“Pocas veces la tragedia ha provocado tanta risa”, esa es la premisa que el reconocido dramaturgo Don Hugo Hiriart propone en su más reciente novela, “El Águila y el Gusano” (Penguin Random House, 2014). El intelectual mexicano entrega una obra de largo aliento donde manifiesta que la corrupción, crimen organizado y violencia, trasminan todos los estratos sociales del país. “Se trata del reflejo de un momento de México, el presente, el que va desarrollándose en el conflictivo y sangriento segundo milenio de nuestra historia”, advierte la presentación editorial. Desde el género de novela conocido como acción en prosa, en cinco partes, Don Hugo Hiriart dibuja primero a Valdivieso, un político labioso y su habilidoso asesor, Campuzano, que se mueve también en los terrenos próximos al apodado El Epazote, el delincuente que controla “la plaza”. Ahora que entrega “El Águila y el Gusano”, Hiriart reconoce a través de ZETA: “Sin esta época no habría podido escribirlo. Sin la ineptitud manifiesta de los políticos mexicanos, la venalidad, la falta de compromiso, no habría podido escribir el libro, porque el libro nace de la indignación; entonces quizá debí dedicárselo a ellos”. La tragicómica novela de Hugo Hiriart transita desde la esfera de la política hasta la clase media y baja, con personajes comunes y situaciones “normales” donde se hace presente el contexto crítico actual: “Creo que lo procedente ante estas urgencias, es darme de alta como gatillero en las filas del Epazote”, dice el desempleado e impecune Pepino Romero en “El Águila y el Gusano”. A través de una narrativa excelsa y una riqueza en el uso del vocabulario en particular, y el español en general propio de una obra maestra, el autor va entrelazando historias donde una lleva a otra, todas de alguna manera inmersas en la laberíntica tragedia del país que se torna cómica. “Yo creo que la violencia sigue igual” Hugo Hiriart (México, 28 de abril de 1942) es uno de los dramaturgos más importantes del mundo hispanoparlante de la actualidad. Estudió Filosofía en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), pupilo de José Gaos, Luis Villoro, José M. Gallegos Rocafull, Fernando Salmerón, Ramón Xirau y Alejandro Rossi. Ha merecido distinciones como el Premio “Xavier Villaurrutia” por su novela “Galaor” (1972), las becas Guggenheim (1983) y Woodrow Wilson (1988); el Premio de la Asociación Mexicana de Críticos por “Ginecomaquia” (1980), el Premio Nacional de Literatura “Juan Ruiz de Alarcón” (2000), y el Premio Nacional de Ciencias y Artes (2009), entre otros. Desde este año es miembro de número de la Academia Mexicana de la Lengua. Es autor, entre otras, de obras como “Disertación sobre las Telarañas” (1980), “Cuadernos de Gofa” (1981), “La Destrucción de Todas las Cosas” (1992), “Ámbar, Novela Cinematográfica” (1990), “El Último Dodo” (1983), “El Vuelo de Apodoloro” (1984), “La Repugnante Historia de Clotario Demoniax” (2005), “La Torre del Caimán y Rosete se Pronuncia” (2008); además de los ensayos “Estética de la Obsolescencia” (1982), “Vivir y Beber” (1987), “Acerca de la Naturaleza de los Sueños” (1995), “Cómo Leer y Escribir Poesía” (2003) y “El Arte de Perdurar” (2010). Ha escrito obras de teatro como “La Ginecomaquia” (1972), “Intimidad” (1984), “Casandra” (1978), “Minotastas” (1981), “Hécuba la Perra” (1982), “El Tablero de las Pasiones de Juguete” (1985), “Pinocho y la Luna” (1984), por citar algunas. — ¿Por qué se titula “El Águila y el Gusano”?, se le pregunta sobre su nueva entrega. “Porque hace referencia a ‘El Águila y la Serpiente’ (de Martín Luis Guzmán), un libro de cuentos extraordinario como todo lo que escribió en su momento, o casi todo; y además le puso ‘El Águila y la Serpiente’ a sus cuentos, porque él águila y la serpiente es México. “Ahora, Borges dijo: ‘Qué escudo tan horrible’, está un águila comiéndose una serpiente. Como México alguna vez fue un país extraordinario, un país donde la gente era adicta a los personajes de Plutarco, y mírelo ahora; entonces es como si la serpiente se hubiera adelgazado hasta hacerse un gusano; las que comen gusanos son las gallinas, no las águilas. Esa degradación la quise expresar en ese título, quizá no muy afortunado, pero bueno, por ahí iba. “Los títulos yo creo que deben ser sencillos, voy a decir por qué. Las leyes de la oratoria dicen: empieza muy bajito para que no decaigas nunca en tu oración; empieza modesto, bajito y va subiendo el libro; porque el libro es bueno en la medida en que vaya subiendo. Si se produce un derrumbe, el libro ya es muy difícil levantarlo; eso lo sabían muy bien los maravillosos escritores de zarzas, franceses, ellos sabían que había que empujar para abrir a la obra, ir de menos a más, y que si de pronto tenían un anticlimax, ya no la podían levantar. Entonces, bueno, el título está ahí, sencillo”. — A diferencia de su obra de dramaturgia anterior, ¿qué se propuso en términos literarios al escribir “El Águila y el Gusano”? “Me propuse hacer una fusión de teatro y narrativa, no me lo propuse, sino que así salió, porque la verdad es que uno no se propone mucho, sino que es lo que va encontrando a la hora de avanzar al escribir una novela. “La narrativa tiene siempre un autor, alguien está narrando; en el teatro no hay eso, nadie narra, el teatro es puso presente, pura actualidad: una, otra, otra escena. Entonces, esta novela es hacer una narración con escenas de teatro, o sea, fundir las dos cosas, tiene antecedentes, como todo en este mundo y más en la literatura. Así fue hecha ‘La Celestina’, que es un libro que a mí me parece insuperable, tuvo muchísimo éxito, le gustó muchísimo a la gente, y eso que es un libro religioso; inclusive podríamos decir que roza lo blasfemo, muchas veces, y que empezó a escribirse en 1500, imagínese en esa época, y sin embargo tuvo un éxito extraordinario. Muy pronto lo empezaron a imitar todos, y a hacer una continuación y todas esas cosas que surgen cuando un libro tiene mucho éxito”. — ¿Cómo construyó a los personajes? “Mire, yo tengo ya mis años, he ido en el transcurso de esto, y en los rincones de los días y de los años he ido encontrando mucha gente, muchísima gente. El personaje debe ser una mezcla de cosa digamos general y cosa particular; en lo general, nosotros conocemos esa gente, y solamente hay que darle peculiaridades”. — En “El Águila y el Gusano” la violencia y la crudeza parecen “normales”, como en la vida real… “Sí, en muchísimos lugares de la República es así. Le voy a decir por qué: yo tengo un alumno ahí en la universidad donde doy clases que para su mala suerte, presenció un asesinato en Iztapalapa, y sucedió que conocía a uno de los dos asesinados; ahora, quería hacer algo, pero ¿cómo podía hacer algo?, no hay a quien recurrir, no hay nadie porque a lo mejor vas a denunciar a la Policía y el asesino es el que te toma la denuncia; entonces, es una soledad, una cosa angustiosísima”. — ¿Cómo se dio cuenta que iba a escribir una novela sobre la situación actual del país? “Le voy a responder con sinceridad: yo, un día, estaba escribiendo una escena, explorando si podía hacerse con ella una obra de teatro, como hace uno muchas veces cuando es escritor, entonces escribí la escena y luego la volví a leer, y me pareció que tenía aciertos; el tono, el modo, y dije ‘aquí hay algo’. “Mire, una cosa importante de un escritor es que sepa reconocer sus propios aciertos, eso es muy importante, porque cuando uno avanza en la oscuridad, pero hace una página que cree que es buena, debe decir ‘aquí hay algo’. Como un minero que dice ‘aquí hay una veta’. “Fíjese, por ejemplo, ‘El Quijote’, yo no sé, porque no soy erudito ni nada, pero parece como una de las ‘Novelas Ejemplares’, y que de pronto Cervantes se dio cuenta y dijo ‘no, no, aquí hay más, mucho más’, y entonces la siguió. Hizo una novela separada, fue creciendo y luego hizo una segunda parte. “Igual el ‘Ulises’ de Joyce, he leído que ‘Ulises’ iba a ser el último cuento de los ‘Dublineses’, y se llamaba ‘Ulises en Dublín’; entonces Joyce dijo ‘no, aquí hay más, esto no puede ser un cuento, sino es una novela’. “Así como es importante que el escritor vea cuando está equivocado, que su obra está muy mal, confusa, es más importante que sepa ver cuando está bien la obra, y eso que sale bien generalmente no se planea, sino es un resultado azaroso, de pronto da uno con algo”. — ¿Por qué la tragicomedia es el tono adecuado para su novela sobre la realidad violenta de México? “Que un grupo de forajidos se apoderen e impongan su ley en un pueblo, en un estado, sobre miles de gentes, ¿cómo lo podríamos llamar? 98 por ciento de los crímenes quedan impunes, si le dice eso a un francés, a un griego, a un alemán, a un inglés, o un gringo, no lo pueden creer. ¿Qué dice usted? 98 por ciento. De cien casos solo pueden desentrañar dos, entonces no hay nada, no hay Policía, no hay Estado, eso me parece trágico, me parece horrible y me da risa, porque a mí me da risa todo”. — Campuzano, un personaje secundario en su obra, define a la delincuencia en México como “Estado paralelo”… “Es muy sencillo: donde hay un vacío de poder y hay un grupo de despiadados, generan un poder semejante al del Estado; por ejemplo, en la Ciudad de México se paga mucho derecho de piso, pero no a los narcos todavía, se paga derecho de piso a la Policía y a las direcciones de vía pública del DF; la pobre gente hace negocito y una vez a la semana llega la patrulla, hay que darle dinero, luego llega el inspector de Vía Pública y hay que darle también dinero. Ese dinero es peor que el otro, del derecho de piso, porque ése lo piden los funcionarios y los policías. “Mire, un muchacho que vende café afuera de la universidad tenía sus papeles en regla, perfectamente, y ahí vendía café, entonces pasó el de Vía Pública y le dijo: ‘Ahora no me alcanza y me vas a dar más de lo que me dabas’. Entonces le dijo: ‘Mira, no me va a alcanzar’. ‘Pues a ver cómo le haces, pero me vas a dar tanto’. Entonces, él por desesperación porque quebraba fue a ver su jefe, y el jefe sorprendentemente le dijo: ‘¿De veras no te alcanza?’. No. ‘Entonces, no te preocupes, da lo mismo que dabas antes’. Era el funcionario más alto. Pero mientras eso no se corrija, eso va a llevar 20, 30 o 40 años corregirlo, mucho tiempo. Pero mientras no se piense siquiera corregir, no hay esperanza de nada”. — ¿Cuál es la aspiración de Hugo Hiriart como dramaturgo, a propósito del tiempo y lugar que nos tocó vivir? “Pues mire, yo no hago teatro con mensaje ni nada, nunca lo he hecho, no me gusta. El arte es muy celoso, si Usted empieza a hacer otras cosas, el arte ve eso y se va, uno tiene que atender a la factura de la obra y ya, no estar pensando en mensajes, porque entonces fracasas con la obra. “Yo estoy muy tranquilo, nunca en mi vida aspiré a la fama ni al éxito literario, a nada de eso, yo aspiré a trabajar con comodidad y no me gusta que la luz me enfoque a mí, no me gusta ser el centro de atención, nada de eso me gusta; me gusta el anonimato y lo que he tenido siempre, entonces yo estoy más tranquilo que nunca, más sosegado que nunca, y muy contento con lo que tengo, con mis clases. Y escribo a un ritmo muy lento, pero sigo escribiendo”. — A casi dos años de administración de Enrique Peña Nieto y a unos días de su Segundo Informe de Gobierno, ¿qué puede decirnos de los asesinatos, desaparecidos, secuestros, narcofosas, que continúan en el sexenio peñista? “Y van a continuar. Peña Nieto había prometido una cosa anti corrupción, no la ha proclamado, la prometió en la campaña y luego ya se le olvidó completamente. Yo creo que la violencia sigue igual, yo tengo la idea de que mientras no se combata la impunidad y la corrupción que la produce, no se va a lograr nada, y parece ser que aunque lo prometió en campaña, él (Enrique Peña Nieto) no va a combatir la impunidad; este es un gobierno cleptocrático, es una organización para que se enriquezcan los políticos, todos, y son muchísimos. El gobierno solo piensa en la política ratonera, piensa en no perder elecciones y demás, entonces, así no se puede mejorar nada”. — Finalmente, ¿cuál es su expectativa del gobierno peñista para lo que resta del sexenio? “Mala, mala, yo creo que el viejo PRI horrendo que nos tenía muy mal, va a volver a aparecer”.