Las células criminales del Cártel de Sinaloa y de lo que -aseguran las autoridades- queda del Cártel Arellano Félix, se han enfrentado durante las últimas semanas, por robos de droga. De acuerdo al perfil de los pocos que han identificado las corporaciones policíacas y de investigación en Baja California, se trata de delincuentes callejeros, reciclados y armados que generan terror en la comunidad. Bandas delictivas menores que se balean en calles de Tijuana, en su pleito por conservar el negocio de venta de droga. Agentes estatales, ministeriales y municipales que investigan, ya saben de qué criminales se trata. Los tienen identificados, conocen el motivo del enfrentamiento, pero no han podido detenerlos. El 11 de diciembre de 2014, al primero que los investigadores locales pudieron identificar en el video de vigilancia del restaurante Carl´s Jr. del fraccionamiento Soler en Tijuana, en el cual se grabaron los minutos previos a la balacera de ese jueves, fue al joven Giovanni Valenzuela. A los oficiales no les costó trabajo reconocerle. La noche del sábado 29 de noviembre, habían platicado con él en el restaurante Cabanna de Paseo Chapultepec. Aquel día lo habían detenido y presentado en calidad de testigo, después de otro ataque a balazos, el cual, según las declaraciones de Valenzuela, fue directo y contra su amigo Juan Carlos Enríquez Sandoval y/o Sandoval Enríquez, quien resultó lesionado en la balacera del restaurante. Elementos de la Policía Municipal de Tijuana refirieron tener identificado a Giovanni Valenzuela como “El Diesel”, luego de que lo habían detenido en julio, cuando, precisamente en un restaurante de la calle Sonora, fue denunciado por alterar el orden junto con Brian Allan Ibarra -también testigo de la balacera en el Cabanna- y otros amigos. Aquella vez, cuando los oficiales llegaron al restaurante de la calle Sonora, los jóvenes les advirtieron que eran “gente del Cártel Arellano Félix que movían droga a Estados Unidos”, y que los dejaran en paz. Los municipales pensaron que podía tratarse de muchachos habladores, pero por precaución, llamaron refuerzos. Los detuvieron y presentaron por amenazas a los agentes. Cuando los investigaron en la plataforma de seguridad, a Valenzuela no le salió antecedente alguno. El de nombre Braian Alan presentó identificación falsa, y a los otros dos acompañantes les salieron cargos en Estados Unidos, a uno por robo y a otro por drogas. Evidentemente, fueron puestos en libertad. Así fueron partícipes de dos balaceras. La de noviembre en el Cabanna, y la de diciembre en el Carl’s Jr. del Soler. Según las primeras investigaciones, fueron baleados porque robaron droga a otra célula delictiva que recluta a muchachos a través de las redes sociales para cruzar enervantes y entregarlos en Estados Unidos. “Los primeros elementos indican que estos muchachos respondieron al llamado, recibieron la droga, se la robaron y la revendieron”, detalló un investigador del Consejo Estatal de Seguridad Pública de Baja California. La balacera del Soler En las imágenes del video de vigilancia de Carl’s Jr. del Soler, registradas el 11 de diciembre, se ve cuando entra Giovanni Valenzuela “El Diesel”. Suponen que ingresó al negocio cuando huía, pues se aprecia cómo desde que llega, se asoma contantemente, como revisando si lo siguen. La cámara capta que el perseguido se da cuenta de algo y se apresura a sentarse en una silla frente a una mesa. Luego se ve cómo entran sus agresores, primero dos aparentemente desarmados. Pero encabezando al grupo homicida, los agentes identifican a Iván Leonardo Peña Peralta “El Turbo”, a quien desde 2007 ubicaron como parte del crimen organizado, en la pugna interna del Cártel Arellano Félix (2006-2011), sirviendo indistintamente al CAF y a “Los Teos”. De “El Turbo” refirieron a ZETA los policías: desde hace tres años encabeza un grupo de matones identificados como “Los Turbos”, que recibe órdenes de los hermanos Alfonso y René Arzate, quienes encabezan la célula del Cártel de Sinaloa identificada como “Los Aquiles”, grupo de sicarios ligado a varios secuestros y homicidios en expedientes ministeriales, pero en calidad de prófugos. Detrás de “El Turbo” en Carl’s Jr. del fraccionamiento Soler, entraron tres hombres que -a simple vista en el video- no se ven armados, y tras ellos, dos que portan armas largas (los investigadores sospechan que uno de éstos puede ser un ex policía municipal). El grupo de sicarios se dirige al baño, al parecer, creen que ahí se esconde su víctima. Pero en cuanto le dan la espalda, “El Diesel” se levanta y corre hacia afuera del local, el primero en darse cuenta e identificarlo es “El Turbo”. Los matones corren tras su víctima, quien se atraviesa a los carros en tránsito; le empiezan a disparar con armas cortas y largas, sin importar que hubiera una mujer con niños en las inmediaciones. El perseguido cae, se levanta y entre los cinco atacantes no logran capturarlo. Huyo. También “Los Turbos”. Minutos después, la Policía Municipal localizó los vehículos de los homicidas. En una panel blanca encontraron un arma larga AK-47, y en una camioneta Land Rover de color blanco, aseguraron otro rifle, un arma corta y un galón de gasolina. Otro rifle R-15 fue abandonado en los alrededores de la balacera. Robo de droga El jueves 18 de diciembre, con el antecedente de que Giovanni Valenzuela estuvo en las dos escenas del crimen, que tanto presuntos agresores como víctimas pueden estar involucrados en actividades de narcotráfico, finalmente, 20 y 7 días después de cometidos los delitos, los expedientes de los dos ataques fueron trasladados a la Subprocuraduría contra la Delincuencia Organizada de la PGJE de Baja California. La investigación que llevó la Subprocuraduría de Zona no tiene avances, en el del Cabanna, el lesionado Juan Carlos Enríquez Sandoval declaró ser tramitador de fianzas y desconocer las razones de la agresión, así como la identidad del tirador; su amigo Allan Ibarra, con antecedentes criminales y que ha enfrentado dos cargos por droga en 2009 y 2011, declaró algo similar; lo mismo que Giovanni Mendoza “El Diesel”. En este primer caso también hay un video con la cara de los atacantes. Fueron tomados mientras se guardaban el arma usada en el ataque. Se trata de un hombre de mediana edad, vestido de pantalón de mezclilla negro con sudadera azul y cabello a rape, y un joven de pantalón de mezclilla azul con sudadera roja y cabello rizado. En el segundo caso, también tiene imágenes de video, y apenas están corroborando si las armas utilizadas están involucradas en otros expedientes delictivos. Al momento, las primeras indagatorias indican que los actos violentos iniciaron a partir de un robo de droga y que se trata de un enfrentamiento no de cárteles, sino de células. Respecto a la filiación criminal de los participantes, analizan dos líneas de investigación: 1.- Pugnas entre una célula del Cártel de Sinaloa y un grupo independiente de gente procedente de Nayarit. 2.- Pugnas entre la misma célula de Sinaloa, pero contra un grupo independiente del CAF. Laboratorio de cristal También involucrados en actividad delictiva de células criminales del Cártel de Sinaloa en Tijuana, el 14 de diciembre fueron detenidos dos hombres y dos mujeres presuntamente involucrados en la fabricación y distribución de “cristal”. Macario Quintero Mazo, Julio Navarro González, Gabriela Beltrán Castro y Heidi Rangel Sánchez, fueron aprehendidos en Otay. La Policía Estatal Preventiva (PEP) los intervino cuando discutían al interior de un auto, estaban encerrados y se veía que “las mujeres manoteaban”. Al revisar el vehículo, encontraron tres envases plásticos con 2 kilos 650 gramos de “cristal”. Según el parte informativo, Macario Quintero advirtió que la droga no era de su propiedad, y solo era el cocinero, dando a los uniformados la dirección del departamento que usaba como laboratorio, localizado en el número 7330 interior 2 de la calle Hidalgo, esquina con Independencia, de la colonia Independencia en Tijuana. Después, dijo que nada más supervisaba las entregas y cuidaba el almacén. Detalló que es de Sinaloa y tiene seis meses viviendo en Tijuana, que trabajaba “para un hombre llamado Alberto, quien a su vez, es gente de ‘El Chapo’ Guzmán”. Según el informe policiaco, al llegar al domicilio proporcionado por los detenidos, por la ventana pudieron confirmar las declaraciones de Quintero y solicitaron el apoyo de la Procuraduría General de la República, donde el Ministerio Público solicitó la orden de cateo que les concedieron el 18 de diciembre. Al final, la PGR aseguró tres hieleras, y entre seis y siete refractarios de plástico, todos conteniendo una sustancia granulada, al parecer “cristal”, la cual deberá pasar por estudios periciales antes de que la Procuraduría identifique oficialmente la presunta droga y ofrezca información de las cantidades. Estados Unidos señala a suegra de “El Azul” El jueves 18 de diciembre, el Departamento del Tesoro de los Estados Unidos señaló a la mexicana Alejandra Araujo Uriarte como una Narcotraficante Especialmente Designada, según el Kingpin Act. A Araujo Uriarte se le acusa de ocultar bienes para su yerno, Juan José Esparragoza Moreno, alias “El Azul”. En consecuencia, todos sus bienes que se encuentren en Estados Unidos o que estén en posesión de ciudadanos americanos, quedan congelados, y a los norteamericanos se les prohíbe realizar transacciones con ellos. “Al ser la tercera acción que hemos tomado en contra de los cómplices familiares de Esparragoza Moreno, la designación de hoy se basa en nuestro esfuerzo inagotable de acabar con el Cártel de Sinaloa y de otras organizaciones de las drogas alrededor del mundo”, se informó. El 24 de julio de 2012, el Departamento del Tesoro designó a Ofelia Monzón, esposa del capo; en consecuencia, Monzón Araujo puso propiedades en Culiacán a nombre de su madre, Alejandra Araujo Uriarte, incluyendo terrenos donde se ubica una cadena de gasolineras controladas por “El Azul”. Cateo Durante al menos dos horas, el grupo especial de peritos de la Procuraduría General de la República (PGR) adscritos a Tijuana, catearon un departamento en la colonia Independencia y resguardaron las decenas de instrumentos y cubetas de químicos percusores, presuntamente para cocinar la droga conocida como “cristal”. Ministeriales federales estacionaron de reversa y lo más cerca posible de las escaleras, cuatro unidades tipo pick-up de color blanco, y en unos minutos, con la Policía Estatal Preventiva resguardando el área, llenaron las cajas de los vehículos. Cargaron cuatro quemadores con sus respectivos reguladores de gas, similares a los que se utilizan de manera comercial en la preparación de alimentos; también, cuatro ollas y coladores de metal, escurridores de plástico, termómetros, aluminio, moldes, hieleras y al menos una veintena de cubetas plásticas llenas de líquidos. Agentes encargados del operativo, indicaron que el material encontrado será analizado en los laboratorios de Periciales de la PGR. Sin embargo, de manera extraoficial se confirmó que se trata de sustancias relacionadas con la efedrina, base principal de la droga sintética. Al final, el convoy integrado por decenas de agentes federales y estatales, junto con la unidad blindada especial de la PEP, llamada “Tiburón”, encendieron torretas y abandonaron el lugar minutos después de las cuatro de la tarde. Los químicos y las evidencias fueron trasladas al Departamento de Periciales de la Procuraduría y el lugar quedó sin resguardo. Únicamente una cadena sobrepuesta y un sello que advierte no ingresar al domicilio asegurado. Durante meses, el laboratorio clandestino se disfrazó en complejo de departamentos de renta, propiedad de una pareja residente de los Estados Unidos. Algunos vecinos entrevistados por ZETA admitieron que ocasionalmente detectaban un olor fuerte, tanto al lado como arriba del dúplex; las casas y departamentos aledaños están habitados. Según testimonios, a principios de 2014, a ese departamento ubicado en una zona de poco tránsito, llegó un hombre a rentar junto con su esposa y dos hijos. Meses después -describen los residentes del área- los menores y la mujer cambiaron de domicilio, y el hombre llevó a unos “supuestos primos” a vivir al departamento. A pocos metros, únicamente se puede identificar una distribuidora de lubricantes y aceites y un templo religioso, cuadras más lejos, una escuela y la calle principal de la colonia.