Cabo San Lucas, Baja California Sur.- El clima de violencia e inseguridad que priva en Baja California Sur alcanzó a turistas nacionales y extranjeros en los destinos de playa de La Paz y Los Cabos, quienes de enero a la fecha, pasaron a formar parte de las crudas estadísticas de robos, asaltos, desapariciones y hasta asesinatos. Las 40 víctimas -según las averiguaciones previas abiertas en la Procuraduría General de Justicia del Estado- llegaron provenientes de Nuevo León, Chihuahua, Jalisco, Estados Unidos, Canadá, Francia y Alemania. De acuerdo a un recuento elaborado por Investigaciones ZETA, los visitantes fueron atacados en las siguientes fechas y lugares: 12 de enero. El estadounidense Elijah Warren Hernández, de 26 años, desapareció después de salir de la plaza comercial Golden Palace en el puerto de Cabo San Lucas; desde entonces no se sabe de su paradero. 8 de marzo. Un grupo de 25 turistas nacionales y de origen francés, estadounidense y alemán, fue asaltado a mano armada, cuando descansaban y paseaban en la Isla Espíritu Santo en La Paz. 18 de marzo. El canadiense Marty Gary Atwood, de 50 años, fue encontrado asesinado de un golpe en la cabeza cerca del puente del arroyo El Tule, en el corredor turístico de San José del Cabo a Cabo San Lucas. 22 de marzo. Un grupo de diez turistas nacionales y estadounidenses fue atracado por dos hombres, cuando cenaban en el restaurante El Templo, en Calle Miguel Hidalgo y 12 de Octubre, Colonia Ildefonso Green en el puerto de Cabo San Lucas. 23 de marzo. La asociación de colonos de la playa El Médano de Cabo San Lucas, presentó denuncia en contra de integrantes de una banda de carteristas que robaron a tres extranjeros, mientras comían, bebían y se divertían en los restaurantes Mango Deck y Edith´s, en plena temporada alta de springbreakers. El clima de inseguridad, sobre todo relacionado a las ejecuciones entre células de Dámaso López Núñez “El Licenciado” e Ismael “El Mayo” Zambada, del Cártel de Sinaloa, por el control del narcomenudeo en La Paz y Los Cabos, provocó que el Departamento de Estado del gobierno de los Estados Unidos emitiera el 24 de diciembre de 2014 una alerta sobre la ola de violencia. El gobierno de aquel país recomendó a sus connacionales “tener precaución si planean viajar hacia el Estado de Baja California Sur, sobre todo La Paz y Cabo San Lucas, que registran una tasa de crecimiento en hechos delictivos relacionados a la delincuencia organizada”. La advertencia fue un duro golpe para los dos destinos de playa, tanto que los empresarios del ramo turístico solicitaron una audiencia con el gobernador de Baja California Sur, Marcos Alberto Covarrubias Villaseñor, donde manifestaron su preocupación, después de un año tan positivo en el ramo de turismo. El presidente de la Asociación de Empresas Hoteleras y Turísticas de La Paz (EMPRHOTUR), Eduardo Herrera, declaró: “No queremos este tipo de alertas, estamos preocupados y planeamos la estrategia para revertir todo esto”. Los primeros en dar el paso fueron los empresarios de Los Cabos, quienes solicitaron una reunión de carácter urgente con el Consulado General de Estados Unidos en Tijuana, donde expusieron que “la mayoría de los homicidios se habían cometido en zonas urbanas, completamente alejadas de la zona dorada, playas o centros históricos”, por lo que solicitaron una reconsideración en la alerta de viaje que, de acuerdo al presidente del Consejo Coordinador Empresarial de Los Cabos, Julio Castillo Gómez, “afectaba seriamente la imagen del Estado como destino turístico”. La preocupación de la violencia ha sido tal que incluso, dos representantes de la Embajada de Canadá en México, James Andrew McLaughlin y José Roberto Guerrero Gallardo, primer secretario y oficial de seguridad de la representación canadiense, respectivamente, tuvieron un encuentro el 24 de marzo con el alcalde de Los Cabos, José Antonio Agúndez Montaño, para hablar sobre el tema de seguridad y las garantías a sus conciudadanos. Durante la reunión, el alcalde cabeño aseguró que estaban redoblando esfuerzos para salvaguardar la integridad de los turistas, incluso presumió la “coordinación” permanente de la Policía turística y de la Municipal con la Estatal Preventiva, Gendarmería y Fuerzas Armadas. Obviamente, la multicitada “coordinación” no ha sido factor determinante para frenar la ola delictiva que alcanzó a turistas, cuyos casos poco a poco empiezan a aparecer en medios de comunicación de Estados Unidos, Canadá y Europa. Sobre el ataque a turistas, el secretario de Turismo, Rubén Riachi Lugo, afirmó que la postura del gobierno es de “absolutamente cero tolerancia”, por lo que no permitirán que ese fenómeno crezca y pueda afectar la imagen de Los Cabos y La Paz como destinos turísticos. El funcionario remató que cualquiera que fuera el delito “no se puede solapar”, inclusive contra cualquier ciudadano, por lo que están revisando y analizando la situación de cada uno de los casos y tomar medidas inmediatas. El desaparecido La última vez que el estadounidense Elijah Warren Hernández fue visto físicamente, tuvo lugar el 12 de enero de 2015, cuando publicó una selfie en su cuenta de Instagram, desde la plaza comercial Golden Palace de Cabo San Lucas. El joven de 26 años vestía pantalón de mezclilla, playera color vino y escuchaba música; desde entonces, sus familiares no saben nada de él. Los padres del desaparecido no son gente adinerada. Por el contrario, la madre, de nombre Teresa, es ama de casa y vende esencias naturales; y el padre, de nombre Martín, comercializa vidrio en un poblado al Este de Dallas, Texas. Los progenitores del joven estadounidense contactaron a ZETA y se dijeron muy preocupados por la extraña y sospechosa desaparición de su hijo, sospechan que los gobiernos de México y de Estados Unidos no han sido capaces de dar con su paradero. Es como si se lo hubiera tragado la tierra. Los padres relataron que su vástago, de oficio maquinista y soldador, viajó en noviembre de 2014 hasta el puerto de Cabo San Lucas para descansar un tiempo, y a su vez, trabajar en una congregación religiosa llamada Efeso, e inclusive rechazó una oferta de trabajo, vendió su automóvil y costeó su propio viaje, ya que planeaba quedarse por una larga temporada en Los Cabos. El argumento era “el llamado de Dios”, pues ayudaría en la construcción de una iglesia en la invasión y zona irregular conocida como Caribe en Cabo San Lucas. Según sus padres, el estadounidense vivía en una oficina de atención de la propia congregación, donde recibía alimentación y participaba activamente en la promoción religiosa en sus tiempos libres. La tarde del 12 de enero, el joven salió de la habitación de la congregación y nunca más regresó. Sus progenitores lo esperaban el día 14 de enero, es decir, dos días después de su desaparición., y cuando fueron a recogerlo al aeropuerto Love Field de Dallas, Texas, nunca bajo del avión. “Pensamos que algo andaba mal”, externó el padre, quien de inmediato llamó al jefe de la congregación religiosa, Raúl García y, a través de mensajes de texto, confirmó que su hijo había dejado su habitación, pero no regresó. El jefe de la congregación pensó que Elijah estaba con su familia, pero cuando le confirmaron su ausencia, supuso que se había ido de “fiesta” y había perdido el vuelo. “¿Cómo es posible que mi hijo hubiera desaparecido en una ciudad tan chica, y ninguna autoridad se había dado cuenta y tampoco había informado de que un ciudadano estadounidense estaba desaparecido con su pasaporte, billetera y teléfono celular?”, cuestionó el padre de familia. Por esta situación, los padres de Hernández viajaron el 17 de enero a Cabo San Lucas para sostener una reunión con el jefe de la congregación religiosa y el agente del Consulado de Estados Unidos en Los Cabos; de igual manera, presentaron una denuncia penal por desaparición de persona, registrada bajo el número de averiguación previa CSL/43/AMP4/2015. Los afligidos padres hablaron con los religiosos de la iglesia, vecinos, amigos, conocidos y congregaciones de otras religiones. Nadie tenía ni idea de cómo y de qué manera pudo haber desaparecido el estadounidense. Completamente desesperados por la ineficacia de la Policía mexicana, durante la primera semana de febrero, los padres del desaparecido acudieron ante el Buró Federal de Investigaciones (FBI, por sus siglas en inglés), entidad donde rechazaron iniciar la búsqueda por los tratados internacionales con México. Los directivos del FBI conminaron a los padres contactar a una agencia de investigación privada para encontrar a su hijo, a razón de que “la Policía mexicana era corrupta y no tenían le menor duda de que pudiera estar involucrada en la desaparición de Elijah, sobre todo porque se ha visto involucrada en secuestros exprés y asaltos a turistas”. De tal manera que los señores Hernández contactaron a una agencia profesional con amplia experiencia en recuperación de personas perdidas, quienes cobran 100 mil dólares por una búsqueda de seis a ocho meses. Por su precaria situación económica, los padres abrieron una fundación de nombre Find Elijah Hernández, la cual promueve la donación de fondos, con la que pretenden reunir el dinero de la búsqueda. Hasta el cierre de esta edición, 44 personas habían donado cantidades desde 20 hasta 500 dólares, alcanzando una cifra de 6 mil 715 dólares. Paralelamente, los familiares del desaparecido ofrecen una recompensa de un millón de pesos a quien ofrezca información que lleve al paradero del joven, de quien no se sabe a casi 75 días de su desaparición. Lo más grave -comentaron- es que la Policía y los medios de comunicación han guardado silencio sobre el caso. Triple atraco Casi dos meses después, es decir, el 8 de marzo, un grupo de diez turistas nacionales y extranjeros que paseaban por la Isla Espíritu Santo, en La Paz, Baja California Sur, fueron asaltados alrededor de la una de la tarde por tres hombres armados, cuando se divertían y comían en una zona de playa. Los turistas extranjeros de origen francés, estadounidense y alemán –según la averiguación previa LPZ/134/AMP2/2015- habían salido aproximadamente a las 9:00 am del malecón costero. Primero se dirigieron a un punto conocido como “El Mogote” después pasaron a recoger a otros turistas mexicanos a la playa “El Tecolote”, provenientes de Nuevo León y Chihuahua. Posteriormente viajaron a la isla, haciendo un recorrido por los alrededores, y al final atracaron en un punto conocido como “Ensenada Grande”, donde pararon la lancha de nombre “Chicanera” en la que viajaban y se metieron a bañar y a divertirse, mientras preparaban la comida. Apenas habían pasado entre 10 y 20 minutos, cuando -según el capitán de la embarcación, Jesús Montes González- de repente se acercaron dos sujetos y escuchó que ordenaban a los turistas tirarse al suelo. “Yo volteo y no me tiro al suelo, pensando que es una broma, y uno de ellos me amenaza con una pistola de color negro, tipo escuadra al parecer 9 milímetros, y me apunta con el arma a una distancia de dos metros, y me dice que no es una broma; entonces me pregunta como dos veces ‘¿No me crees?’, por lo que me tiro al suelo y empezó a pedir las pertenencias a todos los turistas, y a mí me pide mi cartera”. Los testigos describieron físicamente a los dos asaltantes. 1.- Tez morena, aproximadamente 1.80 metros, complexión delgada, pelo corto, cabello castaño y joven. 2.- Complexión robusta, pelo corto entrecano, estatura de 1.60 metros, de cuarenta y tantos años. Los turistas explicaron que uno de los dos delincuentes se dedicaba a recoger las cosas, mientras el otro apuntaba a las víctimas y uno más aguardaba a bordo de una lancha vieja de color blanco, en la que habían llegado hasta el lugar. El capitán de la lancha declaró que una vez consumado el atraco, uno de los delincuentes se dirigió a su embarcación, la echó a andar y se dirigieron hacia fuera, y casi en la entrada agarraron otra lancha de la compañía El Tecolote, amagaron a los turistas y observaron que éstos se tiraron al suelo de la embarcación, para luego ser despojados de sus pertenencias y el radio de comunicación. Según la averiguación previa, en esa embarcación venían siete turistas más. Después del segundo asalto, los “modernos piratas” se regresaron hasta donde estaban las primeras víctimas y abordaron una panga de la compañía Marlín Adventure, pretendiendo llevársela, pero no pudieron moverla porque estaba perfectamente anclada. Según la denuncia, en ese momento “vemos que venían llegando dos pangas más, y pensando que se disponían a huir, se van sobre otra embarcación de nombre ‘Punta Baja’ y la abordan para asaltarla, también les quitan sus pertenencias y las llaves del motor, y dejan al garete como a seis turistas más”. De acuerdo a testigos, los tres atracos ocurrieron en un lapso de 15 a 30 minutos. Viendo gente armada, uno de los capitanes rápidamente escondió su teléfono celular, con el cual lograron llamar desde la punta de un cerro de la isla y pidieron ayuda; fue así que arribaron embarcaciones de la Capitanía de Puerto y de la Secretaría de Marina para emprender la búsqueda de los delincuentes, sin éxito. Las víctimas aseguraron que los tres ladrones se llevaron dinero en efectivo, tarjetas de crédito, carteras, identificaciones oficiales, llaves del hotel y de vehículos de renta, así como relojes, lentes y ropa de todos ellos. La lancha robada por los asaltantes era de color blanco con amarillo, matrícula 0304203014-7, de 25 pies y de nombre “Chicalera”, con un motor de 200 caballos de fuerza marca Yamaha, con sombra y registrada en la Capitanía de Puerto desde 2005. Los 25 turistas venían distribuidos en las lanchas de la siguiente manera: * Diez en la primera lancha atracada; seis de origen francés, tres mexicanos y un estadounidense. * Siete en la segunda lancha; cuatro de origen alemán y tres franceses. * Seis en la tercera y última lancha; cuatro estadounidenses y dos mexicanos. La investigación El procurador Adonaí Carreón Estrada se dijo preocupado por la mala imagen que los turistas se están llevando del estado, y expuso que “abrieron dos líneas de investigación” sobre el múltiple asalto, además de estar recabando datos y elementos que permitieran dar con los presuntos responsables. De entrada se logró recuperar la lancha robada ese día, tras ser abandonada en una zona de manglares entre La Paz y Pichilingue, donde se encontraron algunas pertenencias de los turistas. El titular de la Procuraduría General de Justicia del Estado (PGJE) citó que desde el momento del atraco estuvieron en contacto permanente con la Secretaría de Turismo del Estado, atendieron a las víctimas y de inmediato establecieron operativos de búsqueda de los ladrones. Desafortunadamente, sin resultados. Lo bueno de todo es que -según el procurador- “no se ha vuelto a presentar otro hecho lamentable de asalto a turistas en esa zona después del primer caso”, único en su tipo, ya que “no tenemos ningún registro reciente en nuestros archivos que permita ligarlo con otros casos, porque no es una actividad constante dentro de la isla”. Aun cuando Carreón no quiso hablar sobre las dos líneas de investigación, un agente de investigación de la PGJE adelantó que se trata del “primer caso donde puede advertirse la participación de células del crimen organizado en un delito del fuero común, porque cuando menos dos ya están identificados y pertenecen a las ‘Fuerzas Especiales de Dámaso’”. Los nombres y apodos de los presuntos responsables salieron de la declaración de Jesús Alberto López Zatarain “El Yuca”, detenido el 11 de marzo tras haberse enfrentado a balazos con efectivos de la Secretaría de Marina. De hecho, casualmente la persecución del día del enfrentamiento entre sicarios y marinos, sobrevino de esa zona de manglares, cuando fueron a checar la embarcación marítima robada -tres días antes- y se aprestaban para ir a levantar a rivales que llegarían a bordo del barco “California Star” en la terminal marítima de Pichilingue. El sicario dio las coordenadas de esa zona conocida como “Los Manglares”, donde habían abandonado la lancha robada y planeado dar ese golpe para calentar el terreno a las autoridades. No abundo más porque -según el detenido- “El Navigator” había trazado el plan y no habían visto bien los detalles de sobre cómo y cuándo trabajarían, salvo ese día, cuando “se aventaron los tres ‘jales’”. Por lo pronto, la Capitanía de Puerto y la PGJE reforzaron la seguridad en la isla, adonde tuvieron que enviar agentes armados para reguardar la seguridad de esa zona, que recibe más de 200 turistas diariamente. El último asalto Aun cuando no hay detenidos, pero sí datos sobre los presuntos responsables del asalto múltiple en la Isla Espíritu Santo, el 22 de marzo, otro caso de asalto a turistas sacudió Los Cabos. Esa noche, un grupo de diez turistas nacionales y estadounidenses cenaban tranquilamente cuando fueron sorprendidos por dos hombres en el restaurante El Templo de Cabo San Lucas. Los turistas, originarios de Jalisco y de Estados Unidos, comían alrededor de las 11:30 pm cuando -según testigos- entraron dos personas del sexo masculino. Una vestía una máscara de luchador El Santo y el otro de Abismo Negro, y navaja en mano, solicitaron el dinero de la venta de ese día a la cajera del restaurante, para después ir sobre los comensales. Los ladrones se fueron sobre carteras, celulares, relojes y cadenas de los turistas, quienes forcejearon con una turista estadounidense de 61 años y terminaron por golpearla en el rostro, abriendo una herida en el lado derecho de su ceja. La norteamericana, de nombre Letida Noel -según el parte informativo de la Policía Municipal de Los Cabos-, se había negado a entregarles el pasaporte a los maleantes, y luego de tirarla al piso, salieron huyendo a bordo de una camioneta Jeep Liberty de color azul. El atraco quedó grabado en las cámaras de video vigilancia del restaurante, las cuales captaron los rostros de los delincuentes cuando salieron corriendo y se quitaron las máscaras antes de subir al vehículo. Con los rostros de los atracadores, las corporaciones Municipal de Los Cabos y Ministerial del Estado montaron un operativo de búsqueda, cayendo en un retén -al día siguiente- los identificados como: * José Luis Valenzuela Flores, de 26 años, con domicilio en Villa Mallorca, Manzana 15, Lote 34, Colonia Villas de Cortés en San José del Cabo. * Héctor Manuel Domínguez Morales, de 27, con residencia en Avenida de los Ríos y Sobarzo Loaiza número 449, Colonia Luis Donaldo Colosio en Puerto Peñasco, Sonora. Los asaltantes todavía tenían en su poder dos celulares iPhone y dos pasaportes de estadounidenses. “Seguimos preocupados por la situación en Baja California Sur”: Cónsul General de Estados Unidos, Andrew S.R. Erickson A propósito del clima de inseguridad que afecta a Baja California Sur, el Cónsul General de Estados Unidos, Andrew S.R. Erickson, emitió el siguiente posicionamiento: “En vista del incremento en índices de violencia y delincuencia, el 24 de diciembre actualizamos nuestra Alerta de Viaje y por primera vez incluimos el siguiente lenguaje específico para Baja California Sur: Cabo San Lucas y La Paz son las principales ciudades/destinos turísticos en el estado de Baja California Sur- Tome precauciones en La Paz, capital del estado. De acuerdo a la Secretaría de Gobernación de México, en 2013 Baja California Sur registró el índice de homicidio más alto desde 1997. Muchos de estos homicidios ocurrieron en La Paz, donde ha habido un incremento en violencia relacionado con el crimen organizado. Desde que se emitió esa alerta, hemos continuado monitoreando la situación en Baja Sur, sin notar ninguna mejora. Seguimos preocupados por la situación en Baja California Sur”.