La novela negra en México goza de importante salud en los últimos años gracias, entre otros autores como Paco Ignacio Taibo II o Miguel Ángel Chávez Díaz de León, al narrador sinaloense Élmer Mendoza, quien por estos días propone otra serie policíaca ahora protagonizada por “El Capi Garay” a través de su más reciente entrega titulada “El misterio de la orquídea calavera” (Tusquets, 2014). Luego de la exitosa saga de novela policíaca donde “El Zurdo Mendieta” salda cuentas pendientes en obras editadas por Tusquets como “Balas de plata” (2008), “La prueba del ácido” (2011) y “Nombre de perro” (2012), Élmer Mendoza vuelve a sorprender a sus miles de lectores proponiendo en su nueva serie a un joven de 18 años de edad como figura central. Se trata de Alberto Garay “El Capi”, un “inútil”, “ese morro al que todo le sale mal”, mismo que trata de negociar con los secuestradores del “viejón”, su padre Camilo Garay, que ha sido plagiado, para lo cual tiene que viajar a Xilitla, San Luis Potosí. Pero al hospedarse en terruño potosino, escenario real ubicado en la zona Huasteca de San Luis Potosí, mientras espera órdenes de los delincuentes Alberto Garay descubre en un librero del hotel un ejemplar titulado “El misterio de la orquídea calavera” que contiene la misteriosa historia de Edward James. “Desde hace tiempo yo quería escribir una novela con un personaje joven de protagonista, no había pensado que podía ser serie; desde luego que tenía pensado que actuara en el desierto, pero como me impresionó mucho Xilitla cuando lo conocí pensé que debía hacer una novela sobre la percepción tan fuerte que sentí de mí mismo, no era otra cosa más que mi yo conflictivo que se dejó ver un poco más”, confiesa a Semanario ZETA el narrador culiacanense Élmer Mendoza. Pronto Alberto se adentra en la lectura sin retorno. Entre Edward James y un “morro inútil” En “El misterio de la orquídea calavera”, Élmer Mendoza (Culiacán, 1949) propone un apasionante entrelazamiento de voces narrativas entre Alberto Garay y la historia de Edward James en el libro que lee, mientras el “morro inútil” intenta rescatar a su padre de los secuestradores. Élmer Mendoza evoca a Edward James, el personaje que a “El Capi” también le ha interesado en su cuarto de hotel, un poeta millonario y artista surrealista escocés nacido en 1907 y que en Xilitla funda el parque “El Jardín del Edén”: “Me interesé en él por lo inexplicable que es. Un inglés que tiene todo, millonario, decide ir a Xilitla, compra dos cerros y siembra 18 mil, un poco más, orquídeas, y después de eso decide hacer las esculturas de concreto y de varilla; entonces, un hombre que hace eso es un hombre diferente, es un hombre que tiene una idea de la vida diferente, un hombre capaz de apostar a manifestaciones artísticas, yo creo que un hombre así, pues está listo para ser personaje, un hombre raro, no es un hombre común, por eso me interesé en él y sigo interesado en él. Yo espero que ahora con la publicación de la novela descubra más cosas de él, simplemente para tener el personaje completo”. Élmer Mendoza confiesa a Semanario ZETA que hace más de veinte años fue a Las Pozas de Xilitla: “Me quedé como impresionado, pero tardé mucho en volver. Cuando volví, volví porque ya tenía que escribir la novela; pero era una idea que yo traía así. “Un día, uno de mis amigos me cuenta ‘fíjate que Xilitla, Las Pozas y Edward James…’, y le digo ‘yo quiero escribir una novela sobre él’, no pues vamos, y con él regresé, hice el segundo viaje; ya después yo regresaba con Leonor, mi esposa, ella sufría mucho porque es muy inaccesible el lugar, no hay una carretera que garantice que va a llegar el viajero común; los viajeros que llegan son viajeros interesados en la plástica, interesados en las actividades extremas, meterse a cuevas raras, ésa es la gente que llega ahí. “Como yo ya estaba mentalmente muy acelerado en la novela y en el proceso, entonces conseguí que uno de mis amigos de San Luis me llevara por cuarta o quinta vez que fui; la última vez fue el año pasado, en 2013, yo tenía prácticamente el trabajo en etapa final, que es lo que hice el fin de año y este año”. El narrador sinaloense confiesa que estaba escribiendo las dos historias por separado, la de “El Capi” y la de Edward James, aunque inevitablemente llega el momento de “revelación” en que el narrador une las historias: “Pasaron muchos años, quizá 20, para que yo pudiera volver a pensar en la posibilidad de hacer una novela sobre Xilitla. Cuando pensé en la posibilidad dije: Es que no puedo estar pensando en la posibilidad, tengo que ponerme a escribir; y también tenía el proyecto empezado del Capi Garay; entonces lo que hago es trabajar Xilitla un año, entrar a la historia de Edward James, investigar quién era Edward James, y desde luego viajar a Xilitla, meterme a los lugares que él recorrió, preguntarle a la gente cómo era, de qué hablaba con ellos, y conocer el espacio que él creó. “Y así fui escribiendo una historia, la de Edward James, ‘El misterio de la orquídea calavera’, pero hay un momento en que me doy cuenta que ésa no puede ser una novela, y como tengo el proyecto del Capi, percibo como esas revelaciones que no te ocurren todos los días, que la tengo que combinar, y me puse a trabajar en el Capi Garay, pero fui metiendo a Edward James conforme contaba la historia, voy tejiendo la historia. “Al principio no tengo idea hacia dónde voy con eso, pero ya revisando la reescritura me doy cuenta que tengo que hacer una unión progresiva de las dos historias, y al final que las dos historias no pueden ser independientes, una tiene que depender de la otra”. Cuando se le pregunta a Élmer Mendoza por qué le interesó darle voz a un muchacho de 18 años como personaje principal con su forma muy peculiar de hablar de un sinaloense, no duda en contestar: “Eso no fue una decisión inteligente, fue un instinto. Lo principal que conseguí fue diferenciarlo de la parte de Edward James. Y lo otro, un muchacho considerado un inútil sin oficio ni beneficio, que tiene una manera de concebir el mundo, un lenguaje, poder crear un discurso sencillo donde no estuviera la lírica del autor de ‘El Zurdo Mendieta’, ahí sí me permito muchas cosas, pero acá no, acá todo tiene que ser absolutamente sencillo, lineal, desde luego que el sufrimiento de él, la incertidumbre, que siempre está intentando rehuir su responsabilidad como el único que los secuestradores eligieron para negociar”. Nunca está por demás preguntarle al narrador cuál fue su apuesta en términos literarios a diferencia de sus obras anteriores, tanto de cuento como de novela: “En términos literarios lo principal es la mezcla de dos historias, una muy sencilla y otra no tanto; intentar unirlas, un proceso de unión, se van uniendo hasta que la orquídea se convierte en un elemento que participa en ambas historias; yo creo que eso fue literariamente lo complicado. También fue muy complicado el utilizar las expresiones de los jóvenes: güey, pirado, maniaco, eso sí me costaba”. “Hay que leer de todo” Élmer Mendoza es actualmente uno de los narradores más importantes de novela negra en México. De 1978 a 1995 publica cinco volúmenes de cuentos y dos de crónicas. En 1999 debuta como novelista con “Un asesino solitario”, reeditada en 2014, a quince años de su aparición; con esta obra, Federico Campbell define a Élmer Mendoza como “el primer narrador que recoge con acierto el efecto de la cultura del narcotráfico en nuestro país”. Le siguen “El amante de Janis Joplin” en 2003 con la que merece el XVII Premio Nacional de Literatura José Fuentes Mares y “Efecto Tequila”, finalista en 2005 del Premio Dashiell Hammett. En 2006 da a conocer su cuarta novela “Cóbraselo caro”, y en 2008 “Balas de plata” es reconocida por unanimidad con el III Premio Tusquets Editores de Novela, título con el que inaugura la serie protagonizada por el detective “El Zurdo Mendieta”; en 2011 presenta la segunda obra de la saga, “La prueba del ácido”, y la tercera titulada “Nombre de perro”, en 2012. — La novela policíaca ha sido considerada un “género menor”. ¿Por qué te interesa la novela negra para cimentar tu obra? “Porque no es un género menor, desde los años 30 están diciendo eso. Yo creo que la sorpresa de los autores que no escriben novela negra es la cantidad de lectores que tiene en la mayoría de los países la novela negra, la leen muchísimo porque son novelas que hablan de la vida, de las debilidades humanas, de la justicia, siempre hay muchachas guapas, siempre hay policías corruptos; es decir, son experiencias que todo mundo ha tenido porque más de una vez te ha tocado topar con un policía corrupto o al menos con uno de tránsito que te pide ‘para los chescos’, yo creo que es por eso. “Entonces, resulta que a los autores de novela negra ni los despeinó esas declaraciones, porque también había autores importantísimos que leían esas novelas; por ejemplo, en el caso de los novelistas norteamericanos pues encontraron que un lector compulsivo de novela negra era T.S. Eliot. “Hay que leer de todo, porque siempre hay como una actitud de algunos escritores y de algunos críticos de salvar a la humanidad no permitiendo que lean esas cosas tan crueles que hablan de las debilidades humanas, de policías corruptos, de delitos; yo creo que eso tiende a desaparecer, todavía no se acaba completamente”. — ¿Qué puedes decirnos de la novela negra actual en México? “Nosotros tenemos una obra maestra que se llama ‘El complot mongol’ de Rafael Bernal, apareció por primera vez en 1969 y ahí está, pero no es una novela que como que todos la conocieran, justamente por eso, no hay los lectores que debería haber, es una novela súper reconocida en todas partes; yo creo que nosotros estamos rompiendo eso, Paco Ignacio Taibo II tiene muchísimos lectores, y yo creo que él ha abierto el camino, la mente, para que lleguemos nosotros y pues igual tengamos los lectores suficientes para que nos identifiquen al menos como autores importantes”. Finalmente, se le cuestiona a Élmer Mendoza cuál es su aspiración con el género policíaco: “Yo quiero tener muchos lectores. Pero también quiero intervenir el género, eso podría ser: como un término de los artistas plásticos, ellos ponen un clavo y están interviniendo la realidad; entonces, yo quiero intervenir el género policíaco, y es lo que hago. Al meter otro lenguaje, al meter la poesía, al meter otros ritmos, al meter música, es como una intervención del género, es decir, volver al género más efectivo, demostrar que los novelistas de novela negra son novelistas igual de aplicados, sobre todo las nuevas generaciones, casi todos son o somos universitarios, estudiosos del universo del delito de los países donde vivimos, es decir no somos escritores inmediatistas y por tanto creo que no se nos puede juzgar de otra manera, y eso está pasando ya, al menos parte de las calificaciones que reciben nuestras novelas es que son novelas sociales por la capacidad que tiene de representar un país, la corrupción, los delitos, las cosas débiles de un país, pues eso no es fácil, eso no lo hacen las novelas de amor, ni las novelas históricas”. Mientras tanto, Élmer Mendoza ya trabaja tanto en la segunda serie de El Capi como en la cuarta entrega de El Zurdo Mendieta: “Me toca trabajar fuerte los siguientes días, meses, años. Me provoca muchísimo la serie del Capi, pero El Zurdo es otra cosa, El Zurdo es como parte de mis amores ya; y ahora que voy a regresar a casa me voy a poner a trabajar en El Zurdo, no en El Capi; la novela número dos la tengo en la punta de los dedos; la cuarta será primero, voy como a la mitad”.