen, en Tijuana ya le salieron detractores. Por increíble que parezca, los empresarios organizados de este municipio sí quieren que el Impuesto sobre Nómina permanezca, pero no porque les guste pagar más a la Hacienda estatal, sino porque de la suma recaudada, les toca una tajada que les permite, como empresarios organizados, lucirse con dinero ajeno. En efecto, mientras José Guadalupe Osuna Millán como gobernador les daba un alto porcentaje del Impuesto Sobre Nómina para que “invirtieran” en distintos sectores, su sucesor, Francisco Vega de Lamadrid, disminuyó la suma a un mínimo porcentaje, acaso unos 50 millones comparados con los casi 300 que se quedaban años atrás. Ese dinero lo utilizan –según- para promover el crecimiento y desarrollo a nombre de organismos empresariales, pero con recursos provenientes de los ciudadanos. El apoyo que les dan a través del Fideicomiso de Desarrollo Empresarial (FIDEM) permite a los empresarios, por ejemplo, comprarle las camaritas de vigilancia a Alejandro Lares, a razón de más de 100 mil dólares, para que cada elemento de la Policía Municipal la porte en la solapa y pueda grabar lo que sucede; el sistema imperfecto permite a los oficiales manipular la imagen o apagar y encender cuando les dé la real gana. En eso se invirtió parte del dinero del Impuesto Sobre Nómina. Por eso los de Tijuana se enfrentarán al de Mexicali en el CCE. En pocas palabras, están a favor del gravamen, de la dádiva a los empresarios y a presumir con dinero ajeno. Por cierto, uno de los empresarios que no está tan convencido con el FIDEM, sugirió empezar un fideicomiso con el dinero de los hombres y mujeres de negocios -y no del gobierno y los bajacalifornianos- para, ahora sí, regresar a la entidad algo de lo que se llevan. ¿Se atreverán a cortar una flor de su jardín?