Extremadura y Andalucía son provincias ubicadas al sur de la entidad europea conocida como España, ese territorio dudosamente integrado como estado político. Un vistazo a los hechos de los últimos 500 años de su historia hace suponer que es más bien un conjunto de ocurrencias, azares y herencias petrificadas con gesto ampuloso, expresión natural en la tierra del bailaor y el torero. Y de Almodóvar. La antigua colonia latina que quedara al garete por un milenio después del colapso de Roma, se puso de moda como resort para juniors germanos bendecidos desde el Vaticano con agüita que les daba derecho para disponer de vida y hacienda de impíos. No llegaron al predio heredado por la abuela Chabela a bañarse, lo hicieron porque había sol, muy escaso en tierras teutonas. A Carlos V le encantaba tostarse, mas no bañarse, costumbrita practicada hasta la actualidad por su descendencia. (Nota pre-turística de la R.) En Andalucía, por el rumbo de Jaen, se encuentra el pueblo Fuente Ovejuna, donde sucedieron hechos que inspiraron a Lope de Vega para crear la obra en que el protagonista colectivo, el pueblo, se une en contra de la opresión y el atropello de la autoridad. Un grupo de ovejunos lapidaron al Comendador Mayor de Calatrava “por los muchos agravios que les había hecho”. Nadie los denunció. A pesar de torturas, incluso a mujeres, no dijeron otra cosa que “Fuente Ovejuna lo hizo”.</p> De este lado del charco, aborígenes del rumbo de Fuente Ovejuna se mezclaron a sangre y fuego con los de la raza de Huitzilopochtli. De ese aquelarre desciende la estirpe de los pobladores de la meseta central, la del albur, El Enmascarado de Plata, Cantinflas, la Familia Burrón, Los supermachos, la cultura del relajo, de las cosas al revés, de la simulación, el despilfarro, el atropello, el nepotismo. De la mentira. La mexicanidad del norte de México es considerablemente diluida en razón de que no existía civilización pagana por destruir. Ni de mezclarse. (Ya parece que un herrumbroso extremeño alcanzaba a una doncella apache montando a pelo. Fue más en corto hacerlo con traductoras domesticadas como Doña Marina. Nota etnográfica de la R.) Quienes se aventuraron al norte buscando riquezas terminaron muchas veces convertidos en proteínas nutrientes de apaches. Luego en guano, tan necesario para fertilizar el desierto. De los sobrevivientes que alcanzaron a engatusar a alguna doncella chiricagua descienden los únicos pobladores de México que saben decir “no” usando las dos letras y no la interminable forma palaciega de señorito del Escorial implantado en La Glan Chilangostlan, esa que requiere de Piedra de Rosetta Chichimeca para entender qué cosa hay detrás de la máscara. (En México Tenochtitlán y anexas decir no, es de mala educación, impropio. Es preferible hacerse pendejo, una máscara infalible, para que el otro asuma. Nota codificada de la R.) Los Hijos de la Malinche y Máscaras Mexicanas, capítulos de El Laberinto de la Soledad, son notables acercamientos a la cosmovisión y psicología de los pobladores del territorio limitado al norte por Los Indios Verdes, al sur por Taxqueña, al este por Pantitlán y al oeste por Tacubaya. (Tengo dudas que Octavio haya puesto alguna vez pie en la parcela ubicada entre Los Indios Verdes y Tijuana. Continuará… Diego Moreno Correo: [email protected]