Publicaron que era muy bonita. Por eso la calificaron de atractiva. Además le resaltaron dos virtudes: Inteligente y discreta. Según eso “vivía en un mundo de lujo y poder”. Pero la vi en foto. No se me hizo hermosa ni atractiva. Nada más no mal parecida. Demasiado seria. Poco atractiva. Además por foto y sin trato no se pueden calibrar inteligencia y discreción. Muy amplificada la gráfica que se publicó. Se le ve morena. Pelinegro. Cejas, párpado y boca demasiado pintados. No muestra toque de elegancia, belleza o seducción. En la foto está abrazada por un cincuentón sombrerudo. Bigotes como decían en mi tierra: “Aguamieleros”. Porque de tanto mojarlos al beber se quedan escurridos. Camisa de seda Versace. Imposible distinguir entre legítima e imitación. Cadenones al cuello. Me los imagino de oro o chapeados. También esclavota. Facha sin equivocación: Narcotraficante o policía. La foto es de medio cuerpo. Supongo que vestía “liváis”. Cinto pitiado. Hebillaza. Bota vaquera con punteras doradas. Tal vez piel de avestruz o cocodrilo. Caras. Por eso no creo mucho lo que se escribió y publicó de Sandra Ávila Beltrán. Hasta la bautizaron como “La Reina del Pacífico”. Pintada poderosa de pies a cabeza. Tanto como para organizar “…una federación de prominentes capos”. Y según eso ella solita importaba droga colombiana. Luego la repartía entre todos los grandes mafiosos. A cada quien su parte y sin pelearse. La historia publicada revela para mí otra inexactitud. Que por sus encantos Sandra “presuntamente” se relacionó amorosamente con Ismael “El Mayo” Zambada, “Nacho” Coronel y Juan Espinoza Ramírez “El Tigre Colombiano”. Aparte la llevaba de maravilla con Joaquín “El Chapo” Guzmán y los Quintero. Según la historia publicada Sandra logró enorme influencia entre todos los narcos. Tanta como para frenar las ejecuciones en Guadalajara. No importaba fuerza numérica ni poder de cada capo o cártel. “Los trámites son coordinados exclusivamente por la ‘Reina del Pacífico’ Sandra Ávila Beltrán” se publicó. Bueno, hasta según eso cierto día recibió nueve toneladas de cocaína. Pero tuvo mala suerte. Se la decomisaron. De paso le sucedió lo peor: Secuestraron a su hijo de 16 años. “Un comando de hombres encapuchados y vestidos de negro irrumpió en el gimnasio de Puerta de Hierro (Zapopan, Jalisco) y se llevó a su único hijo José Luis Fuentes Ávila”. Eso se publicó textualmente. También que los plagiaros pasaron las casetas de vigilancia sin ser vistos. Y al saber del secuestro “…en su desesperación Sandra acudió de inmediato a presentar una denuncia a la Procuraduría General de Justicia de Jalisco”. A la policía le sorprendió. Era la primera vez en Guadalajara cuando se reclamaba un rescate tan alto: Cinco millones de dólares. Finalmente el chavalo fue liberado cuando la madre soltó un millón 400 mil dólares. Pero según la publicación “…fuentes policiales dicen que al menos pagó tres millones de dólares”. Y eso después de negociar durante 18 días. La historia incluyó interesantes ingredientes. Cuando el secuestro la policía intervino el teléfono de Sandra. Así ubicarían culpables. Pero entonces le llamaron “El Mayo”, “El Chapo”, “El Nacho” y los Quintero. Estaban preocupados por ella. Es más, la publicación anotó: Cuando el joven fue liberado Zambada regaló un BMW blindado a Sandra. Y al hijo una camioneta Lobo también harto protegida. La historia revelada por el diario “Reforma” provocó dos reacciones. La del escritor español Arturo Pérez Reverte. Fascinado porque la realidad de Sandra confirmó su imaginación de “La Reina del Sur”. Novela con personajes inventados. Publicada antes que la historia de Sandra. Y otra reacción: La Procuraduría General de la República no le dio importancia a tan mentada mujer. “Simplemente es una más de muchas lava-dólares”. Sin importancia. La noticia publicada suena fantástica. Como que de repente supera a la imaginación de Pérez Reverte. Primero: No conozco a una mujer que tuvo o tiene por amantes a los principales capos. Es desacostumbrado entre ellos. Pero sí ley no escrita. Nadie se enreda con la ex de un compañero o enemigo. Cada mafioso ama y protege a su mujer. Para él solo. Nada de compartir. Tampoco los capos permiten que hembras anden brincando de cama en cama. En la alcoba se saben muchos secretos. No es conveniente. Por eso no conozco mujer que aparte controló o controle a todos los capos mexicanos. Cada narco ha manejado su grupo. No lo hace con el de otro. Y no deja que alguien controle a los suyos. Pueden colaborar entre ellos. Así como “El Güero” con “El Mayo” o “El Chapo”. Y ahora Osiel con los Arellano. Pero nada de soltar el mandado. Sandra no era poderosa. Si hubiera sido no se atreven a secuestrarle a su hijo único. De tarugos se meten con ella si según eso controlaba narcos o la protegían. O simplemente siendo amante de algún mafioso. Aparte: Cualquier mujer apegada a ellos jamás iría a la procuraduría. Primero les dicen a sus amigos capos. No necesariamente a todos. Uno o dos bastarían para encontrar al joven secuestrado. Utilizarían su gente, contactos y ayuda de la policía. Luego, si Sandra era la jefa de los narcos la Procuraduría no podía ignorarlo. Inmediatamente la hubieran detenido cuando presentó la denuncia. Y menos podían dejar pasar durante 18 días de negociaciones. Pero todavía más según la historia publicada: La policía intervino el teléfono de la llamada “Reina del Pacífico” y durante el secuestro. Escuchó a los mafiosos y no hizo nada. En este punto se pueden manejar dos hipótesis. La Procuraduría de Jalisco era cómplice o de plano rayó en el miedo e incompetencia. Suponiendo sin conceder el pago por liberar al secuestrado, los narcos hubieran matado ya, a cada plagiario o la policía los persigue. La historia de Sandra se publicó hace un año. Desde entonces nada en ningún periódico o revista. Menos comentarios de radio o televisión. Dizque anda huyendo. Si en su momento no la detuvieron, menos ahora. Durante todo un año nadie me ha confirmado la historia de Sandra. No tal y como se publicó. Ya es más fantasía y poca realidad. Está como cuando los periodistas van a la colonia Lomas Taurinas de Tijuana. Buscan entrevistas sobre el asesinato de Colosio. Entrevistan a un joven de 17 ó 18 años. Cuentan con detalle cómo fue el crimen. Pero hay un punto muy importante: Cuando sucedió ellos apenas tenían siete u ocho años. Ni cuenta se dieron del crimen. Luego crecieron oyéndolo por ser vecinos. Mas nunca testigos. Hay mujeres enlazadas al narco por negocio o amor. Pero ninguna manejando las mafias a su antojo. Y menos en una llamada “federación”. Tampoco aquella comprando en Colombia por paquete para venderles por partes a mexicanos. Eso ni en sueños. La llamada “MaBaker” tepiteña es una caricatura comparada con la hija de don Ernesto Fonseca. Ivonne Soto “La Pantera”. Presas en “La Palma”. O Enedina Arellano Félix. Esto del narcotráfico mexicano se presta mucho a la ficción. También el sudamericano. No el de Estados Unidos. Pérez Reverte escribió con tino “La Reina del Sur”. Por eso para mí, siendo español, tocó el tema arrancando en México. Escrito tomado de la colección “Conversaciones Privadas” y publicado el 12 de octubre de 2007; propiedad de Jesús Blancornelas.