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Ignacio Solares: “Es el momento más trágico de nuestra historia”

Con un merecido homenaje al escritor juarense radicado en la Ciudad de México, llegó a su desenlace la IV Feria Internacional de la Lectura Yucatán (FILEY) en Mérida, el domingo 15 de marzo de 2015, último día del acontecimiento editorial yucateco sucedido en el

Centro de Convenciones y Exposiciones Siglo XXI.

En la agenda literaria de 2015 no pueden faltar los homenajes a Ignacio Solares, quien por cierto, este año cumple 70 años (Ciudad Juárez, 15 de enero de 1945), por lo que algunas instituciones y sucesos literarios han incluido en sus respectivas agendas, distinciones al intelectual mexicano.

El ciclo de los homenajes a Solares inició el miércoles 14 de enero de 2015 en la Sala Manuel M. Ponce del Palacio de Bellas Artes, y después, precisamente, el narrador recibió los mismos honores en la clausura de la FILEY:

“Realmente me siento muy halagado, muy cobijado, muy apapachado”, expresó el escritor a ZETA y confirmó que después de Bellas Artes y la FILEY, también será distinguido durante este año en diversos acontecimientos literarios en ciudades como Guanajuato, Monterrey y Chihuahua, para concluir el recorrido de las distinciones en la Feria Internacional del Libro de Guadalajara (FIL).

Pero mientras los demás tributos suceden, la FILEY organizó una mesa de análisis de la obra de Ignacio Solares integrada por Hernán Lara Zavala, Rosa Beltrán, Sara Poot Herrera y José Ramón Enríquez, quienes en el acontecimiento editorial peninsular, fueron los encargados de ofrecer sendos discursos al mediodía del caluroso domingo 15 de marzo.

ANALIZAN VIDA Y OBRA DE IGNACIO SOLARES

Periodista, editor, cuentista, novelista, dramaturgo, director de teatro, ensayista y hasta juez de plaza de toros, Ignacio Solares es una de las plumas prodigiosas de las letras hispanoamericanas.

Por citar solo una parte de su extensa bibliografía, Solares es autor de obras como “La noche de Ángeles” (Premio Diana Novedades 1989), “Madero, el otro”, “El gran elector” (Premio a la Mejor Obra del Año 1993), “Nen, la inútil” (Premio Fuentes Mares 1996), “Columbus”, “El sitio” (Premio Xavier Villaurrutia 1999), “Cartas a una joven psicóloga”, “El espía del aire”, “No hay tal lugar” (Premio Mazatlán de Literatura 2004), “La invasión”, “La instrucción y otros cuentos”, “Imagen de Julio Cortázar”, “Cartas a un joven sin Dios” y “Ficciones de la revolución mexicana”; por cierto, en 2014 entregó “Un sueño de Bernardo Reyes” a Alfaguara. Entre otras distinciones, también ha recibido el Homenaje Nacional de Periodismo Cultural “Fernando Benítez” 2008, el Premio Nacional de Ciencias y Artes 2010 en el rubro de Lingüística y Literatura; actualmente dirige la Revista de la Universidad de México.

Sobre el conjunto de su obra, los invitados al homenaje a Solares en la FILEY compartieron sus disertaciones; para empezar, José Ramón Enríquez destacó la pluma del dramaturgo de Ciudad Juárez:

“Son mis deseos un poco interesados porque tenemos la misma edad y espero como hasta aquí seguir siendo un testigo cercano de sus andares; mucho ha caminado de ese tiempo como dramaturgo y habría una cantidad de anécdotas para relatar, pero a mí me interesa recalcar que sobre todo siempre ha estado comprometido con su propia voz, nunca lo he visto interesado por seguir tal o cual corriente, o ajustar sus temáticas a las exigencias de la taquilla o de la llamada actualidad; quiero explicar que yo me estoy refiriendo al teatro de Nacho Solares porque es un escritor polifacético, es un narrador y es un dramaturgo de primera línea. Ignacio Solares no ha tenido nunca que buscar temas en las páginas de la prensa, ni en sociales, ni en la nota roja para encontrar la inspiración pertinente y la actualidad de las modas; las obsesiones propias han alimentado limpiamente su dramaturgia; y sí, estoy cierto de que en esa radical libertad suya se funda el magisterio de este joven septuagenario al que aplaudimos esta noche”, leyó José Ramón Enríquez.

Asimismo, Sara Poot no dudó en afirmar refiriéndose a “El sitio” (Premio Xavier Villaurrutia 1999):

“El título es en sí una situación, y la situación narrativa un sitio; un espacio que va a ser ocupado por algo, y ese algo es precisamente un lugar sitiado y situado literal, metafórica y alegóricamente según cada lectura en el centro de una obsesión: la Ciudad de México. Y si de obsesiones se trata, habría que mencionar otra obsesión de Ignacio Solares que en ‘El sitio’ se convierte en modelo de su quehacer literario: la integración de sus propios escritos, trátese de otros textos, géneros o situaciones, personajes, voces y estrategias narrativas que se entrelazan, desafiando así la ley de gravedad del propio proceso creativo”, ensayó Sara Poot Herrera.

Asimismo, Rosa Beltrán atinó: “El de Solares era y ha sido llenar los huecos de la historia a través de la imaginación creativa y de una herramienta que está presente en toda su obra: las teorías sicoanalíticas y la expresión del inconsciente. Nacho es una enciclopedia viviente de historias, de autores, de autoras, que ha conocido a lo largo de su vida, y como son tantos y su memoria es tal, es difícil que no llegue el dueño del restaurant donde uno se ha reunido a decir con pena que tienen que cerrar; nunca he sabido si Nacho recuerda estas historias o las inventa. Confieso que hace años en contubernio con otro autor le hice trampas cambiando la conversación varias veces convencidos ambos de que preparaba las charlas la noche anterior y se aprendía las citas; ambos nos quedamos pasmados al constatar que Nacho hablaba y hablaría del tema que fuera echando mano al arsenal infinito de anécdotas, historias, situaciones y citas textuales que lo conforman, y ésa es la comprobación de que esa memoria colectiva que él cree nos escribe, lo escribe a él también; hoy, a tus 70 años, queridísimo Nacho, deseo que esa memoria te siga escribiendo por muchos más para alimento y gozo de quienes tanto te queremos”.

Finalmente, Hernán Lara Zavala acentuó el legado literario de Ignacio Solares como “una obra que no se parece a ninguna otra”, y leyó durante la ceremonia:

“Existe una presencia que el propio Solares define como invisible que permea estos textos en donde se muestra más interesado en lo intangible que en lo tangible, por lo metafísico más que en lo físico; y en este sentido se podría afirmar que Solares oscila entre lo real y lo imaginario y, por lo mismo, se le podría considerar como un seguidor de Borges y sobre todo de Cortázar, sobre quien por cierto escribió un libro, ‘Imagen de Julio Cortázar’, aunque con tintes menos lúdicos, pues en toda la obra de Solares priva un profundo espíritu religioso que lo une también a Dostoievski, a Georges Bernanos, a François Mauriac y a Graham Greene”.

Concluyó Lara Zavala: “Y a pesar de declararse católico confeso, Solares jamás cae en dogmas ni prejuicios; particular importancia tienen en este sentido sus novelas breves ‘Anónimo’ y ‘El árbol del deseo’, así como sus cuentos incluidos en ‘Muérete y sabrás’”.

“ESTAMOS EN GUERRA”: SOLARES

Momentos después de su homenaje en la FILEY, y antes de que emprendiera su regreso a la Ciudad de México el domingo 15 de marzo, Ignacio Solares concedió algunos minutos a ZETA.

Para empezar, expresó al reportero sus sensaciones ante la distinción en Mérida: “Ha sido una experiencia verdaderamente maravillosa, sobre todo porque los que han participado han sido amigos; y como yo decía, lo más importante en la vida es la amistad, entonces realmente me siento muy halagado, muy cobijado, muy apapachado”.

— ¿Qué tanto influyó su formación jesuita en su vocación de escritor?

“Bueno, no tanto de ser escritor, porque como digo, yo no soy un católico escritor, soy un escritor católico; o sea, yo hubiera sido escritor aunque hubiera estudiado con ateos, pero lo que sucede es que en los temas que he tratado sí influyeron muchísimo los jesuitas; o sea, mi vocación siempre ha sido la literatura, pero finalmente la literatura me ha permitido ser lo que soy, y los jesuitas me dieron buena parte de mis temas”.

— Y antes de sus estudios con los jesuitas, ¿cómo descubrió la literatura?

“¡Ah!, eso es muy importante: Mi padre (también de nombre Ignacio Solares) era un gran lector y me regaló desde niño mucho, tuve la suerte de tener a mi Julio Verne, mi Salgari; en fin, mi papá me leía cuentos de niño, entonces me marcó, de veras, profundamente”.

— ¿A quiénes considera sus maestros?

“No tengo uno, sino varios; yo considero que me marcó en la vida Dostoievski; con los jesuitas yo leí durante un año ‘El Quijote’, fue una maravilla; luego releí ‘El Quijote’ y bueno, me parece uno de los libros más maravillosos que he leído. Me han gustado mucho autores clásicos de entonces para acá, sobre todo Dostoievski, me parece asombroso; luego, si llegamos al Siglo XX, Graham Greene, Julio Cortázar, Borges, Juan Rulfo, Carlos Fuentes; Alfonso Reyes, muchísimo, en fin”.

— ¿Cuál es el origen de su interés por lo metafísico, el espiritismo, mostrado en gran parte de su obra?

“El origen de este interés, es que me encanta lo oculto, me encanta lo que sale de lo normal; creo que solo cuando te das cuenta que estamos de alguna manera habitados por otros mundos, por otros seres, adquiere sentido tu vida; lo único insoportable es la realidad, así, plana, ésa sí no la soporto. Me encanta que existan fantasmas, me encanta que existan espíritus, me encanta que exista la parasicología.

“He tratado temas de espiritistas como fue ‘Madero, el otro’ (Punto de Lectura, 2008), ‘El Jefe Máximo’ (Alfaguara, 2011), que es Plutarco Elías Calles que también fue un espiritista; Felipe Ángeles era un gran cristiano, Bernardo Reyes (‘Un sueño de Bernardo Reyes’; Alfaguara, 2014) es un personaje profundamente cristiano; entonces, sí me han influido mucho en ese sentido los temas de estar buscando la parte más misteriosa de los personajes”.

— A propósito de Francisco I. Madero, Plutarco Elías Calles, Felipe Ángeles, Bernardo Reyes, ¿Usted elige a los personajes, o ellos lo eligen a Usted?

“Ellos me eligen a mí, yo nunca los busco y de repente llegan; por ejemplo, ahorita no estoy escribiendo nada, pero pues hay que estar a la expectativa”.

— ¿Por qué no lo han elegido a Usted Benito Juárez o Porfirio Díaz?

“¡Ay no!, porque son muy aburridos, no eran espiritistas, no eran magos, no eran brujos; no tienen nada, nomás el poder y lo que influyeron en la historia de México; pero si no hay un elemento que me atraiga, así, misterioso, no se me da”.

— ¿Qué le atrajo fundamentalmente de Bernardo Reyes para la escritura de su más reciente novela, “Un sueño de Bernardo Reyes”?

“Bueno, la tragedia, es que es shakesperiano, es profundamente shakesperiano, es un personaje cristianazo, pero cristiano en el sentido más tradicional, dostoievskiano, creyente, trágico, maravilloso; es, como se diría, febril”.

— Finalmente, siendo de Chihuahua, ¿qué sentimiento le deja este recorrido de la violencia?, desde Ciudad Juárez, su ciudad natal, pasando por Tijuana, Michoacán, Guerrero, Veracruz, Tamaulipas…

“Pues que es una tragedia la que está viviendo México, una tragedia como nunca la había vivido, es el momento más trágico de nuestra historia, es el más trágico. Yo creo que es el peor momento de la historia de México, porque estamos en guerra, nomás que no es una guerra abierta”.

Autor(a)

Enrique Mendoza
Enrique Mendoza
Estudió Comunicación en UABC Campus Tijuana. Premio Estatal de Literatura 2022-2023 en Baja California en la categoría de Periodismo Cultural. Autor del libro “Poetas de frontera. Anécdotas y otros diálogos con poetas tijuanenses nacidos en las décadas de 1940 y 1950”. Periodista cultural en Semanario ZETA de 2004 a la fecha.
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