Es lamentable que los tijuanenses estemos regresando al alto índice de inseguridad que teníamos en los años 2006 al 2009, épocas donde todo era contubernio entre las autoridades de seguridad pública y delincuentes. Vuelven los tiempos donde los empresarios están con el Jesús en la boca, cada que salen de sus hogares para sus empresas y cuando regresan de ellas, porque tienen temor de que los pare una patrulla y éstos los turnen con los secuestradores, como en los tiempos de antes. Recuerdo con tristeza cómo Tijuana y su sociedad estábamos a mereced de la altísima inseguridad, donde prevalecían los amarres de contubernio entre el narco con algunos policías municipales y estatales. Curiosamente cuando el gobierno municipal del XIX Ayuntamiento, a la cabeza de seguridad pública el Teniente Coronel Julián Leyzaola Pérez, impulsó la limpia de policías municipales que se suponía estaban en contubernio con el crimen organizado, lograron desmembrar a los organizados policías y delincuentes, donde se señalaba que el quehacer de varios agentes de seguridad pública era de todo, como permitir la venta de droga en las tienditas, cobro de piso, apoyar directamente el secuestro y otros delitos. Después de los operativos de limpia en las corporaciones, con la detención de varios agentes municipales y estatales, en el 2010 se logró bajar el índice de inseguridad, y ya teníamos la tranquilidad que tanto ansiábamos los ciudadanos de Tijuana. Lo increíble de esos acontecimientos es que los agentes detenidos salieron libres por no tener nexos con los criminales; la duda está, puede ser que algunos pocos hayan sido involucrados siendo inocentes, en la bola se consignaron parejo. Lo más extraño es, y se pregunta la sociedad: ¿por qué después de meses de liberados estos personajes regresa la inseguridad y el secuestro aquí en Tijuana? Si bien es cierto que no está en las mismas proporciones, sí es necesario que paren esta tendencia de inseguridad, que va a la alza con los mismo ilícitos de antes. Lo grave de este fenómeno es que ninguna autoridad reconoce que los ilícitos van a la alza en proporciones alarmantes, y ellos manifiestan que todo está controlado, o sea que hacen oídos sordos al clamor público empresarial, que ya aparecen sus quejas en primera plana en los diarios locales. Es urgentísimo que gobernador y presidente municipal les den el ultimátum a los jefes de seguridad pública, darles un plazo máximo de dos meses, porque con retenes y hostigando a la sociedad de bien y acarreando cientos de borrachitos e indigentes a la cárcel preventiva, nunca van a combatir el alto índice de inseguridad que prevalece en Tijuana, menos van a bajar la venta de estupefacientes en las colonias. Hasta hoy no se duda de la honorabilidad de los jefes de seguridad pública de los tres niveles de gobierno, pero como que les falta algo que le sobraba al Teniente Coronel en retiro. Ramón Rosendo Otáñez Sánchez