Creo que solo se requiere el amor a la verdad para ver cuál es la única y verdadera Iglesia de Dios en la Tierra; ya que las señales son inequívocas: los miles y miles de milagros que tan sólo en la Iglesia Católica de siempre se han dado. Los enemigos de Cristo nos han venido con cuentos de milagros en otras religiones. Algunos protestantes creen que cualquier “I thought I saw a pussycat” – “Creo que vi a un gatito” es un milagro. A Satanás le es dado cierto poder sobre la naturaleza, pero no puede hacer milagros ni el más mínimo bien. La ley mosaica del Antiguo Testamento no prohibía “imágenes” propiamente a los hebreos, sino ídolos, y había un enorme número de prohibiciones que la ley de la Gracia de la Iglesia de Jesucristo redujo, en número y en severidad. El Concilio de Efeso (siglo IX) –a causa de la calamidad iconoclasta–, reafirmó la validez de las imágenes ya que Jesús fue humano, además de ser Dios, y por lo tanto Él y sus cosas podían representarse en imágenes. Aquí tenemos uno de muchos problemas de traducción a las lenguas modernas, vivas, siempre cambiantes, del latín de la Vulgata de dos santos que hicieron milagros y que por ende no podían errar, por carecer de voluntad propia; todos sus actos eran por voluntad de Dios. San Agustín compiló el Nuevo Testamento y San Jerónimo tradujo correctamente el Antiguo, en la década de los 390s. De hecho los hebreos tenían imágenes de querubines en el Tabernáculo, hasta donde yo sé. Que en las traducciones a lenguas modernas esté “imágenes” en lugar de ídolos, de “mujer” en lugar de “señora”, refiriéndose a la Madre de Dios en los evangelios, es por eso que los sacerdotes católicos –válidos– siempre han leído la Biblia completa todos los años, en el latín de estos dos santos. La Biblia es, entonces, parte de la gloriosa, monumental e inmensa tradición católica. Los santos, los padres y doctores de la Iglesia son los profetas del Nuevo Testamento, que, por decirlo así, lo aplican al tiempo y al espacio propio. Las demás religiones son plantadas por el diablo. Solo –remarco solo– en la Iglesia de siempre, de misa en latín, Dios ha hecho milagros, para indicarnos cuál es su única y verdadera Iglesia. Muchas imágenes son famosísimas y han sido estudiadas por los científicos durante siglos: El manto de Turín es el más conocido. La estatua de Nuestra Señora de la Buena Fortuna de Quito, hecha por ángeles. La Virgen de Guadalupe plasmada su imagen sobre la tosca tilma del indio Juan Diego en 1531. La tilma es una tela de fibras de maguey que usaban los nahuas como una suerte de delantal y servía para acarrear cosas; como las rosas que Juan Diego llevó al obispo Juan de Zumárraga. Las tilmas duraban unos veinte años, pero en donde está plasmada esta imagen sus fibras han estado frescas y sus moléculas vivas casi 500 años, y no se ha estirado ni deformando la imagen, a pesar de estar colgada tanto tiempo. El incienso y humo de las veladoras, etcétera, y que durante décadas los fieles la podían tocar y que incluso se llevaban hilos de la misma, no la han afectado en lo más mínimo. La técnica y los colores de la sagrada imagen resultan maravillosamente inexplicables para la ciencia. La imagen no está formada de pintura alguna, sino que los colores son como propios de las fibras. No es humanamente posible pintar ninguna imagen, ni de regular calidad, en una tela tan tosca como la tilma. Los colores son radiantes y cambian maravillosamente según el ángulo en que se la observe. Con la fotografía digital se ha descubierto que en las pupilas de la Santísima Virgen están ‘fotografiados’ las 13 personas y el lugar en donde Juan Diego les mostró las rosas al obispo Zumárraga y a su séquito, así como el recinto en donde estaban. Así podemos ahora conocer cómo era la cara de Juan Diego. La del obispo Zumárraga es la que vemos en un cuadro de Miguel Cabrera. Más sorprendente aún es que en el centro de las pupilas de la Santísima Virgen se ve a una familia indígena. El hecho milagroso más conocido fue durante la persecución contra la Iglesia del masón Plutarco Elías Calles, que causó la guerra cristera (1926-29), ignorada en las escuelas: una bomba explotó cerca de la imagen, la cual resultó intacta, mientras que un crucifijo de hierro que estaba cerca se dobló. En España, al sur de Madrid, la Virgen se apareció en un lugar también llamado Guadalupe, siglos antes que en el Tepeyac. Los sé porque el emperador Carlos V –el último César–, paraba ahí para rendirle culto a la Madre de Dios. Juárez cerró todas las escuelas de México porque en su tiempo eran católicas. No hubo en México universidad alguna de 1860 a 1910. La ignorancia e ineptitud y corrupción que nos han impuesto vía la escuela “laica” comunista y la erotización idiotizante campante, ahora lleva al pueblo a la drogadicción, al crimen, a idolatrías sutiles como la de “Santa” Claus o grotescas como la “santa” muerte. Carlos Trujillo Chihuahua, Chih. Correo: [email protected]
La milagrosa imagen de la Virgen de Guadalupe
Autor(a)
- Publicidad -