Zeta/Sin embargo “El país es un escenario de sangre, un sembrado de cadáveres…”, así es como el Padre Pedro Pantoja describió a México, durante el foro sobre Personas Migrantes Centroamericanas en Prisión, convocado por el Centro de Derechos Humanos Miguel Agustín Pro Juárez. La detención, la estancia en estaciones migratorias y la deportación son situaciones que acreditan un juicio en contra del Estado mexicano, por criminal, denunció el padre quien es encargado de la Casa del Migrante de Saltillo, Coahuila. El religioso dio cuenta de testimonios de grupos de migrantes que han sufrido violaciones, tratos inhumanos y torturas en su estancia en el país, “Tenemos que compartir la indignación y el coraje de que este México es, en este momento, un campo de sangre, un escenario de sangre, es un sembrado de cadáveres. Cuando se añaden también los escenarios de los desaparecidos […] pensamos que la justicia de México es un trapo sucio, verdaderamente ensangrentado”, sentenció. El defensor de derechos humanos, agregó: “Vivimos y enfrentamos violentamente en México un Estado de derecho vulnerado, una violencia social y una permanente y agresiva política migratoria de seguridad territorial, restrictiva e inhumana protegiendo con desacatada impunidad a los actores criminales tanto de la delincuencia organizada como a los numerales funcionarios públicos cómplices de esta acción criminal”. Recordó la conversación que en alguna ocasión tuvo con agente de Migración, que le afirmó, en su codicia por detener a todo migrante centroamericano: “Yo soy capaz de descubrir en el autobús a cualquier migrante por el olor de su pudor y de su cuerpo, no es el olor de su mugre o de su suciedad, es el olor del que se siente víctima, el olor de sus nervios alterados por el miedo de sentirse atrapados y acorraladas por la autoridad. Es un olor de prisionero que lo delata inmediatamente”. Además describió la historia de una familia de migrantes golpeada torturada y, una de las víctimas, abusada sexualmente por al menos cinco policías. Todo frente a los ojos de cinco niños, hijos de los migrantes.