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jueves, septiembre 19, 2024
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“La gente que hace cine son héroes”: Fernando Luján

A sus 75 años de edad, Fernando Luján tiene mejor memoria para el pasado lejano que el reciente. Olvida cuándo fue la última vez que visitó una ciudad por trabajo, pero mantiene frescos sus recuerdos en el Teatro Ideal y el Teatro Arbeu, donde solía jugar mientras sus padres y tíos trabajaban. De allí evoca el olor a naftalina de la ropa y cómo eran los pequeños baúles con múltiples compartimentos que usaban al salir de gira. Es la nostalgia por sus inicios en la actuación, pero también el motor que hace que después de casi siete décadas, siga firme en los escenarios o frente a una cámara. “Sí, (todavía vale la pena y) toda la vida. No podría hacer otra cosa, cuando desde niño he estado y nacido en este ambiente, porque afortunadamente mi familia ha tenido grandes actores, por eso me vienen muchos recuerdos de niño en los teatros, o de cuando me llevaban a los sets cinematográficos a filmar. Si suelto la grabadora del cerebro puedo tener hasta olores y el recuerdo está completo”, compartió Luján en entrevista con ZETA. De cabello, barba y bigote plenamente blancos, y con las naturales arrugas en el rostro por el paso del tiempo, pero con una lucidez y entusiasmo sorprendentes, quien ha sido dirigido en cine por Arturo Ripstein (“El Coronel No Tiene Quien le Escriba”) y recientemente por Francisco Franco (“Tercera Llamada”), por mencionar algunos, es uno de los pocos actores que siguen vigentes luego de tantos años de trabajo, entre los que se incluye su participación en películas que todavía corresponden a la época de oro del cine mexicano; logro que lo enorgullece, pero también le da la posibilidad de contrastar las nuevas formas de hacer películas en el país. “(Al cine actual) Lo diagnosticaría como no amoroso, bien hecho, inteligentemente bien hecho, con buenos asuntos, buenos actores, buenos directores, pero sí siento que se ha perdido el amor por hacer una película. Antes tú hacías una y estaba enamorado el productor, los maquillistas, los técnicos, todos los del proyecto. Ahora todo mundo trabajaba un poco más pensando en el próximo proyecto, tanto los actores como directores. Es un poco más frío. Yo tuve la oportunidad de estar casi a finales de la época de oro del cine, y ahora son contadas las ocasiones en que tienes todo ese amor en todo el equipo, porque el cine no solamente son los actores y directores, es todo un equipo también”, considera el actor. Pese a reconocer que estamos en una época diferente que, por ende, tiene otras formas de trabajo, agregó que “la gente que hace cine son héroes, porque es muy difícil levantar los proyectos”. Testigo del talento joven del país, con todo y que cree que muchas veces se canaliza a hacer cine rebuscado para obtener premios en el extranjero, Luján nota como característica compartida de los nuevos cineastas el no visualizar que su siguiente proyecto quizá les lleve cinco años más hasta concretarlo, lo que provoca que se alejen de la industria. “Hubo una época en la que tuvimos el problema del Sindicato de Actores Independientes (SAI), hace unos diez años, en que se vino un cine terrible. Era vomitivo, cuando al cine hay que hacerlo bien. Nos dirigimos a un público y lo educamos, pero en esa época no solo no educamos, sino que lo echamos a perder en lo poco que quedaba, nos ha costado mucho trabajo hacer lo contrario pero afortunadamente ya estamos de salida, ahí la llevamos”. Más de sesenta películas son el legado que a la fecha conforman la trayectoria de Fernando Luján, quien con humor, todavía deja en claro que ese es su nombre artístico y especifica llamarse realmente Fernando Ciangherotti Díaz. Sin embargo, en el paso por lograr ese catálogo que le da espacio a producciones como “La Sombra de los Hijos”, “El Tigre de Santa Julia” y “Hasta el Viento Tiene Miedo”, desde su trinchera ha visto cómo los espacios de exhibición siguen siendo una deficiencia en el cine nacional: “Son terribles pero no hay nada que hacer. Desgraciadamente tanto el distribuidor como el exhibidor son los que se llevan el dinero sin arriesgar el suyo. Todavía el exhibidor arriesga un poco, pero los demás no. Tienen ya los inmuebles, se llevan (el dinero de) las palomitas, los chocolates, todo es para ellos y no han invertido más que en lo hecho al principio. En ese sentido está la gente muy limitada, por eso cuesta mucho levantar un proyecto de cine… además están todas las películas americanas, para que te dejen entrar a un cine tienes que dejar pasar las buenas temporadas, casi ningún cine te acepta cine mexicano cuando es temporada de películas como ‘Batman’. Nuestra competencia es desleal en producción, desleal en distribución,  desleal en exhibición, desleal en todo, por eso digo que somos héroes los que hacemos cine”. Él no es la excepción a su propia frase, pues a pesar del contexto poco favorable que comenta, el cine se cuela hasta en sus escritos, ya que hace guiones en sus ratos libres, además de otro tipo de textos: “(El cine) Es apasionante y te enamoras de entrada, aun sentado y escribiendo un guión, en un momento determinado, ya estás enamorándote. Me gusta muchísimo escribir y, dentro de las cosas que escribo, de repente se me da por escribir poesía, un guión cinematográfico, o una obra de teatro”. Actualmente, hacer ensayos es lo que disfruta escribir en un hotel en Puerto Escondido, Oaxaca, lugar al que va cuando llega a tener un momento libre. De ese pasatiempo han resultado dos guiones que logró llevar al teatro, pese a que reconoce que poca gente fue a ver el montaje. Una aceptación contraria será la que seguramente tenga con “Oh, Dios Mío”, proyecto teatral que hará el próximo año, al lado de Angélica Aragón, actriz con la que no trabaja desde que en 1997 protagonizaron la telenovela “Mirada de Mujer”. “La obra es muy padre, aparte de que tiene mucho humor, es muy interesante en el sentido de lo que habla. Son tres personajes: ella, que es una psicóloga; su hijo, que no puede hablar y tiene treinta y tantos años; y yo, un señor que solo quiere un día de terapia y es Dios. El problema que tiene Dios, es que su creación del quinto día, el hombre, le ha fallado, y necesita una terapia para irse tranquilo y pasar ese momento. Está muy padre, ojalá cuaje todo. Ahora lo que necesitamos son espacios, porque están todos los teatros muy ocupados, pero estamos haciendo mejor teatro y mejor cine que en otros años”, concluyó Fernando Luján. La adaptación a los escenarios del texto, escrito por la israelí Anat Gov, tiene como debut tentativo el mes de mayo.  

Autor(a)

Redacción Zeta
Redacción Zeta
Redacción de www.zetatijuana.com
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