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domingo, octubre 13, 2024
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La rebelión en San Quintín

En medio de un gobernador que esconde la cabeza y manda a la línea de fuego a funcionaros menores que frivolizan el tema, la desesperación y el repudio estallaron en el Valle de San Quintín, tras muchos años de ser ignorados en sus denuncias de explotación y miseria en los campos agrícolas. De hecho, la tónica de indiferencia y solapamiento por parte de autoridades de los tres órdenes de gobierno, se mantuvo durante las primeras horas de saqueos y bloqueos en la Carretera Transpeninsular. No les preocupó mayormente hasta que no vieron amenazadas las instalaciones del Centro de Gobierno del Estado de Baja California y a algunos de sus funcionarios. La convocatoria a la que conminó la Alianza de Organizaciones Nacional, Estatal y Municipal por la Justicia Social (AONEMJUS), a la que respondieron casi la mitad de los 75 mil jornaleros que contabiliza tal frente, que arrojó como primera consecuencia  la paralización de toda actividad comercial y de servicios básicos, fue un problema menor  que no interrumpió el sueño de ninguna autoridad, pese a que se anunció, arrancaría a las 3:00 am del martes 17 de marzo. Después de dos mesas de diálogo frustradas, una el 15 de octubre de 2014, y otra el 22 de enero del presente año, en las que los jornaleros organizados consideraron que no se tomó con seriedad su pliego petitorio, toda vez que no estuvieron presentes los principales actores, la titular de la Secretaría del Trabajo y Previsión Social ni representantes sindicales, menos aún la parte patronal. En cambio, arribaron funcionarios menores a darles “más atole con el dedo”. “Ninguna de las autoridades que tenían que estar, así que definitivamente nosotros también abandonamos esas mesas de trabajo, porque ellos no fueron capaces de llamar a los representantes de los agricultores o a los apoderados legales de las empresas, ni a los representantes de los sindicatos”, informó a ZETA la tarde del lunes 16, Fermín Salazar, uno de los líderes de la AONEMJUS. Por ello, el punto de quiebra llegó la madrugada del martes 17 de marzo. A las 3:00 am empezó la movilización para bloquear puntos estratégicos de la carretera, principalmente en zonas aledañas a los ranchos agrícolas a los que acusan de vejación y excesos, y ahora con la exigencia de la presencia física del gobernador Francisco Vega de la Madrid en las mesas de diálogo, así como también la visita del secretario de Gobernación, Miguel Osorio Chong. Y con una advertencia: “Responsabilizamos al gobierno de cualquier acción que pueda tomar en contra de esta organización, en contra de los dirigentes, porque se les dio suficiente tiempo para poder platicar con ellos, y como no lo hicieron, la gente ya está cansada… son miles de trabajadores”. Y una vez más mandaron su pliego petitorio, con copia al Presidente Enrique Peña Nieto, en el que se incluyen como puntos básicos el respeto al derecho laboral para los trabajadores agrícolas, revocación del contrato colectivo firmado por la CTE y CROC, afiliación al Seguro Social, pago de todas las prestaciones de Ley como aguinaldo, vacaciones, horas extra, desaparición del salario compactado, sueldo de 300 pesos al día, respeto a los derechos de las madres trabajadoras y fin del acoso sexual por parte de mayordomos y patrones. Son doce empresas en concreto a las que señalan de darles trato de esclavos y violar los más elementales derechos humanos y laborales, algunas de estas compañías cuyos dueños son sabidamente ligados a funcionarios y políticos tanto del PRI como del PAN. Como la peor de todas, señalan a la compañía Santa María de Los Pinos, según diferentes jornaleros y otras fuentes consultadas por ZETA, propiedad de los hermanos Víctor y Antonio Rodríguez, este último, ex secretario de Fomento Agropecuario en el Estado. Misma situación en la que se encuentran las empresas Valladolid y Aragones, propiedad de Manuel Valladolid Seamanduras, actual secretario de Fomento Agropecuario, por lo que lo convierte en juez y parte. El resto de patrones y empresas acusados son: Librado Heredia, Empaques Los Martínez, Mendoza Delgado, Olmos Viva Orgánica, El Capricho, Los Aragón, Agro Industria del Valle, Sabino Becerra, Felipe Ruiz; así como Driscoll, empresa desde la cual salen todos los camiones que se llevan los productos del Valle hacia los Estados Unidos.   Sin Ley y sin nada Todo el Valle de San Quintín amaneció en una calma tensa, como en estado de sitio, la carretera desierta, los comercios cerrados, sin servicio en los bancos ni en tiendas Oxxo, y las gasolineras abandonadas; tal como se ven los pueblos fantasmas en las películas. Los pobladores solo daban señales de vida en ciertos puntos, precisamente en los tramos de la carretera que fueron bloqueados con llantas quemándose, piedras, bloques de cemento y murallas humanas armadas de piedras y palos, dispuestos a descargar la furia acumulada. Algunos más álgidos que otros, los puntos tomados fueron el puente de la colonia Vicente Guerrero, frente al Centro de Gobierno, puente del Rancho Los Pinos, la “Y” del Ejido Papalote, Puente de San Quintín, Ejido Díaz Ordaz, Las Cruces, Santa María, Camalú, Puente de Punta Colonet y la empresa Driscoll. Pronto los ánimos se exacerbaron y, amparados en la “bola”, los pañuelos cubriendo los rostros y la nula vigilancia de las diferentes policías, los manifestantes, aún con las instrucciones de sus líderes de recurrir a la violencia ni actos vandálicos, como “ábranles el paso, nada más a ellos, reporteros, camiones con turistas y ambulancias”, fueron desobedecidas al calor de la protesta.  Camalú se volvió una de las zonas más violentas, donde el líder de la alianza de jornaleros llamaba a la tolerancia y advertía que aquel que fuera detenido por altos vandálicos no sería rescatado de la cárcel: “Con esa actitud lo que estamos peleando se nos puede ir de las manos, y seguiremos otros 15 o 20 años más”. “Dejemos libres los camiones, para demostrar la buena voluntad que hay para dialogar con el Gobierno del Estado, abran el paso, por culpa de ustedes no se va a arreglar nada en la mesa de diálogo”, era la exigencia que no se obedecía.  En cambio, los jornaleros justificaban su actitud: “¿Ah sí? ¡Nomás porque son ricos! Se van riendo de nosotros, ellos riendo, ¡y nosotros sufriendo!”. “Si vinimos a parar al gobierno, ¡que sean todos parejos!”, “¡Sean gringos o japoneses, ellos bien a gusto con aire acondicionado, en la playa, con tele, en buenos restaurantes!, y los oaxaqueños sufriendo aquí en el polvo y en el sol”. Mientras tanto, la multitud enardecida, entre la que se infiltraron personas ajenas al movimiento, saquearon las pocas tiendas que se atrevieron a abrir ese día, pese a las advertencias que les hicieron días antes. En Camalú saquearon el mercado de autoservicio El Reloj, donde familias entraban como en día de hacer el súper, a surtir la despensa, y los jóvenes robaban celulares, cervezas, botellas de alcohol y lo que se podía. Mientras en la delegación, que está justo enfrente del establecimiento, policías municipales nomás observaban y terminaron por esconderse. En San Quintín sufrieron el mismo atraco el mercado Padre Kino y un Oxxo. El Puente del Arroyo Santo Domingo en Camalú fue el punto elegido para sostener una mesa de diálogo donde por horas y horas, líderes de los jornaleros y decenas de familias esperaron al gobernador Francisco Vega de Lamadrid, quien prometía llegar, luego decía que siempre no y después les cambiaban de sitio, “porque no estaban dadas las condiciones” de llegar al lugar propuesto por los trabajadores del campo. La multitud que aguardó toda la tarde bajo el sol y el polvo empezaba a enardecerse, y los líderes llamándoles a la paciencia: “No vamos a sentarnos a platicar a escondidas con el gobierno. No queremos hacer nada a espaldas de ustedes, como lo han hecho los sindicatos”. Pero el mal humor ya dominaba, y más cuando recordaban las palabras que días antes les había dicho la secretaria del Trabajo, Juana Pérez Floriano: “Los jornaleros no tienen problemas con su patrones, trabajan en armonía”, afirmando que inspeccionando a las empresas agrícolas no habían encontrado irregularidades, e incluso había jornaleros que ganaban “500 pesos diarios”. “Los jornaleros quieren ganar más que los patrones, se pasan, ¿no?”, les habría dicho por otra parte la propietaria del restaurant Sinaloa en Camalú. O como el caso de la señora Alma Castro, que dijo que la esposa del delegado Moisés Avalos también se burla de ellos: “Con 20 pesos al día alcanza muy bien”. El gobernador nunca llegó, por lo menos no a tierra, sino que de lejitos, un helicóptero sobrevoló la zona, dio un par de vueltas en círculo sobre los manifestantes del Puente Santo Domingo, donde ya se habían formado vallas de mujeres y niños para darle una afectuosa bienvenida al mandatario, pero éste mandó decir de nuevo que “no estaban dadas las condiciones”, y cambió el lugar de reunión en el hotel La Misión, adonde tampoco llegó. Entonces mandó a un vacilante y burlón Pablo Alejo Núñez, que en su calidad de subsecretario de Gobierno, enfrentó a la multitud en la explanada del Centro de Gobierno. “Nosotros no creamos estas condiciones”: subsecretario de Gobierno Aunque solo iban 15 horas de paro, “yo también llevo dos días sin comer”, decía el subsecretario Pablo Alejo Núñez a la multitud exaltada fuera del Centro de Gobierno. “Por qué no viene el gobernador, que dé la cara, cuando andaba de candidato vino sin importar si hacía frío, y ahora no se para para enfrentar los problemas”, le reclamaba frente a la cara una líder jornalera. “Vamos a hacer una cosa…”, respondía Alejo. “Vamos a hacer muchas cosas si el señor no viene aquí”, le refutaba la otra, ante el aplauso de la concurrencia y la preocupación en el rostro de los funcionarios que rodeaban a Alejo.   Le repetían una y otra vez al emisario del gobernador los puntos del pliego petitorio. “¡Por favor, todos quieren hablar!”, se quejaba el funcionario. “No se puede dialogar así, no les entiendo”. E insistía: “Bueno, ustedes pueden hacer una comisión entre todos para darle seguimiento a estas peticiones”. Pero nomás no convencía, menos con su sonrisa burlona todo el tiempo. “¡No, queremos solución ahorita, que se vea acá!”. “Que venga el gobernador, para que la solución se dé aquí, y no debajo de la mesa, como están acostumbrados”, exclamaba la líder.  “De aquí no nos vamos a mover. Siempre es lo mismo, nos engañan que va a haber solución, la gente ya está harta”, manifestaban los jornaleros. Y Alejo: ¡”Tengo dos días sin comer… por Dios!”, lo que solo provocó bullas como respuesta. “Se los juro, no he comido, necesito unos taquitos de frijol”. Además: “Muchachos, quiero que entiendan una cosa, nosotros no creamos estas condiciones… me voy a llevar su carta …”, les dijo para desafanarse. “¡No, usted no se va! ¡Usted se queda aquí!”, exigió enardecida la líder y unos mil jornaleros que junto con ella gritaban “¡Se va a quedar… se va a quedar… se va a quedar!”. “Que venga el gobernador por usted, si gobernador lo aprecia, que venga por usted, que dé la cara, el gobernador lo aventó por delante, ¿verdad?”.  Y Alejo se empezaba a poner nervioso. “Que no se vaya, síganlo, que no se vaya, que no se escape… ¡Queremos al gobernador!”  El funcionario pedía que lo dejaran regresar a trabajar al interior de las oficinas de gobierno, cuando ya lo empezaban a rodear y empujar: “Ya me tiraron hasta una piedra, muchachos”.  “¡Y le van a tirar más!”, le respondió la líder. “¡No se va… no se va! Le voy a decir una cosa, yo a usted lo conozco, cuando andaban en campaña nos prometieron un aparato para mi marido, hablamos por teléfono y nos mandaron a la chingada… nunca contestaron”. Y tras la primera piedra vinieron muchas más, contra funcionarios, contra carros, contra policías, que pronto sacaron pistolas y dispararon contra la multitud balas de goma y algunas ráfagas de balas reales al aire. Mientras Alejo y demás funcionarios eran resguardados hacia el interior de las oficinas de gobierno, donde estuvieron hasta altas horas de la noche, luego de pasarla en los hoteles Villa de San Quintín y María Celeste, para reaparecer al día siguiente muy frescos e intentar fungir como emisarios del gobernador.   Por la madrugada, el Estado tomaría revancha, y lo que no hizo en la tarde, lo haría por la noche: aprehender a los actores de los saqueos en comercios y bloqueo de vías carreteras, pero agarraron parejo, sacando de sus casas a hombres y mujeres, incluso niños y ancianos, a los que aventaban a las patrullas “como perros”, narraban llorando algunos jornaleros. Golpearon a mujeres, a algunos los engañaron que ya estaban abiertos algunos ranchos como el de Santa Mónica y llegaron por ellos para que se fueran a trabajar, pero en realidad era para llevarlos tras las celdas. “No estamos cansados… ¡estamos encabronados!”     Para la mañana del miércoles 18 de marzo, Pablo Alejo Núñez Alejo ya no se atrevió a enfrentarse a la multitud y mandó por delante a su subalterno, Moisés Dávalos López, subdelegado de Gobierno en San Quintín. Como maestro de escuelita les hablaba a los ejidatarios apostados en el Puente de la Vicente Guerrero, frente al Centro de Gobierno: “Miren… yo sé que están cansados…”. “No estamos cansados… ¡estamos hasta encabronados!”, le refutaron de inmediato. Y la tónica fue la misma a la del día anterior: “Hagan una comisión de 15 personas y hagan una propuesta… vamos a dar respuestas conforme a derecho, no vamos a engañar a nadie. Miren, vamos a poner aquí una mesa y una sillita y nos ponemos a trabajar… hay personas que quebraron cristales y robaron tiendas…”. El tono de buen samaritano encendía a los jornaleros: “¡Queremos al gobernador! Si no liberan a los presos, ¡no hay diálogo, así de fácil! ¿Hay arreglo o no hay arreglo?”. Terminaron por dejar hablando solo al funcionario, y en un santiamén, nuevamente los manifestantes, principalmente los jóvenes, tomaron los bloques de cemento que dividen los carriles de la carretera, los estrellaron, y empezaron otra vez las pedradas y ráfagas antimotines de los policías de los tres niveles. “Aunque estábamos listos para cualquier cosas, nosotros estamos rogando que no hubiera nuevamente un desmadre… pero viendo  los funcionarios estaban diciendo las mismas pendejadas, sabíamos que se iba a armar de nuevo…”, confesó un elemento de la Policía Ministerial. Kiko “dio la cara” desde el Batallón de Infantería Por la tarde, el gobernador Francisco Vega de la Madrid dio rueda de prensa en el 67 Batallón de Infantería en San Quintín, donde fijó que las tres prioridades eran salvaguardar la integridad de los ciudadanos, mantener libres las carreteras y convocar al diálogo. Fue evasivo a las preguntas insistentes de por qué no se sentaba cara a cara con los ejidatarios como éstos lo venían pidiendo, y negó temer por su seguridad: “¿Inseguro? ¿Por qué voy a estar inseguro? Aquí estoy dando la cara”. Dijo que está y siempre ha estado pendiente de San Quintín. Justificó la problemática que ahí se suscita porque hay 42 mil trabajadores agrícolas y 32 mil son eventuales.     “Aquí han encontrado oportunidades y mejores condiciones que en otro lado. Si no, no tendría sentido que vinieran, ¿no?”. De los sindicatos señalados refirió: “Los trabajadores están conformes con ellos, y quieren irse a trabajar, no están conformes con el paro”. Destacó que utilizando la fuerza pública de los tres órdenes de gobierno se aprehendió a más de 200 personas, y que se conformó un contingente de mil 200 elementos de la Policía Federal, Estatal y Municipal, y adelantó que no iban a negociar con ese tema. Visita de doctor Al cierre de esta edición, continuaba la mesa de trabajo donde ya se logró la presencia de un representante del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) y de los empresarios agrícolas. Y lo más importante, la presencia del gobernador, aunque nomás “vino a hacernos una visita de doctor”. Saludó, les dijo que está de acuerdo con sus peticiones, que las va respetar y se retiró. Por lo pronto, los avances en la noche del jueves 19 de marzo fueron  que se va a elaborar un nuevo contrato colectivo de trabajo y un nuevo sindicato, los que deseen podrán continuar con la CTM o CROC.  Por parte del Seguro Social, a partir del próximo lunes se instalará un módulo de afiliación  tanto para trabajadores eventuales y permanentes; diez días después se instalará otro módulo en la colonia Vicente Guerrero. También se les empezará a pagar doble los días festivos que trabajen. De los patrones no se dice nada, permanecen invisibles en el conflicto, en las calles y en las mesas de arreglos. “No les importa, nada, dice que si se cae la cosecha cierran las empresas y ya”, refirió un trabajador. En plena mesa de diálogo, el líder Fermín Salazar informó a ZETA que los jornaleros están a la espera de los resultados, por lo que aún no determinan hasta cuándo levantarán el paro laboral.      

Autor(a)

Redacción Zeta
Redacción Zeta
Redacción de www.zetatijuana.com
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