Con la detención de Héctor Beltrán Leyva “El H” o “El Ingeniero”, el gobierno mexicano tiene por extinguido el liderazgo familiar de los miembros fundadores del Cártel Beltrán Leyva, aunque el resto de los integrantes de la organización criminal no han sido capturados. La aprehensión de “El H” fue festejada en los Estados Unidos, donde el jueves 2 de octubre, la administradora de la Administración para el Control de Drogas (DEA, por sus siglas en inglés), Michele M. Leonhart, expresó su beneplácito por la operación de las Fuerzas Armadas de México a través de un comunicado. “Uno de los mayores imperios de drogas del mundo tiende a desmoronarse con la captura de Héctor Beltrán Leyva en México. Gran parte de la violencia y la anarquía que ha plagado a México se remonta a este régimen criminal”, enfatizó la funcionaria. La captura de “El H” tuvo lugar en un restaurante de mariscos en San Miguel de Allende, Guanajuato, donde se le localizó acompañado de su colaborador Germán Goyenechea Ortega, quien fungía como operador financiero de su grupo. Ambos sujetos portaban armas de fuego de uso exclusivo de las Fuerzas Armadas, pero militares y federales que ya los tenían ubicados, no les dieron tiempo de utilizarlas. La Procuraduría General de la República informó que en la operación bautizada como “Hotel” (Letra H en claves policiales), participaron elementos de esa dependencia federal, del Ejército Mexicano y de la Secretaría Armada de México. Durante once meses, labores de inteligencia militar dieron seguimiento a Héctor Beltrán Leyva, quien quedó a cargo de la organización criminal desde la muerte de su hermano Marcos Arturo “El Barbas” en 2009. “El H” fue ubicado por los sabuesos castrenses en un domicilio de Querétaro. El capo puso a dudar a los investigadores sobre su identidad, pues durante casi un año, los observadores advirtieron una conducta apacible del sospechoso, sin parafernalia o rodeado de tantas personas como acostumbra un líder de la mafia. Adoptó “un perfil moderado y transformó su estilo de vida para pasar desapercibido”, se anunció al confirmar la captura. No obstante que Beltrán Leyva disminuyó sus actividades, éstas continuaron a través de una red de operadores que hicieron alianzas con otros cárteles para ejecutar labores de traslado de drogas a lo largo del país. Se estima que la organización criminal encabezada por Héctor Beltrán tenía como principal actividad el trasiego de cocaína desde Centro y Sudamérica, hasta los Estados Unidos de América y Europa. También los investigadores obtuvieron información en el sentido de que las recientes alianzas con otras organizaciones obligaron al presunto narcotraficante a diversificar sus actividades, expandiéndose a la producción y comercio de drogas sintéticas. “El H”, que en Querétaro se hacía pasar por un empresario acomodado, dedicado al comercio de bienes inmuebles y obras de arte, había dejado la vida de lujos y los grandes automotores, evitando llamar la atención de vecinos, amigos y autoridades. Sin embargo, al tenerse la certeza de que se trataba del buscado personaje, por el que las autoridades de Estados Unidos ofrecieron una recompensa de 5 millones de dólares en 2004, decidieron seguirlo y detenerlo en San Miguel de Allende, sin que los agentes de operaciones especiales realizaran un solo disparo. Las autoridades anunciaron que el capo está vinculado con al menos 29 averiguaciones previas, tanto del fuero común como del ámbito federal, contando con tres órdenes de aprehensión a la fecha, a petición del Ministerio Público de la Federación. Investigaciones de ZETA permitieron conocer que un año después de que los norteamericanos sancionaron financieramente y boletinaron a Héctor Beltrán Leyva como uno de los poderosos narcotraficantes mexicanos, en ese entonces al servicio del Cártel de Sinaloa, “El H” intentó arreglar jurídicamente su problema. Mientras que Marcos Arturo “El Barbas” y Alfredo “El Mochomo” eran los hermanos más arrebatados y violentos de la familia Beltrán Leyva, Héctor y Carlos eran considerados más cerebrales. Por ello a Héctor le llamaban indistintamente “Ingeniero” o “Licenciado”. En 2005, “El H” promovió el juicio de amparo 2437/2005 ante el Juzgado Décimo de Distrito de Amparo en Materia Penal en el Distrito Federal. Se había enterado que el Juez Octavo de Distrito de Procesos Penales Federales en la Ciudad de México, le había dictado una orden de detención provisional con fines de extradición internacional, dentro del procedimiento 7/2005. Sin embargo, el juez de garantías decidió no amparar al quejoso, resolución que el Quinto Tribunal Colegiado en Materia Penal del Primer Circuito, confirmó en el toca de revisión 525/2006. En el Juzgado Decimosegundo de Amparo en Materia Penal, también de la capital del país, Héctor recibió la protección de la justicia federal en el juicio 1390/2005, que ordenaba dejar sin efecto otra orden de captura dictada en su contra con fecha 2 de abril de 2005, resolución confirmada en el Décimo Tribunal Colegiado en Materia Penal del Primer Circuito, toca de revisión 1950/2005. Al trascender la recompensa ofrecida por el gobierno mexicano de 30 millones de pesos a cambio de información para dar con su paradero, el sinaloense no volvió a acercarse a los tribunales para buscar su cobijo. Héctor y sus hermanos crecieron a la sombra de Marcos Arturo Beltrán Leyva “El Barbas”, quien al cumplir su mayoría de edad, fue apresado en el Estado de Durango por su participación en delitos contra la salud. Los fraternos de “El Barbas” o “El Barbitas” conocieron de las aventuras delincuenciales de éste, que a los 22 años de vida, pudo escapar del Centro de Readaptación Social de la capital duranguense, en octubre de 1983, al lado de 17 reclusos que tomaron por asalto la comandancia del penal. Otro de los evadidos era Ovidio Guzmán Loera, el hermano mayor de Archivaldo “El Chapo” Guzmán, con quien Marcos Arturo emparentaría políticamente. Durante muchos años, “El H” fungió como uno de los “cerebros” financieros del Cártel de Sinaloa, hasta que vino la separación entre grupos, tras la detención de Alfredo Beltrán “El Mochomo” en 2008 por parte del Ejército Mexicano. Los Beltrán Leyva se sintieron traicionados por “El Chapo” Guzmán y le declararon la guerra, formando su propia organización que se conoció como Pacífico Sur o el cártel con sus apellidos. Luego de la muerte de “El Barbas” a manos de elementos de la Marina en 2009 y tras la detención de Carlos, Héctor quedó al frente de la organización que aún tiene presencia en los estados de México, Sinaloa, Nayarit, Morelos, México, Guerrero, Sinaloa, Quintana Roo y Distrito Federal. Información de inteligencia señala que los Beltrán Leyva se aliaron con Los Zetas y el Cártel de Juárez hace ya más de un año, en su afán de combatir a sus enemigos del Cártel de Sinaloa que ahora lidera Mario Ismael “El Mayo” Zambada. En noviembre de 2013, cuando los reflectores disminuyeron sobre la organización criminal, al considerarse que estaba inactiva, el gobierno norteamericano, a través de la Oficina de Control de Activos Extranjeros (OFAC, por sus siglas en inglés), del Departamento del Tesoro, lanzó una alerta para advertir de los manejos financieros que realizaba Arnoldo Villa Sánchez, uno de los operadores de “El H” desde Guadalajara. Se dijo entonces que Villa Sánchez, quien utilizaba el falso nombre de Erick René Calderón Sánchez, operaba una empresa de seguridad en la “Perla Tapatía”, denominada Sistema Elite de Seguridad Privada, con más de 150 empleados en su nómina. Las fechas de las investigaciones de los últimos once meses, a cargo del grupo de operaciones especiales de la Secretaría de la Defensa Nacional con la alerta emitida por el gobierno de Estados Unidos sobre el resurgimiento del grupo criminal de los Beltrán Leyva, coincide con la materialización de la captura de “El H”, a quien en las próximas horas se le dará destino en una institución penitenciaria federal de máxima seguridad.