Marcelo Beyliss/Especial para ZETA Hermosillo, Sonora, agosto.- La siembra de chile verde de Ramón Miranda se echará a perder; a pesar de que fue cuidada desde el principio nadie querrá comprarla, pues la tierra donde estaba a punto de ser cosechada se encuentra en el municipio de Aconchi, en la región del Río Sonora, que el 6 de julio se contaminó con miles de metros cúbicos de materiales tóxicos que derramó una presa de jales de la minera Buena Vista del Cobre, de Grupo México. Por eso don Ramón no duda en reclamarle a Grupo México, la empresa causante de este desastre ecológico, los daños: “Ustedes envenenaron nuestros productos y mataron nuestros negocios”. Así como este agricultor del Río Sonora, cientos de productores y pequeños comerciantes de esa región lamentan lo ocurrido y aseguran que los efectos ya los comenzaron a sufrir. Las siembras de ajo, que estaban casi listas para cosecharse, empacarse y exportarse a Estados Unidos se pudrirán; el cacahuate no será recolectado; la leche que debe ordeñarse diariamente deberá tirarse y no habrá producción de los quesos típicos de la región. De igual manera los campos de alfalfa se secarán sin ser aprovechados; mientras que la producción de caña de azúcar y sus derivados como el piloncillo y dulces tradicionales deberán esperar varios meses para ser explotados como actividad económica. Hortensia Calderón, productora del sector agropecuario en la zona de contingencia, reprocha al Grupo México y a las autoridades estatales y federales la situación por la que atraviesan con un pronóstico a mediano plazo: “Nadie va a querer comprar nuestros productos, nadie va a visitarnos y al rato, quienes nos visiten ni siquiera nos van a querer dar un besito en el cachete para saludarnos, porque dirán que estamos contaminados”. Errores humanos El 6 de agosto, un represo de la mina Buena Vista del Cobre ubicada en Cananea, se desbordó. En ésta se encontraban almacenados al menos 40 mil metros cúbicos (40 millones de litros) de líquido con materiales tóxicos, como ácido sulfúrico, lixiviados de cobre y residuos de metales pesados como cadmio y arsénico. El delegado en Sonora de la Comisión Nacional del Agua, César Lagarda Lagarda asegura que el problema se derivó en un tubo que es utilizado para el re-bombeo de los lixiviados. Este proceso lo realiza la mina con el objeto de tratar de extraer la mayor cantidad posible de metales. “Este tubo fue el que presentó el problema, tronó y provocó el derrame al Río Bacanuchi y después al Río Sonora”, explica. A los tres días del derrame los lixiviados se podían notar a lo largo del afluente, desde Bacanuchi hasta Ures, pasando por los otros municipios afectados como Arizpe, Aconchi, Baviácora, Banámichi, San Felipe de Jesús y Huépac. En total 22 mil habitantes de esta región resultaron afectados con esta contingencia provocada por errores técnicos. Daños a la salud Hasta el momento las autoridades de salud en el estado tienen detectadas dos personas que han sido afectadas por las aguas contaminadas del Río Sonora. Una de ellas es la señora Luz Mercedes Apodaca, de Biaviácora, quien el 8 de agosto dio un paseo junto a su familia por la vera del Río. Como es la costumbre, Luz Mercedes tomó un poco de agua con sus manos y lavó su cara. A las pocas horas su rostro sufrió quemaduras. Unas 36 horas después trascendió que había existido un derrame de tóxicos de una presa de jales de Buena Vista del Cobre. Un médico pasante de la comunidad de Bacanuchi observó el río de un tono rojizo y dio aviso a las autoridades. Las primeras declaraciones del Coordinador de la Unidad Estatal de Protección Civil, Carlos Arias, confirman que la empresa y el Gobierno de Sonora intentaron ocultar el derrame de tóxicos al importante afluente: “La solución tiene muy bajo porcentaje de ácido sulfúrico y eso es lo que se fue al río, además que el derrame ya se contuvo con un represo que se construyó aproximadamente 7 kilómetros aguas abajo del represo de donde se filtró. “Con este represo queda contenido, cortado el paso de la solución hacia el resto del arroyo, es decir más solución hacia el río no va a haber, ya quedó controlado”, declaró el 8 de agosto el funcionario estatal. Por su parte, Grupo México emitió un comunicado en el que, de igual manera, minimizó la situación. Pero el día siguiente las imágenes del Río Sonora con aguas de tonalidad rojiza comenzaron a invadir las redes sociales. El desastre, en ese momento, era inocultable. De inmediato, el subprocurador de Inspección Ambiental de la Profepa, Arturo Rodríguez, deslindó responsabilidades al señalar que la minera fue negligente, ya que no vigiló las fugas de los desechos. Incumplió con la norma porque no contaba con sistemas de control y de emergencia para los derrames accidentales de residuos peligrosos, con los cuales hubiera podido evitar que el agua contaminada llegara a los cuerpos de agua. El funcionario enlistó las acciones que emprendió la dependencia: Una denuncia penal ante la Unidad Especializada en Investigación de Delitos contra el Ambiente, previstos en leyes especiales de la Procuraduría General de la República (PGR). La imputación a las empresas por la comisión de delitos contra el ambiente, que de acuerdo con el Código Penal Federal podría tener una pena hasta de nueve años de prisión y una multa de 300 a 3 mil días de salario mínimo. El peor daño a la ecología en Sonora El derrame a los ríos Sonora y Bacanuchi de más de 40 mil metros cúbicos de tóxicos fue considerado por el especialista e investigador universitario Jaime Varela Salazar como el accidente ecológico más grave ocurrido en la historia de Sonora. “Mientras no haya un análisis por un laboratorio certificado, que la población se abstenga de tomar agua, que no tomen agua, que consuman solo el agua que están llevando las autoridades en garrafón y pipas, pues el contenido de metales en concentraciones no permitidas por la norma perjudicará a su salud”, dice. Explica que los metales contenidos en el líquido (sulfato de cobre acidificado) están en concentraciones altamente dañinas a la salud de las personas, las plantas, los animales y todo microorganismo con el que tenga contacto. “La contaminación ya no hay forma de eliminarla, y los tratamientos que pudiera haber serían demasiado costosos. Todo se va a diluir si llueve o con la misma corriente. Va a bajar la concentración de los metales y con ello el peligro, pero mientras hay que tener mucho cuidado en no tomar agua, hasta que se informe que ya tiene todos sus niveles normales”, refiere. Según Varela Salazar la falla se registró en la supervisión por parte de la empresa sobre sus procesos, pues algo ocurrió para que sucediera este accidente, que no es muy común. El especialista en metalurgia hace énfasis en que hay que esperar a que se den a conocer los resultados de la investigación y entonces pensar en la multa que corresponda, y que se piense en aplicarla con sentido social; “es decir, que la multa sirva para ayudar a las personas que fueron afectadas con la muerte de ganado y otros”. César Lagarda Lagarda dio a conocer que probablemente este sábado se conozcan los resultados de monitoreo a la calidad del agua en el Río Sonora. Esta prueba será determinante para establecer una fecha tentativa en la que se puede retirar la contingencia ambiental cuyas consecuencias aún distan mucho de ser medidas.