Para ingresar al salón Mezzanine, donde se esperaba un desayuno en compañía con el gobernador, habría que hacer fila. Las 9 de la mañana y la línea se alargaba varios metros. “Esta es la cola de la tortillas”, un bromista mañanero. Es el “tradicional” desayuno organizado por el Partido Acción Nacional con el gobernador en turno. Francisco Vega de Lamadrid haría su arribo al lado de su esposa y parte de su gabinete. En la puerta se pararon maestros que esperan ansiosamente su jubilación y después de 35 años de aportar cuotas, el Instituto no tiene para sus pensiones. Dentro, como todo un acto proselitista, banderas del PAN que sobraron de la campaña de gobernador, música y maestro de ceremonia. Primero Felipe Luévano, dirigente municipal del partido, tomó la palabra. Se refirió al jefe en el Estado como un “general” y le ofreció su “ejército azul”. Luego José Luis Ovando, presidente en el Estado, se derritió en halagos para el gobierno de Kiko, despotricó contra el régimen del PRI instaurado en Los Pinos y criticó la crisis de violencia y desastre económico. A esa hora, el menú estaba listo, chicharrón y machaca. Vega de Lamadrid subió al micrófono y lo recibió un largo y fino: “fi-fiu”. Saludó y agradeció y explicó que su gobierno es uno cercano a la gente. Resumió su año en el gobierno para dejarse apapachar por las cientos de señoras que hicieron fila para abrazarlo y tomarse fotos.