Parca que con paso lento vas llegando a cumplirle con la cita ya marcada, que con destino le tuviese preparada del mortal que su vida está acabando. Siempre portas en tu mano la guadaña, cabalgando en tu famélico corcel vas indagando la morada de ese ser que ya nunca mirará ningún mañana. Quedando en el rincón de los recuerdos la silueta de ese ser que anda penando, que su muerte le dejó con desconsuelos. Dolientes que ahora estanle demandando al divino y al Señor con grandes anhelos en el cielo se encuentre descansando. Alberto Torres B. Tijuana, B. C.