Carlos Besné Irigoyen nunca fue, bien a bien en la extensión del cargo, director de la Policía Estatal Preventiva. Aunque el título concedido por el gobernador lo avalaba como tal, el ex titular de la Policía Municipal de Tijuana no contaba con la colaboración de la corporación del Estado. Nunca pues, lo sintieron uno de los suyos. Sea porque, en efecto, cuando llegó a la PEP se rodeó de ex policías municipales de Tijuana y ex policías ministeriales, en vehículos privados o de la PGJE, pero en la PEP no encajó. Ni hablar que no entabló una coordinación con el secretario de Seguridad, Daniel de la Rosa Anaya. Vaya, ni los militares de la II Zona o la II Región le seguían mucho en sus consejas o estrategias. Total, era un fuereño en la Estatal Preventiva. Había llegado ahí no por selección del secretario o llamado ante la experiencia y capacidad, sino por ser uno de los íntimos amigos y colaboradores del gobernador del Estado, Francisco Vega de Lamadrid, y de la procuradora general de Justicia del Estado, Perla del Socorro Ibarra. Hace unos días se acercó de nueva cuenta al mandatario y le platicó la desconfianza hacia su persona en la corporación: La desunión con el secretario, la no comunicación con sus subordinados. A Kiko no le quedó más que aceptarle a Besné, la renuncia al cargo de director de la PEP. Después de todo, el mandatario fue enterado que tanto en la Ciudad de México como en los cuarteles y allende la frontera, tampoco le tenían confianza y al que respaldaban, de hecho, era a De la Rosa. Y pues ahora sí que Vega sacrificó al compadre. Pasará una semana antes de que un nuevo director sea nombrado, en parte, debido a los exámenes de confianza que debe aprobar y porque se analiza traer a alguien de fuera de la PEP para encabezarla.
Publicidad
