Una familia de La Paz vio cómo sus pertenencias eran destruidas por el paso del huracán ‘Odile’, el cual azotó Baja California Sur la noche del 14 y madrugada del 15 de septiembre, dicha familia es la de Raquel Calderón y sus tres hijas de once, siete y cuatro años, desde aquellos días de terror para la entidad, ellas viven a la intemperie. Servicios como la energía eléctrica son algo inalcanzable, y en su condición, algo muy superficial, ya que lo poco que quedó en pie de la casa, está inservible. Viven en la colonia Ampliación Lázaro Cárdenas en la capital, en las calles Calle a las Cruces y Bordo. “Pues medio canijo, como yo tengo que estar con mis hijas, mantenerlas, tengo hacer todo en la casa, me la he visto difícil. <strong>— ¿Cuántas hijas tiene? “Tres”. —Hábleme de su casa, físicamente, ¿cómo quedó? “Toda destruida, no quedó nada, nos quedamos sin ropa, sin cama, sin nada”, explicó con el rostro desencajado. Pero la situación cada día se agrava más, ya que sus hijas piden comida y demás servicios, sin embargo, la necesidad es mucha, que ha habido ocasiones que no prueban bocado alguno. Pero hay una luz en medio de la penumbra, sus vecinos las apoyan a como pueden, aunque esto ya se ha vuelto una carga. Con lágrimas en los ojos, Raquel relató cuál es el sentir de sus hijas, “ellas lloran, ¿usted cree que no? Nos perjudicó en todo, en todo. Muy difícil, porque me quedé sin trabajo, me quedé sin nada, gracias a mis vecinos me están apoyando ahorita, por ellos seguimos aquí. Pobremente, pero era una casa buena, teníamos lo que era una casa, cama, ropa, todo lo que tiene una casa, lo de una familia, ahora no queda nada, ni los barrotes quedaron buenos”, lamentó. Sin energía eléctrica, un abanico, ni siquiera un techo, Raquel y su familia, están expuestas al aire libre, expuestas a bichos e insectos. Tal es el caso de mosquitos transmisores del dengue, los cuales atormentan cada noche a la familia, las cuatro mujeres, “dormimos aquí afuera en el patio. Todo muy difícil porque, por mis hijas, están impuestas en por lo menos tener un techo donde dormir abajo y pues ahorita tenemos que dormir bajo el llano, arriesgándonos a todo, ¿los insectos qué tal? ¡Uf! ¡Muy feos los piquetes de zancudo! Por ejemplo, la niña más grande la tuve con dengue, hace tres o cuatro días se me acaba de aliviar”, dijo. La menor de 7 años, Ivonne Elizabeth, hija de Raquel, relata: “Dormimos en el piso, porque no tenemos nada”. — ¿Cómo fueron los mosquitos para ustedes? “Muy mal, picaron bien fuerte”. Raquel solo espera que este llamado llegue a oídos de las autoridades, ya que la necesidad los tiene casi vencidos, pero como pueden siguen adelante, solo pide una cosa, “quisiera que me ayudaran, pero pasan y pasan, pero no se detienen a ver qué es lo que está pasando aquí”, finalizó. Las cuatro mujeres, duermen y viven bajo el cobijo de ellas mismas, en espera de una oportunidad de salir adelante o por lo menos encontrar un trabajo que les lleve el pan a la mesa y un techo donde dormir y seguir conviviendo.