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lunes, septiembre 30, 2024
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Las cortinas de humo que no cubren

Si Andrés Manuel López Obrador tuvo o no una relación con el ex alcalde de Iguala, José Luis Abarca, es un asunto irrelevante para la seguridad nacional y para la solución de la barbarie que ocurre en el Estado de Guerrero. Si el sacerdote Alejandro Solalinde tuvo información que le proveyeron sobre el destino fatal de los 43 estudiantes normalistas desaparecidos desde el 26 de septiembre en Iguala, también es irrelevante para la seguridad nacional, y el combate al crimen organizado y a la corrupción que impera en muchos municipios de aquella región. Linchar política y públicamente a López Obrador o a Solalinde, no solucionará el terror que viven los guerrerenses. Servirá, sí, para desviar un poquito la atención sobre el problema de inseguridad e impunidad con que narcotraficantes, criminales y autoridades corruptas, cobran vidas en esa zona del país. Pero la ineficacia e incapacidad que el Gobierno Federal ha demostrado en los últimos 36 días para no solucionar los atentados del 26 de septiembre en Iguala, Guerrero, hacen ver esas cortinas de humo tan pequeñas, que no cubren en su totalidad las atrocidades cometidas en aquella costa mexicana. No pueden cubrir quienes como Manlio Fabio Beltrones o Jesús Zambrano, conminan a Andrés Manuel López Obrador a proveer información oficialmente sobre Abarca y los más de 150 muertos desconocidos que han sido localizados en fosas clandestinas en tierras guerrerenses en lo que va de 2014. Tampoco se puede cubrir el hecho de que los 43 normalistas desaparecidos siguen en esa calidad. No se puede ocultar que los familiares -recibidos por el Presidente Enrique Peña Nieto hace apenas dos días, pues el mandatario no ha visitado la conflictiva región para dar certeza y ánimo a sus ciudadanos- no tengan confianza en la autoridad, y llamen a no bajar la guardia en la manifestación pública. Si Óscar Díaz Bello, diputado local de Guerrero, asegura que en 2012 -cuando competía contra Abarca por la candidatura a la alcaldía de Iguala- alertó a López Obrador sobre el perfil criminal del ex presidente municipal, es información que no abona a la justicia de los guerrerenses, ni mejora en un ápice la estabilidad social de los mexicanos que ven ya no solo en Guerrero, sino en el resto del país, muertos todos los días, atentados frecuentes, amenazas, presiones y secuestros. La estrategia emprendida esta semana por políticos del PRI y del PRD -como Manlio Fabio Beltrones y Jesús Zambrano, por mencionar algunos- para descargar sus reproches sobre la figura del líder de Movimiento Regeneración Nacional (MORENA) e intentar inmiscuirlo en el origen de la barbarie guerrerense, no son más que muestra de la política retrógrada de quienes encabezan los poderes de esta nación.    Mientras intentan establecer cortinas de humo atacando al Padre Solalinde, obligándole como si fuera autoridad investigadora o administrador de la justicia, a que aporte pruebas y nombres del origen del horror, los criminales siguen dominando Guerrero, sus costas y sus sierras. La omisión de la autoridad federal, de los equipos de inteligencia y de la investigación ministerial no solo para alertar de los inminentes brotes de violencia en aquellas tierras, debido sí, a la colusión de autoridades y criminales, y en gran parte producto de la desigualdad social, es un tema que tampoco se puede ocultar. Organismos internacionales, gobiernos extranjeros, instituciones de Norteamérica, hacen todos los días llamados al Gobierno de la República Mexicana a poner un alto a la impunidad. A detener a los asesinos, a los secuestradores de los normalistas, y a encontrar vivos a los desaparecidos. Y esa situación de alerta internacional, ese contexto de inseguridad y violencia en Guerrero y otros estados de México, son elementos que solo podrán borrarse con el ejercicio del Estado de Derecho, y eso, es facultad del Presidente de la República y del nuevo gobernador de Guerrero, que para eso lo pusieron en el cargo. No es un tema, pues, cuya solución u origen esté en un hombre de izquierda o en un religioso; intentar demostrar eso, es caer en la ignorancia y pretender que los mexicanos sean parte de ella.

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