Es aceptable que a los suplentes de cada funcionario que se aleje de su cargo para contender por otro cargo mediante la elección ciudadana, les concedan probar aunque sea un poquito de las mieles del poder; pero ganen o pierdan deben dejar a los suplentes terminar el encargo que los disidentes abandonaron por ambición y falta de respeto a los que con su voto los llevaron a ocupar un puesto de representación ciudadana para bien administrar sus bienes y proporcionarles seguridad y bienestar. En una empresa tan lucrativa para pocos políticos, se torna perjudicial para el resto de la sociedad que con los bienes que producen, es obligada a sostener los gastos económicos, sociales y culturales sin tener acceso a formar parte de dicha empresa, siendo postulados por el partido político al que pertenecen como aliados, amigos o simpatizantes. Una república representativa, laica y federal, debe regirse como gobierno del pueblo para su propio gobierno: el gobierno del pueblo, es anterior al gobierno en potencia después de la elección y el poder que el elector deposita en cada candidato debe reflejarse en el Congreso como la voz que cada funcionario electo repite como la voz del pueblo que lo eligió. Si lo anterior no se da, la república no es representativa, ni democrática; es una república socialista que inspira su acción en la dialéctica materialista y deja de ser neutral o laica para declararse perseguidora de los dogmas y enemiga de la relación con lo divino, para declararse satánica, por eso no hay control ante la violencia, porque el tipo de gobierno que los funcionarios ejercen patrocina todos los males, para obtener más ganancia monetaria y más gozo en los placeres mundanos. Vicente Martínez Méndez Tijuana, B. C.
En los próximos comicios habrá sopa de chapulines
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