Desde hace tiempo, un matrimonio deseaba tener un hijo y, después de los años, lo consigue. Pasan un año, dos, tres, y el niño no habla. A los cinco años, el niño dice “abuelito”, y después de dos días, el abuelo muere. El padre piensa: “No puede ser que este niño traiga la mala suerte. Ha sido una casualidad”. Pasa un año más, dos, tres, cuatro y, a los cinco años, el niño dice “abuelita”… y a los dos días fallece la abuela. El padre reflexiona: “Este niño, definitivamente trae mala suerte. Cualquier día dirá ‘papá’ y me tocará a mí”. Pasa un año, dos, tres, cuatro, cinco, y el niño dice “papá”. Entonces el padre piensa: “Ya me toca a mí”. Muy triste, deja todo preparado para su entierro y, a los dos días, ¡zas! Se muere el vecino de enfrente. Autor: El otro vecino de enfrente.