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miércoles, octubre 23, 2024
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“Lava-dólares”

Todo mundo las vemos en cualquier parte. Como estanquillos esquineros. Algunos en despacho. No se diga entre centros comerciales. Las llaman, se anuncia y les decimos casas de cambio. Pero no son. De veras: en Tijuana solamente existen seis. Intercam, Inverlat, Sterling, Monex, Intercontinental y Plus. Funcionan autorizadas especialmente por la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP). Como se dice por ahí, “luego de un tango”. Aparte, necesitan permiso del Banco de México. Aquí no se salvan. Para empezar, les ponen dos requisitos sin discusión: primero, necesitan operar con capital de tres millones de dólares. Sí, tres millones de dólares. Obligadamente, el solicitante debe estar relacionado con el medio  financiero. No cualquiera. Ampliamente conocido nacional e internacionalmente. Bueno, para dar una idea: hasta 2003, solo funcionaban cuatro casas de cambio en Tijuana. Sorpresivamente, el año pasado y después de mucho batallar, el Banco de México y Hacienda autorizaron dos. Esas seis casas de cambio operan con iguales reglas impuestas a un banco. Ofrecen casi los mismos servicios. Incluidas inversiones, créditos y demás. Por ley, cada mes deben informar a la SHCP: 1.- Operaciones individuales. 2.- Nombre de sus clientes o razón social. 3.- Cantidades generadas y gastadas. 4.- Reporte semestral y, 5.- Riguroso pago de impuestos. Con tales requisitos, es de los negocios más vigilados por el Gobierno de la frontera. Yo tenía la creencia de que cuantas veo en Tijuana, son casas de cambio. Pero me sorprendió saber que nada más existen seis. Y otras 13 en todo el país. Pero fíjese: las que operan “por montones”, no son casa de cambio. Simple y sencillamente, se trata de “centros cambiarios o multiservicios”. No necesitan permiso del Banco de México ni autorización de Hacienda. Están a salvo de tan latosos trámites y hartos documentos. No es preciso ser banquero o experto en finanzas. Tampoco le exigen título. Ni siquiera certificado de primaria. Nada más declarando un capital de 50 mil pesos. Aparte, basta con el Registro Federal de Causantes (RFC) ante la Secretaría de Hacienda. Y a darle. Luego de cubrir todos esos trámites, avisar al Ayuntamiento: “Voy a trabajar”. Y se acabó. Pero eso sí, no pueden funcionar como casa de cambio o bancos. Nada más están autorizados a canjear moneda extranjera por nacional. A la paridad que quieran. Hacienda les obliga a reportar solamente operaciones por más de 20 mil dólares. Es harto sabido que, en muchos casos, fraccionan tal cantidad con trampa. Por ejemplo, hacen cambios de 7 mil y uno de 6. Así se “brincan” la obligación de informar. Contrario a las casas de cambio, Hacienda y Crédito Público no las revisa tan detalladamente. Tampoco reportan. Solo pagan impuestos según lo que declaren. Me informé y es impresionante: las casa de cambio legalmente reconocidas, manejan en promedio millón y medio de dólares cada una al día. Eso significa 9 millones cada 24 horas. Tres mil 285 millones de dólares por año. Deben hacerlo con harta rectitud. Tanta, que no están en la lista de “lava-dólares” elaborada por el Departamento del Tesoro de Estados Unidos. Sí, ésa que dio a conocer el gobierno norteamericano la semana pasada y que puso a temblar a muchos. Pero fíjese. Contra las seis casas de cambio, existen 350 “centros cambiarios o multiservicios” en Tijuana. Esos son los que vemos por todas partes. No todos funcionan mal, pero varias docenas están claramente identificadas por Estados Unidos como “lava-dólares” del cártel Arellano Félix. Supe que manejan cada una 30 mil dólares diarios. Máximo 70 mil. Supongamos la primera cantidad: significa mover 10 millones 500 mil dólares cada día. Sumándole, todo el año serían 3 mil 832 millones 500 mil dólares. En el caso de operar con aproximadamente 70 mil dólares diarios, serían 24 millones 500 mil dólares cada 24 horas. Ocho mil 942 millones 500 mil dólares. Pero despreocupados, algunos propietarios de los “centros cambiarios o de multiservicios”, operan con cantidades superiores. Suena medio raro: se les exige un capital social de 50 mil pesos y negocian con millones de dólares. Dos cosas me llaman la atención. Primero, la SHCP no se da cuenta. Posiblemente, desentiendan a propósito. Tal vez por incapacidad o porque ni siquiera revisan. Una operación aritmética sencilla, indicaría que los “lava-dólares” evaden muchos impuestos, amparados con el membrete de “centros cambiarios o multiservicios”. No puede ser posible. Y segundo: es una vergüenza que el Departamento del Tesoro descubrió el “lavado” de dinero en esos negocios mexicanos, mientras las autoridades de este país caen en dos posibilidades. Están compradas por los “cambiarios” o, de plano, tienen miedo a propietarios, sabiendo cómo trabajan para el narcotráfico. El Departamento del Tesoro informó la semana pasada: durante meses trabajaron en equipo: sus oficiales, detectives del FBI (Buró Federal de Investigación) y agentes de la CIA (Agencia Central de Investigación). No vinieron a meter las narices en “centros cambiarios o multiservicios”. Tampoco anduvieron ilegalmente, espiando en territorio mexicano. Vigilaron el movimiento de dinero que realizaban con bancos estadounidenses, quiénes eran los beneficiarios de tales depósitos o retiros. Cada cuándo sucedía. Si pagaban o no impuestos en Estados Unidos. Y punto. Sin más que agregar, localizaron y bien a los “cambiarios lava-dólares”. No corrieron riesgos, afirmaron porque tienen pruebas. Todos trabajaban para el cártel Arellano Félix. El anuncio del gobierno norteamericano cimbró. Las personas son conocidas. Luego se conoció otra lista que presentó ZETA en exclusiva. Pero no hubo reacción. La Secretaría de Hacienda y Crédito Público ni se tibió. Tampoco el gobierno del estado o el ayuntamiento. Los dueños u operadores no protestaron. Les “congelaron” operaciones con bancos estadounidenses o mexicanos. Nadie dijo nada. Antes de tal revelación norteamericana, era sabido: en algunos de tales negocios, anunciaban paridades muy raras. Diferentes a la oferta y demanda normal. Lejos de las cotizaciones oficiales. Entonces los tijuanenses hacían cola. A nadie le hacía mal comprar barato o vender caro, pero en el fondo simplemente se trataba de “darle vuelta” a los billetes del negocio mafioso. Así de sencillo el lavado de dinero. Los dólares eran recibidos ilegalmente en territorio mexicano, o bien transportados o depositados en Estados Unidos, según fuera el caso. Y con una diferencia enorme: a los agentes norteamericanos no los engañaron. A la Secretaría de Hacienda “sí les pasó de noche”. Así estuvo pasando mucho tiempo en Colombia. Hasta cuando el gobierno decidió ponerlos en orden. Pero los mafiosos decidieron actuar diferente. Mandaron jóvenes con cerros de billetes. En la calle, paraban personas. Les ofrecían dólares a mitad de como estaban cotizados legalmente. Eso provocó una enorme compra de billete verde, pero a la vez empezó a faltar la moneda del país. Provocó más devaluación. La trampa quedó descubierta y frenada. Entonces se fueron a otros países, como México, y seguro seguirán inventando formas. En Tijuana, la Secretaría de Hacienda ha quedado en entredicho. No funciona como debe. Solo está sobre las empresas que cumplen con el pago de impuestos. Aun así, les multan o ponen trabas. Pero en negocios como los “cambiarios”, no todos, hace falta vigilancia. Todos los días se escapan miles de millones de pesos en impuestos. Los narcotraficantes están jugando el dedo en la boca a la Secretaría de Hacienda. Y lo más triste: que extranjeros descubran los pecados financieros de México.   Tomado de la colección “Dobleplana” de Jesús Blancornelas, publicado el 14 de enero de 2005.

Autor(a)

Redacción Zeta
Redacción Zeta
Redacción de www.zetatijuana.com
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