Pasada la primera quincena de marzo de 2014, José Encarnación Alfaro Cázares, secretario de organización del Comité Ejecutivo Nacional del PRI, visitó Baja California. Vino a presentar a Héctor Yúnez en calidad de secretario regional para Sonora, Baja California y Baja California Sur; también a Óscar Aguilar González como delegado general en el estado. Pero aprovechó el tiempo y convocó a quienes se habían destapado para contender por la dirigencia estatal del tricolor y suceder a Nancy Sánchez. Ya sabe, Carlos Barboza, Carlos Murguía, Francisco Domínguez y Javier Urbalejo Cinco. Entonces les dio la línea: se lanzaría convocatoria para elegir presidente del Comité Estatal del PRI, pero era interés de la dirigencia nacional que las cosas quedaran como están. O sea, que ni se anotaran porque la tapada era, precisamente, Nancy Sánchez. Los suspirantes ni hablaron. Como buenos priistas, se disciplinaron y ahí quedó. Pero Barboza seguía agitando el avispero político con sus ganas de cambiar al Partido Revolucionario Institucional desde dentro. Así le llamaron de la Ciudad de México, y fueron muy claros: “Camacho quiere que Nancy Sánchez sea la presidenta del PRI”. Le ofrecieron la Secretaría General del Partido, pero la declinó. Lo mismo otros dos contendientes no la quisieron, y así fue a dar a la humanidad de Lauro Aréstegui. Incluido Carlos Barboza, todos se cuadraron a los deseos no explicados de César Camacho, el dirigente nacional, por dejar a la cabeza del PRI en el estado a Nancy Sánchez. Ahí pues, porque ella y solo ella, atendió la convocatoria y presentó su registro como candidata única. La línea del PRI y la mano de Camacho, son la misma cosa…