El licenciado Alejandro González Alcocer fue gobernador de Baja California por tres años. El Congreso del Estado lo eligió para ser el sustituto del gobernador Héctor Terán Terán, quien había fallecido a la edad de 67 años, la madrugada del 4 de octubre de 1998. Si bien a González Alcocer le correspondió dar continuidad a la mitad del sexenio, dos son sus recomendaciones: comprometerse a realizar dos o tres acciones, y “hacer tiros de precisión”. “¿Es difícil estar dos años?, pues sí. Si tres o a veces seis no alcanzan para hacer muchas de las cosas, los dos años sí se ven difíciles, pero creo que se pueden hacer las cosas, y creo que el secreto está en aprovechar lo que existe para dar continuidad a programas al momento de que sean positivos, y no pensar en inventar todo el gobierno con dos años nada más. “En parte es lo que a mí me pasó, yo casi dejé a todo el equipo, se quiso ir alguno, como Valdés, y sustituí a otros porque me decían que tenían compromiso con Terán y ya no querían seguir, pero nada más. Lo demás del gobierno lo aproveché, aparte de que yo llevé algunas gentes, y creo que esto nos dio buen resultado. En lugar de estar tratando de inventar en los tres años restantes un nuevo gobierno con inexperiencia, con pago de novateces, etcétera, pues yo creo que aprovechamos muy bien el equipo que se formaba, que por cierto, me encontré excelentes funcionarios… en algunos casos”, comparte el ex mandatario en entrevista con ZETA. Habla de los casos que le funcionaron, “como Víctor Adán López Camacho en la Secretaría de Finanzas, que venía del Ayuntamiento de Tijuana, que era amigo cercano de Jorge Ramos padre, mi secretario de Gobierno. Había una excelente relación con él; él traía la experiencia del manejo de presupuesto, casi todos ellos son doctores o tienen maestrías en finanzas, tanto Zamorano, que en paz descanse, como Jorge Ramos y Víctor Adán, pues son de las maestrías y del doctorado de esas materias, y yo ya los conocía, además. En raros casos conocía a los funcionarios, a la mayoría no los conocía, y entonces ahí me topé con excelentes gentes”. Con un presupuesto de entre 12 mil y 13 mil millones de pesos anuales para el ejercicio del gobierno, Alejandro González Alcocer habla de su obra en tres años: “Para empezar no había recursos, y la obra estaba abandonada cuando llegué, así estaba el penal de ‘El Hongo’, donde nomás me habían construido una bardita, pedazos de barda perimetral. El contratista era de México, enviaba casi todo Gobernación, y yo lo tuve que cambiar. Y ahí había de dos sopas en el estado quién tenía esa capacidad: o Víctor Hermosillo, o Curiel, y Víctor Hermosillo era alcalde de Mexicali, entonces tuvo que ser Curiel. Y así fue, pero los tres años me llevé construyendo la cárcel. “Nosotros… para que se vea con más claridad: hicimos dos compromisos cuando asumimos el gobierno ante el Congreso en el mismo día de la toma de protesta. En seguridad pública, hicimos una política pública integral de seguridad pública y desarrollo social, como que no le habían encontrado la cuadratura al círculo tanto Ruffo ni Terán. Yo creé una coordinación primero, y luego la Secretaría de Desarrollo Social con Jesús González Reyes. “Yo hice esas dos políticas públicas, y en virtud de eso, le dimos prioridad a las obras, aparte de las obras normales de carretera, que terminé la de Mexicali, lo que principalmente me interesaba era la seguridad pública. Hicimos el penal de ‘El Hongo’, la Academia Estatal de Policía en una primera fase, Juzgados Civiles y Penales en Tijuana, el edificio de la Procuraduría de Río Nuevo de Mexicali, los C4 en Mexicali y Tijuana. Todo era para darle sentido a este programa integral de seguridad pública, donde se veían todos los aspectos de prevención, la persecución del delito y rehabilitación. La cárcel fue pensada para eso, realmente una cárcel de rehabilitación, había talleres, había maquiladoras interesadas en estar dentro y fuera del penal para dar trabajo a los reos, adentro y afuera. Todo eso estaba programado. Un montón de agencias del Ministerio Público, un laboratorio por primera vez en el estado donde podían hacer pruebas de DNA de primera mano, y un grupo antisecuestros de primera también. “En desarrollo social también, porque no había nada, creamos una serie de programas que realmente tuvieran que ser apoyo a las comunidades sobre los problemas principales que ellos mismos nos decían que nosotros inventáramos, esa era la diferencia. Nosotros no íbamos a construir una cancha de básquet a donde ni jugaban básquet, sino que decíamos, ‘¿cuál es tu problema principal?, y vamos a ayudarte, vamos a resolverlo’. Y eso sentó la pauta de trabajo, así se hizo lo de los famosos paneles solares al sur, donde no había electricidad, y una serie de cuestiones que eran puro beneficio a las comunidades. “Te cuento una anécdota muy simpática de los Kiliwas, una etnia muy orgullosa, no es como los otros grupos acostumbrados a ‘dame, dame, dame’. Ellos nos invitaron al desierto y nos dijeron: ‘Nosotros lo que queremos es que nos ayudes a hacer nuestro desarrollo, que además ya tenemos pensado’, y en un papel de una bolsa de estraza tenían su programa. ‘Queremos traer el agua, nosotros sabemos dónde está el agua, entonces la queremos traer al pueblo, que nos hagan un depósito y generar agua para el pueblo. Queremos trabajar nosotros mismos nuestra palmilla y nuestra jojoba, porque tenemos que venderla a los Loperena de Ensenada y nos dan el precio que quieren, entonces necesitamos maquinaria para eso; y tercero, queremos crear aquí un laguito para sembrar peces’. Lo primero fue arreglarles lo del agua, les pusimos tubería, hicimos un depósito. Segundo, el lago. CONAGUA no dio permiso, hasta que de la desesperación, un día llegamos allá con un plan ya establecido y le dije al ingeniero -lo regañé delante de todos- , oiga, por qué fregados en esta agua que trajo hay una fuga. ‘No, cómo cree…’. Pues hay una fuga. Y se hizo la fuga y se fue el agua al lago. Lo de la maquinaria yo no sabía ni por dónde, y alguien me dijo de la Reforma Agraria, o de SAGARPA, había una dependencia que era de zonas áridas, CONAZA, ellos tenían maquinaria ¡y se las conseguimos para que ellos trabajaran su palmilla! Es más, me dijeron, ‘no se las damos en comodato, se las regalamos’. Y echaron a andar ahí, estaba feliz la gente; ese era el tipo de trabajo que hacíamos en desarrollo social”. De la construcción de carreteras, González Alcocer cuenta: “Me eché el compromiso de terminar la Tijuana-Mexicali, y había un compromiso del gobierno para hacer lo del libramiento, que después se hizo; la obra del Río Nuevo en Mexicali, terminamos la Tercera Etapa de aquí de Tijuana, carreteras a La Bufadora. Se ideó crear lo de fondo de apoyo de los estados, y ahí tuvo mucho que ver Adán López Camacho con la asociación de secretarios de Finanzas de los estados, dijo, ‘oye, por años he estado apoyando al municipio, ahora los estados son más pobres proporcionalmente que los municipios, porque han tenido apoyos, pues hay que buscarle por aquí’. Y con el Presidente Zedillo, que no quería, ¿eh?, pero se logró hacer este fondo y ahí tuvimos una buena oportunidad para acercarnos cientos de millones de pesos que nos dio posibilidad de terminar las obras. “Luego, teníamos nosotros un desfase y un déficit en gasto educativo, nos metimos a ver los números y descubrimos que había algo en la fórmula que nos estaba perjudicando y que año con año nos íbamos quedando rezagados con un montón de dinero. Fui a ver al Presidente Zedillo y le dije, aquí están ya platicadas con su secretario de Hacienda y su secretario de Educación, el estado real de lo que pasa en la educación, y la fórmula está mal. ‘No puede ser, ¡yo estaba en Educación!’, dice, y es cierto, ‘yo hice las fórmulas…’. Pues alguien jugó rudo ahí, Presidente, le dije, pero el hecho es que salimos con 300 millones de pesos menos. Lo que vengo es a pedirle que nos ayude y nos eche la mano porque con esto no podemos, e hice un compromiso: si Usted nos da esos 300 millones de pesos al año, yo le doy 50 a Ensenada para que vaya saliendo de sus deudas, que era su amigo Daniel Quintero. Me hizo prometérselo, se lo prometí, y al rato me habló, días después, Gurría, me dijo: ‘Ya está la lana, pero el compromiso con el Presidente…’. Zedillo fue un día a Ensenada y públicamente dijo que el mejor gestor que tenía el presidente municipal era el gobernador, o sea, yo, porque ya le había hecho eso aquí”. En inversión, señala: “Íbamos excelente, fueron años muy buenos, no había desempleo, creció la inversión mil 500 millones de dólares al año, más o menos en promedio, al grado que alguna vez que llegué yo a la Presidencia y me dijo ‘oiga, ¡ya párele!’. El Presidente tenía las cifras ahí, y la verdad es que fue un pico que se fue muy arriba, el estado estaba muy bien en todos los aspectos”. Pero el ex gobernador pagó un costo político. Nombrar a su concuño, Juan Manuel Salazar, procurador de Justicia. Explica del clima de inseguridad a finales de los noventa: “Estaba muy complicada la cuestión, no estaba tan sencilla, al grado que alguna vez le pedí ayuda al Presidente, donde se necesitaba apoyo, nos mandó gente; primero quería venir la Policía Federal nomás así, dije, así no tiene sentido, lo que necesito es que me ayuden con inteligencia para determinados grupos que son muy peligrosos y que además están aliados con policías, como los famosos de Mexicali, Los Garibay, esos estaban protegidos con policías. Entonces, un día que le pedimos ya en serio, mándanos inteligencia, para esta cosa sí se necesita, porque está muy peligroso. Los policías nuestros pues sí les zacatean porque están muy canijos… ‘ah, entonces tus policías son mariquitas’, me dijo. Bueno, pues tómalo como quieras, Alejandro, tocayo, el que estuvo en México en la Policía Federal. Tómalo como quieras, pero ayúdanos en esto. Pues vinieron aquí, se dieron una asomada unas quince, veinte gentes de inteligencia y se fueron corriendo. ¿Qué pasó, tocayo? ‘No, pues sí está de la fregada’, me dice. Ah bueno, entonces los tuyos son los que son mariconcitos, así era el trato. “Le digo, me mandas aquí 800 policías federales, ¿tú crees que van a andar como los pueblos de Sinaloa, con las armas en la mano o qué? Lo único que pasa es que se van a los hoteles de San Ysidro, se llenan, los delincuentes comunes y todo en un rato, se desaparecen, y cuando se van ustedes ellos regresan; eso es todo lo que pasa, así no nos sirve, para nada. Como decía Jorge Ramos grande: ‘La tienda es chica pero hay quien la atienda’, pero sí estaba difícil la situación de secuestros. Cuando yo llegué era lo principal, secuestros, había pasado el de Mamoru Kono poco antes con Terán, y teníamos cuando yo llegué, 28 secuestros en el estado, por eso la atención principal era el grupo antisecuestros, y se formó muy buen grupo. Al año siguiente hubo seis o siete secuestros, y en el año 2000 hubo cero secuestros porque actuó muy bien este grupo, y era a lo que había que ponerle prioridad principal. Y el problema venía de adentro, ¿eh? “Cuando yo llegué había un secuestro en turno, un poquito que hicieron de confianza se acercaron los familiares con nosotros, les dije, tenemos confianza de que vamos a hacer las cosas bien, y les mandé hablar con el procurador, que era Marco Antonio de la Fuente, entonces va y hablan con ellos, y saliendo de ahí, a los diez minutos le hablan los secuestradores al hermano del secuestrado: ‘Ya supimos que estuviste ahí, y dijiste esto y esto, y te va a cargar a ti también’, entonces el problema estaba ahí. Y era el jefe de escoltas del procurador, que luego mataron allá en Mexicali, en un parque. El problema venía de adentro, entonces con eso se terminó y se acabaron los secuestros, prácticamente con el de un hijo de un empresario chino casacambista y de parques industriales de Mexicali, que secuestraron y, cuando se resistió, le metieron un balazo y le dieron en un glúteo, entonces estaba hasta en peligro de muerte. Fueron, lo rescataron y agarraron a todos los secuestradores, pero era bien efectivo ese grupo”. — ¿Cómo le hicieron para contener esa corrupción interna? “Lo primero era hacer los cambios necesarios al interior, yo le dije a Marco Antonio de la Fuente, discúlpame pero te vas, y el problema fue nombrar a Juan Manuel, que era mi concuño, que también fue un problema serio con el Congreso y con todos. Me decían, ‘¿tú estás consciente de que va a pagar costos políticos?’, sí, pero yo necesito una gente de confianza, y que sé que además no se va a corromper, porque no hay manera, yo lo conozco muy bien; entonces, prefiero eso y pagar costos políticos porque sea mi concuño, a otra cosa. Y creo que fue además muy positivo para todo lo que teníamos que hacer de limpias al interior en lo que hubiera de problemas y de confrontación real hacia afuera; creo que se mejoraron muchísimo las cosas después de todo lo que pasó ahí, y que seguimos además con el apoyo del Ejecutivo federal, con el Ejército, cuando hubo otra serie de problemas aquí que me amenazaron con perder el control de los penales. Yo le pedí luego luego ayuda…”. Entre amenazas e inseguridad, González Alcocer refiere lo que llama “la semana negra” de su administración estatal. “Fue la única semana negra que tuve, se juntó todo, que mataron a mi secretario Alejandro Manjarrez en aquel suceso desafortunado, una intención de chantaje hacia mí diciendo que había información respecto a ese homicidio, que era planeado cuando no era así, desde Guadalajara me hablaban, que ahí actuó el grupo antisecuestros y a final de cuentas lo detuvieron cuando estaba hablando por teléfono conmigo el tipo, y me lo trajeron en un avión para acá. Además la amenaza de los penales, donde yo le hablé al secretario de Gobernación, Santiago Creel, para que le hablara al secretario de la Defensa y que le hablara al Comandante de la Segunda Zona y me pusiera aquí la gente a disposición. Rodeamos los penales, a ver, éntrenle… y al mismo tiempo una amenaza por doble conducto me llegó que le iban a sembrar dinero sucio al procurador, por vía de dos gentes que yo no puedo desconfiar de ellos. Yo cuando estaba en el gobierno no había podido bajar de peso, en esa semana bajé, la única que tuve”. En tres años, el gobernador sustituto hizo dos viajes al extranjero para promover Baja California. Uno a Oriente, el otro a Europa. A la Ciudad de México, dice, iba seguido, “iba las ocasiones que ya se había preparado el terreno a través de nuestro representante allá en México, y todo eso para que ya nomás fuéramos a concretarlo”. En cuanto a la relación con el Gobierno Federal, a Alejandro González Alcocer le tocó trabajar con dos presidentes de la República, el priista Ernesto Zedillo y el panista Vicente Fox. A la pregunta de con cuál fue más fácil, el ex mandatario no duda, y suelta rápido y entre carcajadas: “¡Con Zedillo!”. Complementa: “La verdad es que había gente ya con la experiencia, Herminio Blanco, el secretario de Hacienda, gente que ya tenía mucha experiencia en la materia y que en ese sentido no eran nada sectarios, y cuando llega Fox eran muy novatos, nadie sabía nada, vinieron a hacer una serie de regazones aquí”. Sobre las características que debe tener un gobernador para un periodo de dos años, resalta: “Que no trate de inventar, sino que llegue con gente probada, con un equipo muy sólido y previo armado, aprovechando lo que exista en ese momento no para hacer esos intentos de luego borrar todo lo que hizo el gobierno anterior; ver los defectos que tuvo para corregirlos y lanzarse sobre eso con una meta muy específica. Yo creo que debería escoger dos, tres temas, que en esos dos años puede resolver, y no fijarse metas más allá de lo que los dos años le permiten. No se puede abarcar mucho y apretar poco, ahí es donde hay que hacer tiros de precisión, y eso creo que a mí me pasó, porque yo le tiré a seguridad pública y a desarrollo social con dos cosas precisas, y nos salió muy bien en ese sentido”.
Alejandro González Alcocer, gobernador de tres años: “Dar tiros de precisión”
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