Fue antes del día de brujas y muy cerca de la casa materna. Entrada la noche, el síndico Arturo Ledesma Romo manejaba su auto por el libramiento. Le tocó retén de alcoholímetro, de los que la Sindicatura es responsable en el Ayuntamiento de Tijuana. En lugar de aplaudir el trabajo de policías y funcionarios que no hacen excepciones en la revisión, cuando le tocó soplar al alcoholímetro se transformó. Sería el alcohol, la luna de octubre o la prepotencia, pero Ledesma Romo gritó, amenazó y exigió no ser revisado. Intentó despedir a policías y empleados que le quisieron medir el alcohol en la sangre. Vaya ejemplo.