Carlos Barboza Castillo, el priista, ya está acostumbrado a ser sacrificado en términos políticos. En indistintas ocasiones, primero por parte de su padrino político Fernando Castro Trenti, quien lo quitaba y lo ponía de posiciones a su libre negociación partidista, y luego por parte de su nuevo padrino político, Jorge Hank Rhon, a quien Barboza desde el PRI le coordinó la campaña a la alcaldía de Tijuana en 2004, y luego del triunfo ni una dirección le dio el del Hipódromo en su gabinete. Años más tarde, en el 2012, Barboza ya tenía en sus manos la candidatura a diputado federal por el Distrito 04, y días antes del registro lo sacrificaron para darle esa nominación a una mujer, debido a la cuota de género. Luego en el 2013 quiso ser candidato a la Presidencia Municipal de Tijuana y aseguraban que contaba con el apoyo de Jorge Hank Rhon. Pero cuando éste perdió ante Castro Trenti la candidatura al Gobierno de Baja California, se olvidó de Carlos Barboza y recomendó a su partido el PRI al doctor Jorge Astiazarán para la candidatura que meses después ganaría. Luego Carlos Barboza le tiró a la Dirigencia Estatal del PRI en Baja California. Entusiasmado andaba cuando desde la Ciudad de México le mandaron llamar solo para informarle que Nancy Sánchez sería electa (o confirmada) como dirigente estatal del PRI. Después de eso, Barboza se dio por vencido. En ésta no buscó ni una nominación a diputado federal. Ya no quería otro sacrificio. Pero sus sentimientos políticos no cuentan cuando se impone su padrino político. El miércoles 11 de marzo, con la cruz de la derrota del equipo de fútbol de Hank ante el de Chiapas, el del Hipódromo le regaló una camiseta a Barboza con su nombre grabado y el número 16. Con ello Hank le puso a Barboza la etiqueta de su dominio para la elección de 2016 cuando en Baja California se elegirán alcaldes en los cinco municipios. Mal augurio en un partido de derrota…
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