La vida está tan cambiada en tiempos de desconsuelo que rogamos solo al cielo levantando la mirada, Imploramos caridad por los pequeños del mundo que con un gozo profundo esperan la Navidad. La esperanza que cada año nos llena de paz y amor, como lo dijo el Señor cuando guiaba a su rebaño, hoy hay dos clases sociales que dividen a los chicos en dos grupos especiales: el de pobres y el de ricos. Porque unos lo tienen todo desde que están en la cuna y los otros no dan una desde que nacen y ni modo… y entonces ¿qué les daremos a ellos en Navidad?, tal vez les obsequiaremos bolsas de mucha amistad… O quizás gramos de amores y paquetes de caricias, o arcoíris, de colores, y envolturas de primicias, pero esta vez no tendremos con qué darles nada ideal, solamente les diremos: ¡Es que se portaron mal! Y ellos, ¡pobres inocentes! Notarán la diferencia al mirar en otras gentes despilfarros y opulencia, no les debemos mentir, eso sería demasiado, mejor y con mucho agrado hay que hacerlos sonreír. ¡Cómo es difícil jornada!, convencer a esas criaturas, que para ellos no habrá nada ¡por sus tantas travesuras!, los niños son mil encantos, pero es triste de verdad Decirles solo a unos cuantos: ¡Para ti no hay Navidad!,
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