A Monserrat Y yo me quedé llorando esperando que llegara mi madre, quizá mi padre y mi dolor mitigara. Mirando a mi alrededor con el llanto en mi carita preguntando a los cuatro vientos dónde está mi madrecita. Me quedé esperando un beso una caricia, un abrazo, el calor del padre ausente y soñar en su regazo. Cuando yo estaba en la panel un señor se me acercó, me dije retecontenta, es mi padre, regresó. Y así lo quise creer porque sentí su cariño, ese cariño tan puro que se otorga a todo niño. Pero no me consoló, no dijo nada de nada, solo vi que de sus ojos una lágrima asomaba. Entonces me rebelé y grité muy enojada ¿por qué si tú eres mi padre me tienes abandonada? Sigo durmiendo solita por las noches paso frío, solo Diosito me cuida y nomás en Él confío. Yo solo le ruego a Dios con un fervor muy profundo que haya padre para todos, todos los niños del mundo. Alberto Torres Barragán Tijuana, B. C.