Una ciclovía en cualquier ciudad cosmopolita es un carril especial diseñado para quienes utilizan la bicicleta como un medio de transporte. Normalmente ello sucede en ciudades con una densidad poblacional financiera y operacional muy alta, donde por esas condiciones se presentan problemas de tránsito, de contaminación, de espacios públicos para estacionamientos y congestionamientos viales. En Tijuana la realidad es que la cultura de utilizar la bicicleta como modo de transporte no está ni remotamente arraigada. Los centros de vivienda están muy alejados de los centros profesionales, y es caso similar en las escuelas. Lo que sí hay, son grupos de personas que practican el ciclismo, sea por ejercicio, por entretenimiento o por deporte. Y ante la falta de un espacio para el desarrollo de esa actividad, la alcaldía de Jorge Astiazarán ha dedicado ocho millones de pesos del Programa Nacional para la Prevención para encimar a las pocas vías activas de tráfico vehicular que se tienen, una ciclovía. Es decir, no se construye una ciclovía, se encima a las avenidas y bulevares ya existentes. Y no se construye un velódromo –que sería lo ideal para quienes practican el ciclismo en las calles de Tijuana–. El gobierno de Astiazarán lo que hace con la ocurrencia de eliminar carril, carril y medio, y en el caso del bulevar Benítez dos carriles de circulación vehicular, es abonarle al caos que de por sí se vive en Tijuana ante la cada vez mayor presencia de automóviles y la escases de vías alternas. Aquí en la fotografía, se ve claramente que quienes están utilizando la ciclovía no lo están haciendo para trasladarse de un lugar a otro, sino de manera deportiva y de recreación, con ropas adecuadas, calzado en la misma medida y bicicletas profesionales, personas pues que lo que requieren es un velódromo para desarrollar su actividad. Como se ve también en la fotografía, el espacio de la ciclovía es insuficiente para albergar a tal cantidad de ciclistas, con lo que “invaden” los carriles –de por sí ya minados– destinados a los automovilistas. Entonces de nada ha servido la ciclovía de Astiazarán encimada a los carriles vehiculares, bueno solo para obstaculizar. Por cierto, un velódromo con medidas olímpicas requiere de un perímetro de los 250 y los 600 metros para completar mil metros en la vuelta. Igual con los 8 millones del Pronapred no le alcanza al Alcalde Astiazarán para erigirlo, pero vaya, con algo se empieza. Porque ahí está la imagen, a los ciclistas no les es suficiente una ciclovía, necesitan un velódromo.