El pasado 19 de octubre, se cumplieron 54 años del bloqueo comercial impuesto por los Estados Unidos en contra de Cuba. Desde entonces quedó prohibido todo intercambio financiero y comercial entre ambos países -con excepción por un tiempo de alimentos y medicinas-. La intención del Presidente Eisenhower, era aislar al gobierno cubano, representado entonces por el comandante Fidel Castro, como castigo por los decretos expropiatorios de 1960 en contra de las haciendas y las empresas propiedad de corporaciones estadounidenses que se apropiaban y exportaban todo tipo de productos y de materias primas, prácticamente sin pagar impuestos. Posteriormente y en atención a la exigencia de Washington, los gobiernos miembros de la Organización de los Estados Americanos resolvieron, en julio de 1962, con 16 votos a favor y uno en contra, suspender todo intercambio militar con Cuba y, un mes después, el gobierno norteamericano amenazó con suspender toda ayuda a cualquier país que le diera algún apoyo al gobierno cubano. Ha transcurrido más de medio siglo de aquellos acontecimientos, cuando de pronto, el día 17 de diciembre, el Presidente Barack Obama anunció que se iniciarán pláticas con Cuba para restablecer relaciones diplomáticas, abrir una embajada en la isla y avanzar en la atención a temas de interés común. Como prueba de buena voluntad, ambos gobiernos acordaron en estos días un programa de intercambio de reos considerados como presos políticos, y que ya dio sus primeros resultados. Ahora se sabe que durante los pasados 18 meses se realizaron conversaciones secretas en el Vaticano y en Canadá, con altos funcionarios de ambos gobiernos, incluyendo en la última reunión la participación personal del Papa Francisco, como representante del Estado Vaticano. Este esfuerzo llegó a su clímax el pasado martes 16, cuando ambos mandatarios, Obama de Estados Unidos y Raúl Castro de Cuba, en una conversación telefónica que se prolongó por 45 minutos, acordaron iniciar los protocolos para la apertura diplomática. En su discurso del 17 de diciembre, Castro declaró que su propuesta al gobierno de los Estados Unidos es “adoptar medidas mutuas para mejorar el clima bilateral y avanzar hacia la normalización de los vínculos entre nuestros países, basados en los principios del Derecho Internacional y la Carta de las Naciones Unidas… esto no quiere decir que lo principal se haya resuelto. El bloqueo económico, comercial y financiero que provoca enormes daños a nuestro país debe cesar”. Por su parte, Barack Obama dirigió un discurso a la nación el mismo día, en el que afirmó: “… estamos ante el cambio más significativo de nuestra política en 50 años… y vamos a normalizar las relaciones entre ambos países”. Lo cierto es que el embargo de 1960 se inició como una resolución presidencial que al paso del tiempo, en octubre de 1992 y después de discutirse en ambas Cámaras, se convirtió en Ley que se publicó bajo la firma de George W. Bush. Sabiendo que tiene que negociar con el Congreso, Obama declaró en su discurso que “… este embargo que ha sido impuesto por décadas, ahora forma parte de nuestra legislación. En la medida en que avancemos, el Congreso debe involucrarse en un debate serio y honesto, acerca de terminar con el embargo”. Seguramente habrá resistencia en el Congreso de los Estados Unidos por parte de algunos legisladores, y muy especialmente de aquellos que son descendientes de refugiados cubanos. “A todos los que se oponen a lo que hoy estamos anunciando -declaró Obama-, les digo que respeto su pasión y comparto su compromiso con la libertad y la democracia. El tema es como alcanzar tal objetivo. Y yo no creo que podamos alcanzar un resultado distinto si seguimos haciendo lo mismo que hemos hecho por más de cinco décadas”. El tema de mayor relevancia en estos días, es el relacionado con la liberación de prisioneros identificados como presos políticos. Para el gobierno de Estados Unidos, se tiene un registro de al menos 53 norteamericanos que se encuentran en cárceles cubanas. En el caso de presos políticos cubanos en Estados Unidos, se tiene una estadística de cinco prisioneros, de tal manera que el intercambio se antoja por demás desproporcionado. Sin embargo, todo indica que hay la voluntad de ambos mandatarios de llevar a buen fin este asunto por demás sensible para ambas partes. Actualmente ya está programada la visita de una delegación de altos funcionarios del Departamento de Estado de los Estados Unidos para reunirse con su contraparte en La Habana, a fin de tratar el tema específico de la migración entre ambos países. De ser así, el secretario John Kerry será el primer secretario de Estado norteamericano que visite Cuba en los últimos 60 años. La gran pregunta que viene a la mente es sobre ¿cual será la reacción de todos aquellos gobiernos en Latinoamérica, que igualmente calumniaron y bloquearon a Cuba, obedeciendo durante décadas las órdenes de los Estados Unidos? Una de las primeras reacciones ante estos acontecimientos históricos fue la del Vaticano, que declara en un boletín difundido en estos días que: “… El Santo Padre se complace vivamente por la histórica decisión de los Gobiernos de los Estados Unidos de América y de Cuba de establecer relaciones diplomáticas, con el fin de superar, por el interés de los respectivos ciudadanos, las dificultades que han marcado su historia reciente”. Ver sentados en la misma mesa a los Estados Unidos y a Cuba para deliberar sobre el fin del criminal bloqueo de más de medio siglo, genera sentimientos encontrados. Sin embargo, el pueblo cubano merece explorar esta nueva realidad buscando su bienestar, sin olvidar su historia y sin olvidar a los caídos en la lucha por su libertad. Como dice el escritor Eduardo Galeano, Cuba ha sido castigada, bloqueada, calumniada, haciendo bastante menos de lo que quería, pero mucho más de lo que podía. Y sin embargo, el pueblo cubano sigue con la idea de que los seres humanos no están condenados a vivir humillados por los poderosos del mundo. Lo mejor para el pueblo cubano.






