Cuando la cúpula de sus organismos crece verticalmente y se ensancha, su sombra se asemeja a las de los enormes árboles de una gran selva: esos árboles deben ser el gobierno y no los grandes consorcios, éstos deben ser el fruto que producen dichos árboles para que se alimente la fauna toda y utilizar el resto de los nutrientes como fertilizante para los árboles grandes y medianos en nuestro mundo, que se asemeja a la gran selva. Los funcionarios todos son el fiel comparativo con los monos que habitan en la copa de los árboles, ahí viven y se reproducen, los mayores comen de los mejores frutos, el resto come del follaje, pero todos defienden celosamente su territorio para que nadie suba a dicho territorio. Ellos son favorecidos por su enorme tamaño y por la destreza que adquieren por la permanencia y por su excelente alimentación. Para las plantas pequeñas que nacen en esa selva, la luz del sol nunca les llega y no podrán crecer, todas seguirán siendo alimento de herbívoros que no trepan a los árboles y de otros insectos que encuentran en su tallo el sustento que necesitan, sus raíces le sirven para fertilizar el suelo. Replantemos una selva controlable, donde los árboles grandes crezcan a mayor distancia, para que los monos grandes dejen de brincar de rama en rama, dejando que los menores coman de los frutos de la copa sin pelear con gigantes: replantar otra selva es forjar un organismo de participación política más justo y con mayores espacios para los que tengan vocación de servicio y don de ser fieles representantes en su selva, no hablo de mono ni de predadores, hablo de personas dispuestas a trabajar siendo parte de los árboles mayores, para compartir los frutos con sus hermanos menores en cada comunidad. Vicente Martínez Méndez Tijuana, B. C.