El despliegue de agentes de migración no podía ser más intimidatorio. Al arribo de un camión escolar a San Ysidro, la garita de cruce de Estados Unidos hacia México, éste fue cercado por mal encarados sujetos que, sin identificarse, cerraron el paso a la unidad para evitar su introducción a territorio azteca. Caída la noche y después de un largo paseo por el zoológico de San Diego, los pasajeros, menores que no rebasan los 12 años de edad, dormían en sus asientos, de donde fueron levantados sin miramientos para someterlos a una exhaustiva revisión. De nada valieron las demandas de padres de familia y maestros de los colegios Instituto Santillán, de Rosarito, y Calmecac, de Tijuana, quienes pedían consideración hacia los infantes. Que los revisaran en sus asientos, que sus documentos los portaban los adultos, que si venían de un paseo escolar, que eran gente de paz y no de peligro, etcétera. Ninguna petición fue atendida, ni siquiera escuchada, ya que en ese momento un agente advertía a los niños prepararse con sus documentos y credencial, mientras posaba una de sus manos en la funda del arma que portaba. Uno a uno los menores fueron bajados del autobús para ser conducidos a donde serían revisados minuciosamente, apartados de padres y maestros, quienes, airados, exigían una explicación a tan arbitrario trato. “Son órdenes de muy arriba”, fue la respuesta de un funcionario que nunca tuvo a bien identificarse, en tanto, el vehículo escolar era llevado para su revisión por rayos X. Que las instrucciones giradas desde el centro del país eran muy precisas: no dejar pasar a ningún menor sin sus documentos a México, es decir, sin su pasaporte y permiso notariado de los padres. Tal contestación irritó más a los adultos, y una de las madres de familia exigió se le mostrara un comunicado oficial de tal instrucción. Al no poder comprobar nada de lo dicho, el funcionario cambió el tono de su voz para concluir que todo el operativo montado era solo para informarles las nuevas reglas de operación del Instituto Nacional de Migración (INAMI) en Baja California. Dicho esto, anotó en un papel: Estación Migratoria, un número telefónico y el nombre Ricardo Salazar, de quien dijo, podía ayudar a los colegios “en caso de tener un problema posterior (a la revisión)”. La situación padecida por los escolares no es un caso aislado, en el Centro Táctico denominado Línea Internacional Garita “El Chaparral”, es harto frecuente que los pasajeros que arriban en autobús a territorio nacional se enfrenten con el trato poco amable de quienes dirigen las inspecciones por parte del INAMI. Este trato despótico se extiende hacia los oficiales de la Administración General de Aduana, con quienes el propio delegado de INAMI, Rodulfo Figueroa Pacheco, tiene enfrentamientos constantes, en plena vía pública y ante la presencia de ciudadanos que intentan incursionar a México. La inconformidad del funcionario federal estriba, así lo ha externado, en que la superioridad en jerarquía que tiene Migración no es respetada por Aduana. En su entender, y así está asentado en actas administrativas, Figueroa Pacheco considera que deben ser los agentes de INAMI los primeros en efectuar las revisiones a los vehículos, no los de Aduana. Para él, la subordinación de Aduana no solo se limita a la revisión manual, o al uso del espacio en el que se realiza la exploración, sino que esta dependencia debe también requerir la autorización de Migración para poder usar la máquina de equipo no intrusivo, por donde son introducidos los carros. El personal de la Administración General de Aduana se dice sorprendido por los cambios en la forma de operar de INAMI, toda vez que hasta antes de que Rodulfo Figueroa asumiera la delegación del Instituto, la labor de exploración se realizaba en conjunto. Cambia dinámica de revisión El hecho de que la frontera haya estado abierta durante mucho tiempo y que ahora se estén efectuando operativos, es motivo de molestia, sin embargo, otros están de acuerdo, ya que incrementa la seguridad de la zona fronteriza, lo cual es el verdadero fin, subrayó Rodulfo Figueroa Pacheco, delegado del Instituto Nacional de Migración en el estado. “Entiendo el malestar”, declaró, porque esto es algo que no se hacía antes en los vehículos que se internaban al país por la Garita de “El Chaparral”, aunque desconoce el percance vivido por los alumnos de los colegios Santillán y Calmecac. Añadió que ante INAMI no se ha presentado ninguna queja al respecto, pronunciándose dispuesto a reunirse con quien sea, de ir a las escuelas y explicar estas medidas. Pero, anotó, “en algún momento se tienen que empezar a aplicar las leyes, y lo hacemos de la forma más suave posible, tratando de concientizar a la gente de que deben cruzar con documentos apropiados, que acrediten su estancia en el país”. Aseguró que no se ha detenido a nadie, ni se va a hacer, “no es por ahí el asunto”. Y recomendó: “Que los padres se ocupen de que sus hijos crucen la frontera bien documentados”. La instrucción de México es que se debe empezar a tener un poco más de control y coordinación en la frontera, al igual que cuando se cruza a Estados Unidos. El funcionario ponderó que esta nueva medida de revisión ha tenido resultados positivos, como la reciente detención de un ciudadano americano con antecedentes de pederastia por agentes de Migración, por lo cual se le impidió el ingreso a México. Los roces con los oficiales de Aduana, Figueroa los atribuye a que, por ser la autoridad de mayor presencia en el puerto fronterizo, “están acostumbrados a que ninguna otra autoridad interfiera, pero la Ley Migratoria es muy clara, la primera autoridad ante quien deben acudir los extranjeros que se internan al país, es la autoridad migratoria”. Reconoció que hacer valer esa jerarquía ha propiciado fricciones entre personal de Aduana e INAMI, “pero en sí la relación con la administración es buena”, asentó.
Denuncian prepotencia en revisiones migratorias

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