Esta semana la pareja presidencial no se midió. Primero el presidente Enrique Peña Nieto, visiblemente molesto, enojado, a gritos, acusó a los desestabilizadores de su proyecto de nación de estar tras las manifestaciones por Ayotzinapa. Intentó desvirtuar una genuina protesta y demanda de justicia en el caso de los 43 normalistas desaparecidos desde el 26 de septiembre de 2014, y a la que se han sumado manifestaciones de inconformidad de otros sectores victimizados, abusados o reprimidos, culpando a quienes no están de acuerdo con él –que cada vez son más– de provocar las manifestaciones. Después fue su mujer, la señora Angélica Rivera, quien visiblemente molesta, enojada y a gritos, intentó justificar la adquisición de una mansión valorada extraoficialmente en 7 millones de dólares, pero que ella dice le costó 54 millones –le cuesta pues aún no le pertenece. Declaró sin rubor que Televisa le pagó 88 millones de pesos por los años que trabajó en esa televisora, más una residencia también en la acaudalada Las Lomas de la Ciudad de México, poco antes de casarse con el hoy presidente, también como pago a sus servicios de actriz en menos de diez telenovelas de las cuales no protagonizó ni la mitad. Además que en el 2010 –año en que se casó con Enrique Peña Nieto y cuando ya no se desempeñaba ni como actriz ni como promotora de productos y servicios– declaró 131 millones 690 mil pesos y pagó a hacienda 39 millones de pesos. Es decir que ese año, la señora Rivera ganó más de 11 millones de pesos al mes. Y que sin embargo, compró la “Casa Blanca” en abonos. De los cuales ha pagado como un 30 por ciento, cerca de 14 millones de pesos con una tasa de interés de 9 por ciento. La señora Rivera confundió la indignación y las sospechas de tráfico de influencias al haberle “comprado” la “Casa Blanca” a una filial de la Constructora Higa de Juan Armando Hinojosa, el constructor más beneficiado con las obras del Estado de México cuando fue Gobernador Peña Nieto, con ataques a su honorabilidad, y por ello, molesta “aclaró” la situación. Pocos fueron quienes creyeron la versión de la señora de Peña. El pago en un solo año, sin una telenovela al aire y sin patrocinio de marcas, por arriba de los 130 millones de pesos, es difícil de creerse. No dijo ciertamente la primera dama a cuánto asciende su patrimonio total aunque sí refirió tener otras propiedades de las cuales no mencionó el costo. Una investigación del portal de noticias www.sinembargo.mx dio cuenta que en apenas el año pasado no aparecía en el Registro Público de la Propiedad del Distrito Federal ni una sola propiedad a nombre de la esposa del Presidente. La revista Forbes, especializada en temas financieros, publicó en su portal la lista de las cinco actrices de la televisión en Hollywood “que ganaron menos de 9.6 millones de dólares (el equivalente en dólares a lo que Rivera dijo haber ganado en pesos) entre mayo de 2010 y el mismo mes de 2011”. Teri Hatcher de la serie Esposas Desesperadas con 9 millones de dólares, Felicity Huffman de la misma serie, 9 millones de dólares. Courtney Cox, de Cougar Town, 7 millones de dólares; Ellen Pompeo de Anatomía de Grey, 7 millones de dólares, y Julianna Margulies de La Buena Esposa, 6 millones de dólares. Vaya, ni los mexicanos ni los medios en el extranjero digieren fácilmente la “precisión” de Angélica Rivera sobre el dinero que ganó en 2010 y de cómo compró, después de casarse y a la filial de la Constructora Higa –a la cual le fue, intempestivamente, retirada la concesión que el Gobierno de Peña ya le había dado para construir un tren entre Ciudad de México y Querétaro. Todo apunta en la verdad popular, y la duda ante la falta de credibilidad de los Peña, a un tráfico de influencias donde el Gobernador del Estado de México y hoy Presidente de la República, no fue beneficiado directamente por parte de la constructora pero sí a través de su esposa, la –hoy se sabe– millonaria actriz de telenovelas. Al final, después de hablarnos con voz dura y molesta, la primera dama refiere que la compra transparente, con el producto de su trabajo, por la cual no tiene nada que esconder y que es el patrimonio para sus hijas, lo pondrá a la venta, que traspasará los derechos que tiene pues aún no concluye de pagarla; lo cual pues le agrega más sospecha a todo este intento de precisar sin dejar claro nada, es decir, si es limpio, si es correcto, si no es producto del tráfico de influencias y es legítimo, entonces cuál necesidad de vender. Un lector de ZETA y amigo de esta columnista, y a quien le llaman los números, hizo cuentas y no le salieron las sumas. Explica textualmente: “Si es un contrato con reserva de dominio, ¿cómo pretende vender la propiedad si aún le quedan 5 años y 2 meses para pagarla? Dice que ya pagó 14 millones de pesos y que equivale casi al 30%, pero si le costó 54 millones con un interés del 9% anual, ya transcurridos casi 3 años, pues debe más o menos unos 13 millones de pesos más, es decir, 65 millones, menos los 14 que dice haber pagado, aún debe como mínimo 50 millones. “Dice que en 2 años y 10 meses (al día 18 de noviembre), ha pagado pasados 14 millones, es decir, paga un aproximado de 411,000 pesos mensuales, pero si tomamos en consideración que fue un contrato a 8 años, esto es, a 96 meses, y restándole los 34 meses ya pagados, los otros 62 meses multiplicados por los 411,000 pesos mensuales, nos dan pasados 25 millones, que sumados con los 14 que ya dio, nos dan 39, entonces, si le costó 54 más un interés del 9% anual, creo que no checan las cuentas”. Y lo más sospechoso, Angélica Rivera es la única mexicana que le pide a una importante inmobiliaria que le compre un terreno, luego le compre otro, los fusione, y todo esto sin dar un enganche, además que después construya la mansión y hasta entonces realizan el contrato de compraventa. Aún los mexicanos no alcanzábamos a terminar de hacer cuentas, de sorprendernos de lo bien que pagan en Televisa ni de creerle a la señora de Peña, cuando su esposo el Presidente decide, quizá en un ánimo de también abonarle a la “transparencia”, actualizar su declaración de bienes y –ahora sí– añadir costo y origen de los bienes. Resulta que sumados toooooodos los bienes del Presidente, apenas llegan a la tercera parte de lo que su esposa declaró haber ganado tan solo en el año 2010. Además que de siete bienes que posee, solo dos compró, uno lo heredó de su primera esposa y el resto se los donó su mamá. Peña dice que posee, 21 millones 433 mil 430 pesos en bienes inmuebles (cuatro casas, un departamento y cuatro terrenos; que en obras de arte y joyería tiene propiedades valuadas en 6 millones 900 mil pesos, mientras en inversiones y cuentas bancarias así como “monedas y metales”, suma 16 millones 856 mil 523 pesos, en total el Presidente declara tener 45 millones 189 mil 953 pesos. La cuestión con los Peña es que credibilidad, credibilidad no tienen. Sus tres exabruptos –el enojo de Peña con los desestabilizadores, el videíto de la primera dama y la declaración patrimonial del Presidente– parecen una burla. ¿No?