Llegó puntual. Se acomodó ante los micrófonos. Y en inglés dijo: hay mucho narcotráfico en la frontera México-Estados Unidos. Aumentó la violencia. Los mafiosos dominan. Crecen las fugas en los penales. Advirtió: de seguir así posiblemente algunos inversionistas prefieran no venir a México. O irse los que ya están. Aparte dibujó la realidad económica mexicana. Palabras más, palabras menos esas fueron las de Tony Garza. Este señor es Embajador de Estados Unidos en nuestro país. No improvisó. Tampoco fue declaración en una entrevista “banquetera”. Leyó su discurso. Seguramente elaborado por especialistas del gobierno estadounidense. Con harto cuidado. Puntillosos. Naturalmente, tomando muy en cuenta datos del joven diplomático. Sumando aparte observaciones de sus servicios de inteligencia. Seguramente publicaciones de la prensa fronteriza. Me imagino consultaron a estudiosos de éste y aquel lado de la línea divisoria. Es que, imagínese, el representante del gobierno estadounidense no podía arriesgarse a decir inexactitudes. Sería diplomáticamente terrible. Total, Tony Garza dijo verdades. Como reza la vieja conseja: todo lo que habló fue cierto. No pecó, pero… ah, cómo incomodó. Eso sucedió en Monterrey terminando la semana. Durante la llamada y ahora famosa reunión Hemisferio. Participaron los más relevantes empresarios mexicanos y no mexicanos. Notables pensadores. Y supe de alguno replicando. Me lo imagino. Primero, nadie lo hizo en apego al protocolo. Y segundo, no tenían agarraderas para recriminarle. Recuerdo a los embajadores norteamericanos hace veintitantos años. Nunca daban la cara como Tony Garza. Jamás se paraban ante una asistencia tan notable. Y menos achacaban algo severamente realista sobre el acontecer mexicano. Al contrario, maniobraban entre secreto hasta derrapar en la tenebrosidad y el chisme. Utilizaban a ciertos políticos. Hay referencias históricas. “Colaban” sus opiniones a uno o dos importantes periódicos del Distrito Federal. Se publicaban a veces como nota principal. Otras en páginas editoriales. Claro: debieron existir muchos casos cuando tales señores se acercaban a nuestros gobiernos. Y con discreción que significa la diplomacia, opinaban sobre cuestiones delicadas. A veces una simple plática con frases de doble sentido. En otras las obligadas observaciones desde la Casa Blanca o Palacio Nacional, lugar donde todavía despachaba el Presidente. Y claro, mentían las narices en las cuestiones políticas como cualquier otra embajada. Todavía existen por allí misteriosas citas sobre los problemas del 68. También de algunas elecciones presidenciales. Y como recuerdo de fuerte diplomacia, en cierta ocasión el entonces Presidente Luis Echeverría expulsó del país a cinco caballeros de la Embajada rusa. Total, el discurso del embajador zangoloteó a varios funcionarios mexicanos. Don Santiago Creel fue el primero en respingar. Como Secretario de Gobernación le echó en cara a Tony Garza sus palabras. Lo mandó a la porra. A ningún diplomático, del país que fuese, le importa lo que pase en nuestro país, dijo más en tono de candidato presidencial que como nuestro hombre de Bucareli. Puede entenderse que fue punta de lanza. Y eso porque el señor Presidente de la República no dijo nada y además ni le convenía. Menos el Procurador General, responsable inmediato de todo el desbarajuste cuando el narcotráfico en la frontera. Hasta el momento no ha demostrado saber más allá del caso López Obrador. Pero fíjese. Es curioso, los japoneses se le adelantaron a Tony Garza. Unas semanas antes dijeron lo mismo. Pero no en inglés. Utilizaron a un traductor. Solo así les pudo entender el Presidente Municipal de Tijuana, Ingeniero Jorge Hank Rhon. Nada más en una cosa fueron contrarios al Embajador de Estados Unidos. No quisieron fotografías de prensa ni video para telediarios. Tienen miedo. Les asusta ver y que vean su figura en las pantallas o planas. Creen que les pasará como a su paisano Mamoru Konno. Corren el riesgo de ser secuestrados. Solamente el traductor aceptó una entrevista con los periodistas. Y les dijo claro. Sus jefes tienen pavor. A los ejecutivos les han prohibido convivir en festejos. Dejarse ver públicamente. Y no es un secreto: la gran mayoría trabaja en Tijuana y se regresa a vivir a San Diego en algún lugar bonito y calmado de California. Allá tienen a sus familias. Ya no es como antes. Ocupaban grandes residencias en la frontera. Socializaban y hasta se reunían con sus empleados. Pero desde cuando el importante japonés fue secuestrado viven prácticamente agazapados. Y ahora ni se diga. Precisamente al ver tanta violencia en Tijuana fueron asustados para hablar con el alcalde. Están enterados de tanto narcotraficante desatado. Saben de las ejecuciones. Conocen muy bien el titipuchal de plagios. Insisto: tienen miedo. Los hombres de Sanyo, Hitachi, Mitsubishi y otras empresas establecidas en Tijuana dijeron lo mismo que Tony Garza. Si la violencia continúa, mejor se van con su negocio a otra parte. Hank Rhon los escuchó y les dio la solución que si no la sabe el Presidente Fox seguramente le disgustará enterarse. También el Secretario de Relaciones Exteriores: el alcalde por sus pistolas nombró a un embajador de Japón en Tijuana, como si la ciudad fuera país. Y para que trate esos asuntos exclusivamente con él en la Presidencia Municipal, calzándose las botas de Fox. Ante tal oferta hecha pública los señores orientales salieron del despacho. Según eso más calmados. Los engañó. Sobre este episodio de los japoneses el señor Secretario de Gobernación no dijo nada. A lo mejor ni siquiera sabe. Y seguramente ni se lo dijo el Presidente Municipal Hank Rhon. Todos sabemos que este junior odia al PAN y los panistas. Recuerdo en sus tiempos de candidato y viendo la posibilidad de triunfo los periodistas le preguntaron: “¿Abrazará Usted al Presidente Fox cuando venga?” Y rápido contestó: “No, porque no es mi presidente. Porque no es Presidente. Que lo atienda el Gobernador”. Ya después como alcalde reculó. El protocolo señala: lugar a donde llegue Fox como los anteriores deben recibirlo las autoridades del lugar. Y tuvo que ir a despedirlo cuando hizo escala en Tijuana desde Ensenada rumbo a México. Luego torpe y jocoso salió con que “…ya lo conocía desde hace mucho”. Hasta sacó el cuento de que parientes lejanos tejieron la relación. Pero ahora que vino Fox a Tijuana el jueves sucedió lo nunca visto: el Presidente dejó a Hank Rhon con la mano extendida para el saludo. Y en toda la gira lo ninguneó. La pagó y falló el alcalde priista. Es como su famosa promesa como candidato: “A mí no me va a temblar la mano”, dijo reprochándole a gobiernos panistas que no podían con el narcotráfico. O aquella de que le gustaría un jefe de la policía “como mi general Durazo”. Claro que trajo del Estado de México a dos fulanos. Los puso al frente de la corporación. Se parecen al deseado en lo corrupto. Obligan a cada policía una cuota diaria de 20 dólares. Y como aquel famoso “Grupo Jaguar” formado por “El Negro” Durazo en los tiempos de Hank González como regente, hay la sospecha de un “comando negro” con Jorge. Policías también traídos de México. Fueron descubiertos igual a Sahagún Baca, segundo de Durazo, matando narcotraficantes sin razón. Aquel episodio de Tula no se olvida. Acá también fueron descubiertos, consignados y huyeron. De todos modos hacen y deshacen. Se pitorrean de los tijuanenses. Y ahora es tanta violencia que el hijo del profesor no puede cumplir su promesa. Convenenciero. Antes decía que no podían y ahora les echa la culpa a los gobiernos del Estado y Federal que son panistas. Se llama víctima. Lo curioso: sucedió cuando en campaña para alcalde el año pasado. Los reporteros defeños vinieron uno tras otro. Grandes reportajes elogiándolo. Las televisoras también. Pero ahora que tiene a Tijuana en desbarajuste ni se asoman. Nada más en los primeros cinco meses ejecutaron a 170 personas en Tijuana. No hay ciudad de la República con tal cifra. Tiran cadáveres por toda la ciudad. Los secuestros son incontables. Fueron descubiertas docenas de casa-cambistas “lava-dólares” y la Secretaría de Hacienda ni siquiera se entera. Nuestros agentes estatales o federales no tienen capacidad para descubrir asesinos. La mafia está metida en cualquier corporación. Se llega a la desvergüenza. El regidor hankista Sifuentes Almaraz dijo que sí hay policías corruptos. “Pero no tenemos con quién suplirlos”. La corporación es un desgarriate. Unos están descontentos. Otros andan como ladrones en supermercado. Sobran alcahuetes de los mafiosos. A la hora de cometer delitos no hay patrullas cerca. Se aparecen luego del niño ahogado y ni siquiera tapan el pozo. Todo mundo sabe, el “comando negro” entró hasta el Club Campestre para “levantar” a un joven y tirarlo muerto a los pocos días. Lo mismo pasó a cierto dueño de restaurante. Igual a un joven empleado de tribunales y hasta el hijo de ex alcalde panista. Todos secuestrados en zonas céntricas. Se llevan a empresarios notables o modestos. No paran. La desaparición de personas tampoco. Muchas familias tijuanenses ya se fueron a vivir a Estados Unidos. Por eso tienen miedo los señores japoneses y el Embajador de Estados Unidos no exageró ni mintió. Tony Garza solamente dijo una parte de la gran verdad. Y los errores no se acaban criticando al que los señala, sino reconociéndolos para acabarlos. Parodiando como final: Te lo digo, Derbez, para que lo entiendas, Santiago”. Tomado de la colección Dobleplana de Jesús Blancornelas, publicado el 20 de mayo de 2005.