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jueves, febrero 22, 2024
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Vuelven levantones

En la víspera del carnaval, y cuando se presumía que la disputa entre grupos criminales había terminado tras la captura del jefe de la plaza del narcomenudeo en la zona norte de La Paz, Rolando González Moreno “El Compadrón”, la lucha se recrudeció esta semana por el control de la zona sur entre José Francisco Ojeda Torres y/o José Fernando Torres Montenegro “El Pepillo” y Felipe Eduardo Guajardo García “El 28”. Los grupos delictivos volvieron al escenario, luego de 30 días de aparente calma, solo que está vez recurrieron a los llamados levantones, desde el 10 y hasta el 12 de enero participaron en cuando menos cuatro eventos durante la noche, madrugada y a plena luz del día en las ciudades de La Paz y San José del Cabo, Baja California Sur. La disputa que las células delictivas de la zona sur sostienen a partir del 16 de enero, cuando los sicarios al servicio de “El Pepillo” fueron y asesinaron a un inocente de 54 años que resultó ser el padre de tres narcomenudistas de “El 28”, encendió la alerta roja, sobre todo porque –según testigos de una privación ilegal de la libertad que obra en manos de la Procuraduría General de Justicia del Estado (PGJE)— en los levantones participaron agentes de la Dirección de Seguridad Pública, Policía Preventiva y Tránsito Municipal de La Paz al mando del comisario Manuel Salvador Arce Delgadillo. Los testimonios recabados por los agentes de investigación confirmaron la privación ilegal de la libertad del capitán de barco, Marco Antonio Espinoza y de su acompañante, César Darío Liera Villavicencio, registrada la madrugada del 11 de febrero, cuando acababan de registrarse y descansaban en las habitaciones 114 y 116 del hotel La Purísima, localizado en la calle 16 de Septiembre entre Revolución y Aquiles Serdán en pleno corazón de La Paz. Durante el interrogatorio, los testigos aseguraron alcanzar a observar alrededor de las 12:40 de la madrugada, cuando un comando armado llegó al establecimiento a bordo de dos vehículos: una camioneta color claro con quemacocos y vidrios polarizados y un automóvil de color obscuro, vidrios polarizados y cuatro puertas. El primer vehículo, es decir, la camioneta tipo vagoneta, se estacionó del carril del lado derecho, y justamente atrás pasó y se estacionó en doble fila la patrulla con número económico 115, y cuyos agentes de seguridad, hablan alrededor de dos minutos con los tripulantes. El segundo vehículo –de acuerdo a los testigos– frenó atrás de la patrulla, y así permaneció hasta que se retiró, y entonces fue y se estacionó en el carril izquierdo casi en la esquina del cruce de la calle 16 de septiembre y Aquiles Serdán. Los tripulantes se quedaron arriba de las dos unidades aproximadamente 10 minutos, posteriormente los choferes descendieron de ambos vehículos, después de que por segunda vez pasó la patrulla y los policías hicieron señas a los delincuentes y se fueron. Entonces los criminales, después de bajarse, fueron y caminaron hacia el hotel, tocaron la puerta, porque está cerrada y luego entraron a la recepción. El recepcionista del hotel –dijo en su declaración ministerial— que observó a los choferes de las unidades entrar y hablaron con él, y quienes pidieron ver la lista de los clientes hospedados. Posteriormente, tras leer la lista –según el recepcionista– uno de los dos pilotos del convoy, salió del hotel y se subió a la camioneta, y duró arriba cinco minutos más, mientras en el interior del negocio, el otro chofer desconectaba una vieja videocámara de la recepción del hotel que no servía. Los testimonios recabados por la PGJE expusieron que aproximadamente a las 1:40 de la madrugada, descendieron de la camioneta dos pistoleros, vestidos de negro con, gorra y pechera, uno de ellos armado con un rifle de asalto, y del vehículo acompañante, bajaron otros tres, uno de los cuales también portaba un arma larga. Los cinco sujetos ingresaron al hotel, y los cuales, después de 5 minutos, salieron con dos personas esposadas, una de ellas con shorts, y las cuales fueron subidas a la camioneta y se fueron. Los levantones Pero el levantón del hotel La Purísima de La Paz no fue el primero ni el único registrado durante esta semana. Un día antes, es decir, el 10 de febrero, dos mujeres identificadas con los nombres de Mónica y Angélica fueron levantadas de su vivienda, localizada en la esquina de las calles Regidores y Vicente Guerrero en la colonia Lázaro Cárdenas de La Paz.  Las jóvenes, que –según vecinos— “eran prostitutas”, fueron sacadas de su morada durante la noche por un comando armado, el cual el pasado 8 de febrero ya había baleado su domicilio particular. Los sicarios habían llegado a esa vivienda color rosa con portones verdes clasificada por las autoridades de los tres niveles de gobierno, como un picadero de un narcomenudista identificado como “El Calucha”. La primera, de nombre Mónica, es identificada como la pareja sentimental del dueño de esa vivienda que –según los agentes de investigación de la PGJE— había abandonado aproximadamente dos meses atrás, después de que habían intentado levantarlo afuera de ese domicilio. La segunda, de nombre Angélica, fue identificada como pareja sentimental de uno de los tres narcomenudistas que habrían levantado y quemado la noche del 12 de octubre pasado en el kilómetro 38 de la carretera de La Paz a Ciudad Constitución, Baja California Sur, y donde perecieron Mario Alberto López García “El Júnior”, Tomás Antonio Rico Castro “El 3” y Carlos Antonio Mayoral Hernández “El Mayoral”. Dos días después de este levantón, y uno luego del caso del hotel La Purísima, un comando armando levantó, la mañana del pasado 11 de febrero, a la pareja de nombres Miguel Ángel Bonilla Marrón y Citlalli Alejandra Ortiz Masse, cuando estaban dentro de su domicilio particular en la colonia Vista Hermosa de La Paz. Los testigos reportaron que hombres armados llegaron hasta la vivienda de la pareja de 31 y 23 años y después ingresaron y sacaron a sus moradores y salieron a bordo de tres vehículos. Son los siguientes: 1.- Una camioneta color blanco, línea Suburban y marca Chevrolet. 2.- Un automóvil color rojo, modelo Jetta y marca Volkswagen. 3.- Una camioneta color blanco. Paralelamente, la mañana del 11 de febrero, hombres armados levantaron al narcomenudista Luis Alberto Martínez Cosío, hijo del propietario del negocio denominado “Carnitas Abraham”, localizado sobre el vado de Santa Rosa en la ciudad de San José del Cabo. El caso fue reportado alrededor de las 7 de la mañana, cuando –según testigos— llegaron hasta el establecimiento tres personas armadas a bordo de una camioneta de color negro, línea Durango y marca Chrysler. Los trabajadores dijeron haberse quedado impresionados unos 20 minutos después del levantón, porque no supieron qué decir o qué hacer, por lo que lo único que hicieron fue marcar al hermano de Luis, y quien dio aviso a las autoridades sobre el suceso. Después del levantón, los testigos describieron los rasgos físicos de los delincuentes. Son los siguientes: 1.- La primera persona –y al parecer el jefe de ellos— es de complexión robusta, de 1.70 metros de altura, con barba cerrada, moreno claro, acento tipo sinaloense, y quien vestía una playera negra y una chamarra color gris con cachucha negra, y quien portaba una arma larga con cacha color café. 2.- El segundo esa una persona delgada con cara alargada, con bigote y poca barba, de aproximadamente 1.75 metros de altura, y quien traía una chamarra negra. 3.- La tercera y última era de complexión delgada, chamarra negra con gorro y siempre ocultándose de todos para evitar ser identificado. Los hechos ocurrieron tan sólo a un kilómetro de la oficina de la Dirección de Seguridad Pública, Policía Preventiva y Tránsito Municipal de Los Cabos. Después de 10 horas de haber sido levantado, y tras intensa búsqueda de los tres niveles de gobierno, la víctima Luis Alberto Martínez Cosío, hizo una llamada alrededor de las 5:44 de la tarde al celular del trabajador del negocio de nombre David Alvarado Mateo, desde un teléfono que los maleantes habían robado al primo de Luis de nombre Cristóbal. Sin embargo, por estar distraído no contestó, hasta que observó la llamada y marcó y contestó el propio levantado, y quien textualmente dijo: “David, todo está bien, aquí ando dando la vuelta”, y colgó. Aun cuando –al cierre de esta edición—los familiares de la víctima trataron de establecer comunicación con él, no fue posible. Luego de 30 días sin balaceras Después de la aparente calma, y tras la ola de levantones que inició el 11 de febrero, los grupos delictivos de José Fernando Torres Montenegro o José Francisco Ojeda Torres “El Pepillo” y Felipe Eduardo Guajardo García “El 28”, nuevamente hicieron cimbrar el sur de La Paz tras el ataque armado y ejecución del narcomenudista Martín Guadalupe Cota Castro en la calle de Santa Lourdes entre Santa Ana y Santa Lucía en la colonia Santa María. Los vecinos reportaron disparos de arma de fuego alrededor de las 18:04 de la tarde, cuando estaban dentro de sus viviendas y no quisieron salir hasta que terminaron las detonaciones y se escuchó el rechinar de las llantas de un vehículo, en señal de la retirada y huida de los asesinos. Los testigos dijeron estar completamente sorprendidos, porque la persona que disparó el arma era una “mujer sicaria”, quien portaba un rifle “cuerno de chivo”, y descendió de una camioneta tipo vagoneta, y venía acompañada por otros tres sujetos. Al momento del ataque, la víctima de 39 años, había descendido de un automóvil sedán, color crema, línea Protege y marca Mazda y con placas de circulación 014-PMN-9, quien recibió tres tiros en la cabeza. En la escena del crimen, los peritos de la Procuraduría General de Justicia del Estado (PGJE) encontraron 9 cartuchos percutidos calibre 7.69 x 39 milímetros, una gorra negra y unas sandalias a un costado de la víctima, que yacía en medio de un charco de sangre. Los agentes de investigación identificaron a la víctima como un narcomenudista al servicio de “El Pepillo”, quien tiene amplios antecedentes delictivos por los delitos de asalto y robo a casa habitación.


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Autor(a)

Redacción Zeta
Redacción Zeta
Redacción de www.zetatijuana.com
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