De todas las bellas artes que me regaló don Juan escribir el verso, en prosa, de lejos, de cerquita original. De sonidos, ritmos y acordes no tengo hada madrina, fue el viejo piano de mi vecina el que me enseñó a cantar; el hombre de hoy, Manuela en su encarnizada lucha danza, baila, gesticula, derrocha su vanidad. Hay danzas, con balas muertos; hay danzas, con guerra canción, por un pedazo de oro, María, el hombre pierde la razón. Jesús, Cristo de la tierra, Rey de reyes, el Señor, despierta ya de tu sueño, el mundo se está hundiendo. Canario triste, que llora su captura, jaula de oro, abrigo de visón, ¿adónde está aquel amor desesperado?; ¿ha menguado o se ha quedado en el pasado? Dame un espacio en tu camino, pisaré tu pisada y dejaremos una huella, Jesucristo de la tierra; ¡Tú solo la puedes salvar! Se rompió el cántaro de agua fresca, el principio es mi partir, tomaré un avión sin escalas y yo mismo no sé dónde voy a quedar. Argentina, Venezuela o Cartagena, O una calle de Francia junto al Sena, la Casa Blanca o Palacio Nacional, pero ya que se acaben las guerras a nivel mundial. Mi amante es risa, mi esposa es sonrisa; mi amante, suave como la brisa; mi esposa, dura pero madura, computadora, calculadora, matemática de mi existir. Escamilla, maravilla de escribir, don divino, jilguerillo al cantar disímbolo, pasajero incógnito al viajar siempre arriba, positivo, vertical al caminar. José Palma Herrera Tijuana, B. C.
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