— Jaimito, espero no sorprenderte copiando en el examen. “¡Pues ya somos dos, maestra!”. — ¡Mamá, en la escuela me dicen Superman! “Ay Jaimito, ¡otra vez te pusiste los calzoncillos encima de los pantalones! Un par de monjas de un asilo de ancianos llaman a la puerta de una casa y les abre Jaimito. — ¿Nos podrían dar algo para el asilo? ¡Abuelooo…. ven!”. — Jaimito, ¿por qué haces los números tan pequeños? “Para que se noten menos los errores, maestra”. — Jaimito, ¿cómo se dice perro en inglés? “Dog, maestra”. — Muy bien. ¿Y veterinario? “¡Dogtor!”. La maestra regaña a Jaimito: — ¿Por qué llegas siempre tan tarde? “Por el letrero, señorita”. — ¿Letrero? ¿Cuál letrero? “El que dice: ‘Despacio, escuela’”. Jaimito compró unos bombones cubiertos de chocolate y se los comió todos en un minuto. Al verlo, su hermana le reclamó: — ¡Te comiste todos los bombones sin acordarte de mí! “Claro que me acordé, ¡por eso me los comí tan rápido!”. Llega Jaimito a su casa: — ¡Mamá, mamá! ¡En la escuela me dicen loco! “¿Quién, hijo?”. — ¡Las ardillaaaaaas! — Jaimito, dime cinco cosas que contengan leche. “Cinco vacas, señorita”. Un amigo le cuenta a Jaimito que los mayores siempre guardan secretos inconfesables, y que por tanto, es muy fácil sacarles dinero simulando que uno sabe algo. Jaimito decide hacer la prueba con su padre, se acerca mientras leía el periódico y le susurra al oído: “Lo sé todo…”. El padre se asusta y responde rápidamente: “Bueno Jaimito, silencio… toma 200 pesos y no se lo digas a nadie”. Contento con su maldad, el niño decide probar con la madre: “Mamá, acabo de enterarme, lo sé todo…”. Asustada, la madre dice: “Toma Jaimito, 300 pesos y no se lo digas nadie, por favor”. Llaman a la puerta y sale Jaimito. Cuando ve al cartero le dice: “Lo sé todo…”. Con lágrimas en los ojos, el cartero abre los brazos y exclama: “¡Hijo mío!”. Autor: Pepito, quién más.